Resumir 20 años en un sumario es imposible. Nada se olvida, por el contrario. El periodismo es memoria, si no, no es periodismo. Las cosas intrascendentes se van a la basura, aunque se escriban y se publiquen.

Ríodoce está lleno de historias. De las que ha contado, pero también de las que no se escribieron por una razón u otra…y que tendrán que contarse de algún modo, algún día. Incluso de nosotros mismos. En esta edición contamos una historia que estuvo esperando 20 años. “Es tiempo de contar”, me dijo un amigo, al que le pregunté si era prudente hacerlo.

Porque nos ha pasado de todo, empezando por lo más trágico, que fue el crimen de Javier Valdez. Una tortuosa travesía en el arranque, pero también llena de pasión y de coraje, para demostrar que podíamos llevar el pequeño barquito de papel a buen puerto.

Hemos pasado por reconocimientos, pero también por dolorosas decepciones; hemos tenido a nuestro alcance manos abiertas, solidarias –empezando por nuestros lectores–, que nos han ayudado a sobrevivir en meses, años de gran precariedad; y también momentos esperanzadores, como el que vivimos ahora después de sortear los peligros y desmanes económicos que trajo consigo la pandemia.

Cumplimos dos décadas de salir de manera ininterrumpida cada semana, llevando siempre en nuestras páginas información nueva, de fondo, cosas que poco se leen en las plataformas digitales, siempre manteniendo niveles de crítica que exige un periodismo de verdad, sin concesiones ni para nosotros mismos.

Contra viento y marea, Ríodoce ha sabido mantenerse a flote, ha querido mantenerse a flote. Con la ayuda de sus lectores, de sus anunciantes, de gente de bien, lectores nuevos, pero también muchos de los que nos vieron zarpar en medio de la incertidumbre. Y que decidieron acompañarnos.

A todos, un millón de gracias.

Artículo publicado el 05 de febrero de 2023 en la edición 1045 del semanario Ríodoce.