‘Usted nos traicionó’, el reclamo de comuneros a Rubén Rocha

ADÁN AUGUSTO LOPEZ. El lunes nos vemos.

Los comuneros de ¡Aquí No! increpan al gobernador durante la visita de Adán Augusto López a Los Mochis

Los gritos resonaron en toda la calle, “¡Vendido!, ¡Vendido! ¡ratero! ¡ratero! ¡ratero!” Y estaban dirigidos a una persona, al gobernador Rubén Rocha Moya.

El coro procedía de decenas de personas de playeras rojas estampadas al frente que se arremolinaban a un lado de una Suburban de color gris, flanqueada por guardias civiles armados con fusiles ocultos en mochilas terciadas al hombro. Eran pescadores, amas de casa, campesinos, yoremes, y avecindados de los campos Ohuira, Paredones y Topolobampo, que en momentos se organizaron el pasado viernes 20 de enero para movilizarse, primero, a los alrededores del puerto y después a Los Mochis, en donde sucedía la escena.

En la Suburban que abordó Rocha Moya, viajaba Adán Augusto López, el secretario de Gobernación y una de las corcholatas para suceder al Presidente Andrés Manuel López Obrador. En el momento, era, también, el conductor de la camioneta último modelo.

El secretario no perdió la compostura, pero el Gobernador desencajó el semblante. Su paso era nervioso y apresurado. En ese momento enmudeció y su cara se tornó rojiza. Ello por el calor que el sol acrecentaba o porque la rabia le impedía controlarse.

Así, abordó la Suburban. Unos autos que estaban frente a ella le abrieron paso, los hombres armados, también. Luego, metió el pie al acelerador y el grupo de políticos se retiró.

Allí, a las afueras del Polideportivo, los activistas, entre divertidos y molestos, sonrieron. La situación entró en relax.

Ellos terminaron satisfechos de su travesía que desde muy temprano habían comenzado, cuando en sus redes sociales comenzaron a convocarse uno a otros para la movilización. El rumor había comenzado y corrió como huracán. A cada minuto, la indignación crecía, y las maldiciones estaban en los labios de cada pescador, de cada ama de casa, de cada miembro de ¡Aquí No!

GOBERNADOR RUBÉN ROCHA. Increpado por una “marea roja”.

La convocatoria surtió efecto y un contingente, como marea roja, arribó justo a la entrada del polígono en donde la empresa Gas y Petroquímica de Occidente desplanta un terreno de la zona marítimo federal que el ex diputado federal Rubén Félix Hays escrituró para construir la planta de amoniaco.

Allí, la marea roja se mantuvo porque esperaban que el secretario de Gobernación, Adán Augusto López llegara acompañado del gobernador, Rubén Rocha Moya para un tour en donde se suponía no existía nada, debido a una prohibición de la Suprema Corte de Justicia y porque la empresa no tiene permitido edificar al no tener aprobada la Manifestación de Impacto Ambiental por la Semarnat.

Con el transcurrir de los minutos, el contingente no llegó, pero la marea roja cambió sus planes, viró hacia Los Mochis y se plantó justo a la entrada del Polideportivo.

Allí, aguardaron con sus velas extendidas y levada el ancla.

Esperaron, aguardaron, pacientes, y cuando los políticos llegaron, el grupo avanzó como cardumen, a una sola voz.

¡Aquí No! ¡Aquí No! ¡Aquí No!… fue la consigna. El secretario de gobernación los escuchó, se apeó de la Suburban y se fue hacia ellos. Los dejó hablar, y aquellos expusieron sus razones para la protesta. Y él les ofreció que el lunes los escucharía con calma. Ellos, los yoremes, aceptaron.

Y cuando parecía que se calmaban, el gobernador, Rocha Moya asomó la cara, y el coraje renació en segundos. “¡Mentiroso!, ¡Payaso!, ¡Vendido!, ¡Cobarde!, ¡Ruin!, ¡Doblecara!, ¡Viejo, usted nos dio la espalda! ¡Viejo méndigo!” le gritaron a centímetros de sus ojos.

Frente a él estaba un grupo que se contenía a sí mismo, pero que le reclamaban a cada parpadeo. Y él, buscaba justificarse, que la consulta, que los permisos, que ya se dio una decisión; y ellos le rebatían con más argumentos. Ellos, la marea roja era contundente, Rocha Moya, sólo excusas. Una y otra vez le recordaron sus propias palabras, y de nuevo se las lanzaban al rostro.

El gobernador tartamudeo, y en ocasiones no lograba argumentar una idea coherente y lógica. Era rebasado y rebosaba incompetencia para contener las palabras que lo taladraban y dibujaban en lo que se había convertido. “¡Traidor, viejo, usted, nos traicionó!” Le soltaron.

Entonces no aguantó más. Giro, se abrió camino entre quienes lo rodearon y buscó la protección de los Siervos de la Nación, que fieros protegían las puertas del Polideportivo. Track. Track, quitaron los candados, abrieron la puerta, El gobernador entró, su séquito lo siguió, flanqueando el paso al Secretario de Gobernación. Luego un portazo. Y la situación entro en calma.

40 minutos de calma presagiaron de nuevo la tormenta.

Salió el grupo de políticos, Adán Augusto refrendó el compromiso, el lunes, el lunes los atiendo. Se encaramó a la Suburban, y apuró a que Rocha Moya la abordara.

En cuanto este apareció en el horizonte, el coro se avivó de nuevo “¡Vendido! ¡Vendido! ¡Vendido! Y Rocha se puso rojo, tan rojo, como las playeras de ¡Aquí No!

Artículo publicado el 22 de enero de 2023 en la edición 1043 del semanario Ríodoce.

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