Es posible.
Un razonamiento puramente técnico, sin sesgo político o emocional lo demuestra.
Existen los recursos.
El Gobierno del Estado de Sinaloa y los ayuntamientos recibirán, en los próximos cinco años, algo más de 7 mil millones de pesos para construir infraestructura social.
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La Secretaría de Hacienda transferirá mensualmente una parte de los impuestos que pagamos los ciudadanos y que conforman el Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social (FAIS).
Se pueden abatir las carencias sociales implementando una política pública eficiente.
Se necesita dedicar los recursos públicos para atender las necesidades de los pobres.
La Ley General de Desarrollo Social establece los componentes de la pobreza y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, los ha medido.
Cada dos años, de agosto a noviembre, INEGI levanta una encuesta y proporciona los datos a CONEVAL.
Las carencias que pueden ser abatidas mediante inversión en obra pública, son los de calidad y espacios en la vivienda y el acceso a los servicios básicos.
Los indicadores toman en consideración que la vivienda cuente con las siguientes características:
Piso firme de cemento o con recubrimiento (laminado, mosaico, madera);
Techos de losa de concreto, viguetas, madera, viguería, lámina metálica o asbesto, palma o teja;
Muros de tabique, ladrillo, block, piedra, concreto, madera o adobe;
El número de personas por cuarto—excluyendo pasillos y baños— sea menor a 2.5;
Agua entubada dentro de la vivienda;
Drenaje conectado a la red pública o a una fosa séptica;
Electricidad, y
Que si el combustible para cocinar es leña o carbón que la cocina tenga chimenea para que salga el humo.
La medición del 2020 en Sinaloa arrojó las siguientes inversiones para abatir las carencias mencionadas:
Construir 26 mil pisos firmes con un costo de 108 millones de pesos.
Nueve mil techos firmes con un costo de 117 millones de pesos.
Seis mil muros firmes con un costo de 180 millones de pesos.
44 mil cuartos adicionales con un costo de 2 mil 640 millones de pesos.
Dotar de agua entubada a 30 mil viviendas con un costo de 1 mil 500 millones de pesos.
Drenaje a 52 mil viviendas con un costo de 3 mil 120 millones de pesos.
Electricidad a 1 mil 500 viviendas con un costo de 23 millones de pesos.
Cincuenta y siete mil estufas de leña con chimenea con un costo de 615 millones de pesos.
Es posible superar la pobreza si se prioriza la atención de estas necesidades de quienes carecen de una vivienda digna y no cuentan con los servicios básicos.
No se deben usar los recursos del FAIS en otros problemas que, pudiendo ser importantes, no son las necesidades humanas imprescindibles de quienes viven en la miseria.
Deben ser primero los pobres.
En este año, no fueron primero los pobres para el ayuntamiento de Culiacán, por ejemplo.
Dedicó 16 millones de pesos del FAIS para construir puentes vehiculares y 7 millones para comprar vehículos y uniformes.
Antes que las vialidades y los requerimientos de la burocracia deben estar el agua, el piso, el drenaje o el techo de las familias que menos tienen.
Hay otros fondos de los que echar mano para no disminuir el dinero que es para los más necesitados.
Lo que impide que se abatan las carencias y la pobreza es que los que no tienen vivienda ni servicios básicos no tienen presencia donde se toman las decisiones.
Están antes los intereses de los funcionarios que quieren camionetas nuevas, hacer contubernio con contratistas y quieren conquistar clientelas electorales a las que dedican recursos del FAIS sin importarles que no sean pobres.
El futuro puede ser diferente.
Sinaloa sin carencias básicas.
Sinaloa sin pobreza.
Técnicamente posible.
Artículo publicado el 18 de diciembre de 2022 en la edición 1038 del semanario Ríodoce.