En 2045, Columbus, Ohio sigue siendo la ciudad de mayor crecimiento en la tierra, al grado de que abundan torres que sostienen casas de metal que albergan a la “generación de los millones perdidos”, quienes sin moverse del mismo lugar viven entre el mundo real y el Oasis, una “realidad” virtual creada por Halliday (Mark Rylance), en la que cada uno puede ser lo que más le satisfaga.
Cuando Halliday muere, a través de un video póstumo anuncia el inicio de una competencia: el jugador que reúna tres llaves recibirá una enorme suma de dinero y tendrá el control del Oasis.
El joven Wade (Tye Sheridan), quien se hace llamar Parzival en el espacio irreal, es el primero en pasar la prueba uno, pero pronto se le unirán Art3mis/Samantha (Olivia Cooke), Aech/Helen (Lena Waithe), Daito (Win Morisaki) y Sho (Philip Zhao).
Como equipo intentarán terminar el juego y evitar que el codicioso Sorrento (Ben Mendelsohn) consiga el anhelado huevo de pascua de premio y disponga de todo.
Uno de los cineastas más prolíficos y diversos es Steven Spielberg: de 1971 a la fecha, en promedio, ha filmado una película por año, en las que, ya sea como director, productor o escritor, ha explorado el suspenso, terror, drama, comedia, ciencia ficción, fantasía, aventura y acción, lo mismo con técnicas tradicionales como las más sofisticadas de efectos especiales. Algunos de sus trabajos han sido nominados y premiados en los Oscar, Globos de Oro y los BAFTA, y otros de ellos son clásicos en la cinematografía mundial que han marcado a varias generaciones.
A sus 71 años, el estadounidense puede darse el lujo de decir que horrorizó a millones con Tiburón (1975); hizo que la gente lo mismo simpatizara con los extraterrestres en E.T. (1982), que les temiera en La guerra de los mundos (2005); les dio la posibilidad de ver en acción y convivir con los dinosaurios en Parque jurásico (1993) y todas sus secuelas; la llevó a explorar con Indiana Jones (1981) en diferentes contextos y en Las aventuras de Tintín (2011); les provocó lágrimas y reflexiones en El color púrpura (1985) y La terminal (2004); les ofreció miradas distintas de la Segunda Guerra Mundial en La lista de Schindler (1993) y en Rescatando al soldado Ryan (1998); a entender que no hay límites en la imaginación con El buen amigo gigante (2016); y que puede haber A. I. Inteligencia Artificial (2001).
Con toda esa experiencia, no es casualidad que el director de la nominada al Oscar este año, The Post: Los oscuros secretos del Pentágono (2017), lograra la excelente Ready Player One: Comienza el juego (Ready Player One/EU/2018), basada en el libro de Ernest Cline (2009), en la que destacan los efectos especiales y la cultura pop. En apariencia solo ofrece aventura, acción y se trata de un homenaje a los video juegos, pero no deja de lado la crítica social, en lo que respecta al uso de la tecnología y lo relacionado con lo virtual.
El filme está plagado de referencias y homenajes a personajes, películas, videojuegos, música, ropa…, por lo que es imposible que alguien se mantenga al margen, de ahí que a muchos les parezca nostálgica. Las secuencias de acción, el manejo del sonido y el diseño de producción la hacen muy dinámica, emocionante y, sin duda, inolvidable. Vaya a verla… bajo su propia responsabilidad, como siempre.
Artículo publicado el 8 de abril de 2018 en la edición 793 del semanario Ríodoce.