Un buen sexenio en lo laboral, con luces, sombras e ‘injerencia’ de EU

Un buen sexenio en lo laboral, con luces, sombras e ‘injerencia’ de EU

Para ver cómo funciona una economía, no hay un ecosistema que nos entregue información más rica que el mundo laboral. Allí, podemos ver el sexenio de AMLO en toda su complejidad. Hay luces, sombras y también evidencias de injerencismo estadounidense.

No hay luz más brillante que los incrementos en el salario mínimo. Empezó con un salario mínimo de 88 pesos diarios y cierra con 249 pesos. En el caso de la frontera norte, el incremento es mayor. Pasó de 88 a 374 pesos diarios para los trabajadores de una franja fronteriza que incluye seis estados. Teníamos uno de los mínimos más bajos de América Latina y el Caribe. Cerramos a media tabla en la región, con el mayor incremento de salarios mínimos entre los países de la OCDE.

En el IMSS, el salario promedio de cotización de los trabajadores pasó de 349 a 587 pesos diarios. Esto es un incremento de 68 por ciento, más o menos el doble de la inflación acumulada en el sexenio. Este incremento tiene que ver con la dinámica del mercado laboral, que en algunos momentos del sexenio vio crecer la oferta de puestos de trabajo más que el número de trabajadores disponibles. No todo tiene que ver con oferta y demanda. El incremento en el salario de cotización también tiene que ver con la nueva regulación de la figura de outsourcing.

No pongo en la lista de logros los empleos formales creados en el sexenio, porque el total apenas llega a 2 millones 310 mil (hasta agosto de 2024). La cifra puede parecer alta, pero hay que tomar en cuenta que en el sexenio de Peña Nieto, se crearon 4 millones 061 mil puestos de trabajo formales. Por la dinámica y tamaño de nuestra población, necesitamos generar alrededor de 100 mil empleos formales por mes.

Lo logrado en el combate a la informalidad, tampoco es para echar las campanas al vuelo. El porcentaje de trabajadores que está en la informalidad pasó de 56.7 por ciento a 54.3 por ciento. Imposible celebrar los resultados en este rubro, cuando en términos absolutos creció el número de trabajadores que labora sin prestaciones. Cerramos el sexenio con un poco más de 32.5 millones de informales. Hay entidades, como Oaxaca, Chiapas, Guerrero, donde la informalidad está en torno al 80 por ciento o más.

Los números son excelentes en salario mínimo; buenos en salario promedio del IMSS e insuficientes en lo referente a generación de empleo formal o abatimiento de la informalidad. Para completar el cuadro, veamos otros datos: empezamos el sexenio con 359 mil 257 trabajadores que ganaban más de cinco salarios mínimos mensuales. Cerraremos con alrededor de 660 mil en esa categoría. En el otro extremo, el porcentaje de trabajadores que no gana lo suficiente para comprar una canasta básica pasó de ser 40.7 por ciento del total a 35 por ciento. El avance no es desdeñable, porque son 5.7 puntos porcentuales. La tarea que queda por hacer es gigantesca. Son más de 20 millones de personas que no ganan lo suficiente para comprar una canasta básica.

La valoración de lo conseguido en materia laboral va más allá de lo cuantitativo. Son seis años en los que hubo avances en lo relacionado con democracia sindical y cambios sustanciales en justicia laboral. Las Juntas de Conciliación y Arbitraje fueron sustituidas por Centros de Conciliación y Tribunales especializados.

¿De dónde vienen estos cambios que generaron una dinámica positiva en lo laboral? Tenemos tres vertientes: personajes del sexenio anterior, negociaciones del T-MEC y figuras de la 4T, entre ellos Arturo Alcalde y Luisa María Alcalde.

Los primeros promotores de los incrementos al salario mínimo fueron Salomón Chertorivski y Gustavo de Hoyos. Chertorivski, desde la Secretaría de Desarrollo Económico de la Ciudad de México, y De Hoyos, desde la Confederación Patronal de la República Mexicana. La promoción y cabildeo de ambos fue relevante para convencer a empresarios, líderes sindicales y tecnócratas que estaban en contra. Una medida que fue clave para detonar los incrementos al mínimo fue la desindexación de muchos precios o tabuladores, los cuales estaban vinculados al salario mínimo. Este es el caso de las multas y algunos contratos de rentas, por ejemplo.

Algunos de los cambios del mundo laboral mexicano vinieron por presiones de Estados Unidos y Canadá. El T-MEC incluyó un capítulo laboral, por las exigencias de los sindicatos de América del Norte. Se quejaban de que México había crecido en industrias como la automotriz, por su capacidad de atraer inversiones a través de malas prácticas en lo laboral: bajos salarios, sindicatos charros y justicia laboral deficiente.

En estas fechas que se lanza la acusación de injerencismo a organizaciones y políticos de Estados Unidos, vale la pena recordar que en lo laboral esta intervención ha sido abierta y que ha tenido resultados positivos para México. Cuando digo abierta, me refiero a la revisión de las condiciones laborales en México que hacen desde la Embajada; la promoción y capacitación para impulsar la democracia sindical; los apoyos para detectar y erradicar el trabajo infantil y, por supuesto, su vigilancia permanente de la evolución de la reforma judicial que ha implementado México.

La injerencia estadounidense ha sido abierta y ha tenido resultados positivos para México. En el presupuesto 2020, los vecinos objetaron que no había suficientes recursos para hacer inspecciones laborales. Los cambios se hicieron. Ha coincidido con lo que López Obrador y algunos personajes de la 4T querían hacer en el mundo laboral. Somos México, pero también somos América del Norte. No hay recetas, pero el diálogo funciona mejor que la confrontación.

Artículo publicado el 08 de septiembre de 2024 en la edición 1128 del semanario Ríodoce.

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