Algunas conmemoraciones 2014 en Cultura

Huerta, Paz y Revueltas.
Huerta, Paz y Revueltas.

A Rigo Lewis, In Memoriam.
Como dice una frase hecha bastante recurrida en los medios escritos y hablados, este año que recién estamos estrenando las conmemoraciones estarán a la orden del día. Las habrá de todo tipo, desde las bélicas, que son las más buscadas en una sociedad violenta por los siglos de los siglos, hasta otras que tienen que ver con personajes, hechos y circunstancias que, o habitan el olvido o son como esos nombres “que nos suenan”.
En el primer caso, este año se cumple el centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial, marcado por el asesinato en Sarajevo del archiduque austro húngaro Francisco Fernando y su esposa a manos de Gavrilo Princip, que con solo dos disparos, a los diecinueve años de edad, provocó cinco años de flagelo en el Viejo Continente, movilizando a cerca de 70 millones de soldados y dejando un saldo de 9 millones de muertos. En el hecho quedan tres cosas en relieve: que hubo mano negra (la serbia); que pudo haber quedado en atentado de no ser porque al archiduque le gustaba tirar estilo, que las solapas de su casaca no se movieran por el viento, de manera que se las hacía coser en la ropa, detalle que impidió maniobrar en los primeros auxilios. La tercera, que a Princip le faltaba una vocal para ser príncipe. De complexión escuálida, Gavrilo Princip vio pasar la guerra en la fortaleza de Terezín, donde murió el 25 de julio de 1918, a los 23 años, por tuberculosis. Diversos países europeos, cada uno muy a su manera, recordarán el suceso.
Otro caso bélico, aunque de mucho menor envergadura —afortunadamente— tendrá el epicentro de su conmemoración a nuestra ciudad. La famosa defensa del puerto del ataque francés desde la Fragata La Cordeliere, será recordada con bombos y platillos el 31 de marzo, a 150 años de distancia de la gesta. Hasta donde tengo conocimiento, los momentos cumbres del festejo serán la presentación del libro Un día para recordarse, de Eduardo García Guerrero y una gran cena en un restaurante de la Plazuela Machado. El libro se anuncia como “edición especial” y desde hace meses se viene promoviendo su venta en Facebook por la cantidad de mil pesos ejemplar. Lo curioso es que el libro ni siquiera ha sido publicado. Es, hasta ahora y por lo menos para mí, un absoluto misterio. Por el precio, me imagino que además del texto de García Guerrero, el libro debe ser una maravilla del pop up, que son aquellos que contienen figuras tridimensionales que se despliegan al abrir las páginas, algunos con hologramas, luces y sonido incorporado: se me antoja una reproducción cronológica de la batalla a escala. No sé, la verdad, para qué invento, lo único cierto es que se vende un libro que aún no existe y que está muy lejos del alcance de mis raquíticas posibilidades. Con toda sinceridad, les deseo gran éxito en esta inusual aventura, que tiene como meta realizarse el mero 31 de marzo, día en que las autoridades federales, estatales y municipales estarán, sin duda, ocupadas, realizando festejos por el centenario del natalicio de Octavio Paz. 2014 es, por consenso del Congreso, el año de Octavio Paz, por lo que tampoco muerto querrá compartir reflectores.
Don Octavio Paz, ganador del Premio Mazatlán de Literatura en 1985, por su libro Hombres en su siglo, debe ser para los diputados federales como El Quijote, del que todos hablan y citan con aire docto “dejad que los perros ladren, señal que vamos avanzando”, que nunca escribió Miguel de Cervantes y, por supuesto, nunca dijo el Ingenioso Hidalgo. Es decir: tampoco a Paz han leído y seguro tendrán en sus discursos frases que nunca escribió. Claro, entiendo que sus obligaciones son otras, no las de leer, pero de vez en cuando deberían hacerle la luchita, por lo menos cuando les pasan iniciativas que van en prejuicio del grueso de la población, paradójicamente la razón de su estancia en ese limbo.
Siempre al cobijo del partido hegemónico, como llamó al PRI en enérgica replica al calificativo de dictablanda que le colgara Mario Vargas Llosa al sistema político mexicano en 1990, don Octavio Paz recibirá a lo largo del año merecidos honores de todo tipo. Único mexicano ganador del Premio Nobel de Literatura y considerado uno de los hombres más lúcidos y visionarios del siglo pasado, tendremos a Paz hasta en la sopa.
Decir el año de Paz suena de poca, como si llegáramos a la tranquilidad por decreto, pero este año, además será el de Revueltas, y ahí si se aparece el monstruo de lo cotidiano de nuevo. Autor de títulos indispensables como El luto humano, Los muros del agua, José Revueltas es, quizá, el autor mexicano que mayor desasosiego me ha dejado al leerlo. Sus libros me han significado una equivalencia a las películas de Bergman: de una sola leída, de una sola vista, pero con valores literarios que superaban la intensa carga ideológica que impregnaba en sus textos. Miembro de una familia de artistas trascendentales, José Revueltas nace en Durango el 20 de noviembre de 1914. Perseguido desde los quince años por el terrible delito de ser comunista en un México intolerante, Revueltas pasaría sus temporadas en el Palacio Negro de Lecumberri y, muy joven, en las Islas Marías, de donde llegó a Mazatlán para pasar una terrible semana, víctima de paludismo.
Efraín Huerta es otro de los centenarios ilustres del año. Conocido como El Cocodrilo, pero no por esas adicciones que usted está pensando, nació en Silao, Guanajuato, el 18 de junio de 1914. Izquierdoso y dotado de una gran vena vanguardista, fue un gran poeta y pionero de un periodismo cultural que hizo época, con Octavio Paz entre sus compañeros. Los hombres del alba es considerado su libro más importante, pero sin duda, sus ingeniosos Poemínimos fueron los más celebrados por mi generación. Ante el espacio que se me acaba, comparto dos con ustedes: Con pasión. Y así le dije, con desolada y cristiana bondad: Desnúdate que yo te ayudaré. Galiléica, ¡Y sin embargo se bebe!

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