Malayerba: Cuando las balas no duelen
Desde chiquita dijo que esa mujer iba a ser suya. Su padre era su socio y eso le permitió cercanía con la familia, a quienes
Desde chiquita dijo que esa mujer iba a ser suya. Su padre era su socio y eso le permitió cercanía con la familia, a quienes
Le voy a dar un consejo. Le dijo en voz baja pero clara y fuerte, el oficial de la marina. Dígame si le interesa. Ella
Ahí está su mejor amigo, llorando. Sentado en la banca de ese parque. Huérfano de ese que era su media sangre, su hermano. Los ojos
Raúl se dedicaba a robar combustible. Les llegaba la información sobre la hora precisa en que pasaría por ahí la gasolina y ellos debían estar
Tenían cuatro toneladas de mota en la cochera, en la que bien podían estacionarse cuatro vehículos. Una noche antes, mientras descargaban la yerba, un boludo
El hombre llegó con el doctor e hizo antesala. El médico atendía a una mujer que traía unos dolores en la panza que le subían
Trabajando en el área del estacionamiento del estadio, escuchó la detonación. Volteó, con la bolsa de papitas en la mano y el recipiente de salsa
Los billetes flotaban: emergían entre la espuma, el agua ya enervada, los minúsculos remolinos que producían con sus movimientos las aspas blancas de la lavadora.
Eran cuatro y muy unidos. Habían crecido en la misma cuadra y pisado los mismos espacios del barrio: la cancha, la calle, las esquinas y
No se lo dijeron. No era necesario: lo quitaron de gerente de la sucursal del banco y lo mandaron a esa ciudad, considerada por muchos
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