Jurassic World: El reino caído

 

Cuando se lee Jurassic World: El reino caído (Jurassic World: Fallen Kingdom/EU/2018), dirigida por J.A. Bayona, se percibe lo mismo, porque pareciera que nada nuevo se puede decir de esa idea de traer de vuelta a los dinosaurios. Y sí, se trata de una trama similar a las anteriores, pero, por imposible que parezca, la nueva entrega de la serie, más que entretener, logra que el espectador se emocione al grado de que se le olvide que ya sabe cómo acabará todo.

Unos volcanes a punto de hacer erupción amenazan con desaparecer la isla donde habitan los dinosaurios, por lo que es necesario una misión de rescate para resguardarlos y que no desaparezcan definitivamente de la tierra. Bryce (Claire Dearing) es contratada por Eli Mills (Rafe Spall) a nombre de Benjamin Lockwood (James Cromwell) para esa tarea, en la que cuenta con la ayuda de acertados colaboradores: Owen (Chris Pratt), un entrenador de velocirraptors; Zia (Daniella Pineda), una experta en veterinaria; y Franklin (Justice Smith), un diestro de la tecnología.

Muy pronto, el equipo se da cuenta que su estancia en la isla se ve amenazada por los ríos de lava de un volcán; la posibilidad de ser aplastados por los dinosaurios que corren temerosos de un lado a otro para salvarse; y las balas de un comando que tiene dudosas intenciones con esos enormes animales.

Un acierto de la cinta es que a pocos minutos del inicio aparece la acción que provoca agitación, cansancio y miedo de ser devorado por un gigantesco animal; de quedar calcinado por la lava que arroja un cráter; de morir ahogado en el mar; o de ser asesinado por quienes, al parecer, intentan salvar a los dinosaurios. Esa tensión no terminará, ni más tarde, cuando el más peligroso de esta especie, creado en un laboratorio, recorra los pasillos de una casa comiendo a todo aquel que encuentre a su paso, para saciar su hambre.

Esa habilidad para que el público se adentre en la historia y experimente todas las emociones junto a los personajes no es casualidad, J. A. Bayona ya lo había logrado en esa interminable búsqueda de Laura (Belén Rueda) por encontrar a Simón (Roger Príncep), luego de que desaparece de una fiesta, en El Orfanato (2007); o por las inclemencias que pasa una familia tras el tsunami de Asia, en 2004, en Lo imposible (2012).

Desde luego que no se trata de la gran película de esa serie —ciertas acciones resultan inverosímiles y algunos personajes desparecen sin sentido, como el de Geraldine Chaplin, por ejemplo— pero funciona en esa intención de atrapar y emocionar, por lo que tiene momentos en realidad interesantes: la imagen de un dinosaurio desapareciendo entre el humo; uno de esos animales entrando sigilosamente en una recamara; y, prácticamente, todas las estampidas en la isla y en los pasillos de la casa.

Jurassic World: El reino caído no solo es acción, es imposible no detenerse a pensar en esa ansia de los seres humanos de enriquecerse, así eso les implique alterar la naturaleza y ponerse en riesgo mortal; y, a la vez, esa buena intención de otros que hacen casi lo imposible por salvar las especies, aunque en eso esté, también, la posibilidad de morir. No se la pierda… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 15 de julio de 2018 en la edición 807 del semanario Ríodoce.

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