Eso

 

 

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Para algunas generaciones, la simple e insignificante imagen de un payaso les parece lo más terrorífico, contrario a lo que es el objetivo principal de esa persona de zapatos grandes, exageradamente maquillada, con vestimenta y cabello de colores llamativos, pero no es una apreciación fuera de lugar: la literatura, el cine y la televisión tienen mucho qué ver en ese miedo colectivo.

La novela Eso (It/1986) del escritor estadounidense Stephen King, la miniserie para televisión De Stephen King: Eso (It/1990), dirigida por Tommy Lee Wallace y un buen número de referencias en filmes y novelas al payaso Pennywise, principalmente, han hecho que este personaje se perciba de una manera tenebrosa, misteriosa y que, en lugar de risas y diversión, provoque gritos de pánico.

Para contribuir a ese trauma y presentar a las nuevas generaciones al siniestro espectro que lo mismo adopta la forma de bufón, algún animal o cualquiera de sus víctimas, después de varios años de descanso regresa Eso (It/EU/2017), dirigida por el argentino Andrés Muschietti (Cortometraje Mamá, 2008; largometraje Mamá, 2013).

La desaparición y muerte de Georgie (Jackson Robert Scott) es una de las muchas que han sucedido en el pueblo de Derry, por lo que cuando su hermano Bill (Jaeden Lieberher) y sus amigos Beverly (Sophia Lillis), Richie (Finn Wolfhard), Ben (Jeremy Ray Taylor), Eddie (Jack Dylan Grazer), Mike (Chosen Jacobs) y Stan (Wyatt Oleff), que integran el Club de los Perdedores, relacionen lo que está pasando con el payaso que han visto: Pennywise (Bill Skarsgård), se empeñarán en hacer justicia por cuenta.

Uno de los aspectos más notables de la cinta de Muschietti es que logra un equilibrio en todos los aspectos que integran la historia, no solo se concentra en mostrar al maligno en cualquiera de sus formas, sino que también se interesa en exponer la vida de los integrantes del grupo de amigos que lidera Bill, en donde la película aborda otros temas por demás oportunos: por ahí resalta el tan de moda bullying, la falta de atención y el maltrato de los padres a los hijos, la discriminación por el color de piel o el sobrepeso, y el abuso sexual.

Más que el miedo que puede causar Pennywise cada que aparece con un globo ofreciéndolo a alguien y diciendo que todos estos flotan —como lo haría el que está a punto de aceptarlo— lo más siniestro del filme es, precisamente, todo lo que aborda de Derry, ese pequeño pueblo de Maine perdido en los problemas sociales, lo cual lo hace, por cierto, no apto para niños, a pesar de que estos son de los más recurrentes seguidores del payaso.

A diferencia de la teleserie de los noventa, que mostraba al Club de los Perdedores ya grandes, 27 años después de la muerte de Georgie —el payaso se hace presente cada que pasan ese tiempo— la cinta de 2017 se centra en contar la historia cuando los integrantes del grupo son adolescentes, y solo poco después de la desaparición del niño.

Está de más decir que los efectos especiales, precisos y nada exagerados, hacen lucir mucho mejor la versión de Andrés Muschietti que la de Tommy Lee Wallace. Claro, a estas alturas, con los avances tecnológicos, no puede ser de otra manera. Vaya a verla… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

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