En Sinaloa, el triunfo electoral será para quien mejor teja su política: Rubén Rocha

RUBÉN ROCHA. Partidos políticos desgastados y desacreditados.
RUBÉN ROCHA. Partidos políticos desgastados y desacreditados.

Los partidos políticos están sumidos en el descrédito y su “pragmatismo atroz” los ha llevado a lanzar candidatos sin importar si tiene nexos con el crimen, solo pensando en la competencia electoral, los puestos y el dinero de las prerrogativas, afirmó Rubén Rocha Moya, ex coordinador de Asesores y Políticas Públicas en el gobierno de Jesús Aguilar Padilla.

Dijo que todos los partidos, y más sus dirigentes, están sumidos en una crisis y una terrible desconfianza. Manifestó que las fuerzas políticas, a partir del caso de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, en Iguala, Guerrero, han caído en un tremendo desgaste a nivel nacional.

En el terreno político, señaló que Sinaloa está inmerso en la incertidumbre luego de la llamada alternancia encabezada por Mario López Valdez, en la que ningún partido tiene asegurado el triunfo, ni siquiera el llamado “partido oficial”.

—¿Cómo está Sinaloa desde el punto de vista político?

—Creo que en Sinaloa desde hace cuatro, casi cinco años, ha configurado un espectro distinto al que tradicionalmente tenía en la parte política. Sinaloa ha sido más impactado por una pluralidad que alcanzó rasgos de institucionalidad, para decirlo de alguna manera, con este cambio, esta transición que se da tras la alternancia.

“Entonces creo que en ese nuevo ambiente Sinaloa puede verse un tanto incierto, porque las líneas políticas densas no alcanzan a trazarse con mucha precisión. Los partidos que formaron el polo de oposición no tienen un acuerdo de alcance mayor y han ido un poquito cortando las expectativas de una configuración más cuajada.

“Y entonces, a partir de ahí, pienso que se generan nuevos derroteros, porque ya Sinaloa, insisto, cada vez que entra en una coyuntura, como ésta de la elección de los diputados federales que es la antesala de la sucesión gubernamental en el estado, ya puede ocurrir cualquier cosa, o ya sucedió, ya es posible.

“Entonces creo que está en el momento de los ensayos de posibilidades en materia de competencia política. Insisto un poquito incierta, porque es algo que se está construyendo. Lo veo así, no lo veo muy claro, muy transparente”.

—¿Hay una especie de transición coja o truncada?

—Digo que es una transición que no facilita avistar este futuro inmediato, como que es una transición en construcción: se está construyendo y eso no puede quitarle para nada importancia, lo que quiere decir es que se puede construir un escenario emergente en cualquier momento ¿Qué puede ocurrir? ese es el gran haber o la conquista política que tiene el estado, la incertidumbre que es esencia para todo planteamiento democrático, lo incierto.

—¿Y eso da para todos los escenarios, para cualquier partido y candidato?

—No es el tiempo del partido oficial, de que éste lleva mano, y tendrá que ocurrir algo extraordinario para que las cosas cambien. Hoy creo que la construcción está en ciernes y hablando de la coyuntura electoral la va a acertar mejor quien mejor teja, elabore su política.

—¿Contribuyó el triunfo de Malova a esto?

—Creo que sí, la transición es eso. Y más allá de si hay o no buen gobierno, la alternancia es un campanazo y eso generó un nuevo escenario político en el estado. Digo que, para resumirlo en una palabra, incertidumbre. Ya no sabemos qué va a ocurrir y eso es obra de un escenario que está cultivado por una diversidad, una pluralidad todavía más activa.

—Entonces es una coyuntura llena de contrastes. Tú habías dicho en otra entrevista que Malova encabeza un gobierno de retrocesos y para muchos este es un mal gobierno, pero a pesar de eso hay un ambiente favorable para el cambio democrático.

—A lo que yo me refiero es a que hay que darle una lectura diferente al espectro político estatal y no necesariamente calificarla como retroceso. Es más, no hay que calificarla como tal. Es un momento no vivido en el estado y es una experiencia política en la que en mi opinión ganan los ciudadanos, la sociedad, porque experimentó que con su voto puede cambiar las cosas, y tener un gobierno de nuevo cuño, y podrá valorar una cosa u otra; si decide que dio un paso mal que lo decida la ciudadanía y si cree que hay que apuntar lo que construyó hace cuatro años, pues que lo decidan. Lo importante es que la ciudadanía ya sabe que puede.

—¿Y hay ciudadanía para eso, que ejerce derechos, activa, pensante, que protesta?

—Culturalmente, hablando de cultura política, no me atrevería a hacer una definición de en qué grado estamos. Creo que en el país no hay una cultura política suficiente para apuntalar una democracia electoral sustentable todavía: ocurren campanazos que confunden y que a través de la confusión ocurren cosas.

“El populismo es muy característico de esto y hay una democracia que en aras de castigar a los malos políticos, los malos gobiernos, es capaz de elegir gobernantes fundados en la broma, la poca seriedad. No me refiero a Sinaloa, sino a otros. Ahí está el Juanito de Iztapalapa, el presidente municipal de San Blas, Nayarit, que dijo ‘sí robe pero poquito’, y por franco le vamos a dar el voto.

“Eso habla de una cultura política que todavía no está madura. No obstante, creo que esto se está apuntalando y Sinaloa tiene un nivel cultural que desde el punto de vista político ha venido en ascenso”.

—Y los partidos, sus dirigentes, ¿están en este nivel o se están quedando atrás?

—Los partidos en general, y sobre todo sus dirigentes, están en crisis. Basta ver lo que ha ocurrido en los últimos tiempos, tragedias tan lamentables como la de Iguala, Guerrero, que afecta directamente a los partidos y no solo a uno, ni al gobierno de Iguala, habla de un desmedido interés por la competencia sin importar cómo apuntalan esa conveniencia. Sin importar si los apuntala el crimen organizado, si hay ilícitos en sus carreras políticas. Eso  habla de dirigentes de partidos, de un desgaste muy lamentable. Creo que eso está a nivel nacional y en ocurre también en Sinaloa

—¿Cuál crees que es el principal problema que tiene Sinaloa en este momento?

—Del punto de vista político creo que el principal problema es que nuestra democracia, como todas las democracias modernas, de occidente, fundada en sistema de partidos, es justamente la carencia de partidos con la debida integridad y el debido compromiso con la democracia y la ciudadanía.

“Los partidos, sin excepción, les importa qué tanto avanzan, qué tantos puestos, porcentaje de prerrogativas. Es un pragmatismo atroz que coloca a los partidos, que deben ser el sustento de la democracia, en verdaderos factores de una terrible desconfianza y es un tema que está aquí en Sinaloa”.

—¿Y no tendremos en el narco el problema estructural que salpica todo, incluyendo la política y por eso los partidos son así?

—Claro, sí, es un factor. Pero se supone que los partidos deben estar por encima de esas amenazas y ahora el narco no es una amenaza, es una realidad. La infiltración del narco en las instituciones públicas y privadas es un problema que ha venido imponiendo prácticas en el ejercicio de la política.

“Es un grave problema pero eso es de lo más sobresaliente, lo más peligroso, viendo las consecuencias que en este momento se están sufriendo en el país y Sinaloa no es de ninguna manera excepción”.

 

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