Un amor inseparable

 

 

Pareciera que solo existe una fórmula para las comedias románticas, en donde todo sucede sin mayores complicaciones, pero Un amor inseparable (The Big Sick/EU/2017) es la prueba de que se puede contar una historia con lo típico que hay en el enamoramiento, pero con una que otra sorpresa, un final que sugiera y no sea explícito, buenas actuaciones y un discurso que vaya más allá del proceso general de cómo se conocen dos personas.

Una pequeña caja al lado de la cama guarda las fotografías de las posibles esposas de Kumail (Kumail Nanjiani), chicas que su mamá (Zenobia Shroff), con el pretexto de que, por casualidad, iban pasando por ahí, siempre le lleva a la comida familiar. A él no le interesa ninguna, porque no quiere unirse a nadie en un matrimonio arreglado por los padres, como se hace en Pakistán, de donde salió hace 14 años, para vivir en Estados Unidos.

Cuando realiza una de sus rutinas en un bar de Chicago, el aspirante a comediante y chofer de Uber conoce a Emily (Zoe Kazan), una estadounidense estudiante de maestría en psicología con la que iniciará una conversación que terminará en la cama. Aunque pasan un rato muy agradable, acuerdan no verse más, pero muy pronto romperán la promesa e iniciarán un noviazgo que acabará cuando ella sepa que, después de cuatro meses de relación, él no les ha hablado a sus padres de ella.

El problema es que los novios no pertenecen a la misma raza y en el momento en que Kumail oficialice su relación, perderá a su familia. Aunque tampoco quiere dejar a Emily, terminarán separándose. No coincidirán de nuevo hasta que, luego de un desmayo, a ella la hospitalicen.

A partir de ahí, Kumail visitará a Emily todos los días en la clínica, a pesar de que ella no lo sabe, convivirá con sus suegros (Holly Hunter y Ray Romano), que no lo ven muy bien, conocerá a más chicas pakistaníes, hasta que termine hablando con sus padres. Ahora cambiará de residencia, tratará de olvidar, esperará a que algún día lo acepten de nuevo en la familia y buscará triunfar como comediante en Nueva York, aunque no siempre sucede lo que se espera.

La cinta dirigida por Michael Showalter cuenta la historia real de Kumail Nanjiani y Emily V. Gordon —también guionistas y él protagonista del filme— quienes se conocieron en un espectáculo de comedia. Aun así, es inevitable pensar en Casarse está en griego (2002), sobre todo porque la diferencia cultural es la razón principal que complica que haya una relación de pareja.

Lo importante de Un amor inseparable es que, con un ritmo tranquilo, pero no aburrido, con diálogos interesantes, sin caer en vulgaridades sin justificación ni sentido, de chistes inteligentes sin caer en la grosería, es una comedia extraordinaria que, además, aborda una tragedia sin caer en el sentimentalismo barato: los personajes y sus problemáticas se perciben comunes y más acordes a la realidad.

Las actuaciones son muy buenas, naturales y creíbles en el caso de la mayoría, pero ninguno tiene la destreza de Holly Hunter, ya sea de suegra molesta y odiosa, como de mamá de la novia buena onda. Además del amor, el filme acierta en tratar las diferencias y tradiciones culturales, el sueño americano, las expectativas que los padres se hacen de los hijos contra lo que éstos realmente desean, y ser perseverante para lograr los sueños. Vaya a verla… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

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