Después de ausentarse algunos años, acompañada por su hija Laura (Bianca Nawrath) y su hijo Noah (Otto Emil Koch), Ella (Melika Foroutan) llega a su pueblo, ahora habitado casi completamente por adultos mayores, para celebrar la boda de su hermana. Sin embargo, la agradable estancia de Elle y su familia en ese lugar se ve alterada cuando los internos del asilo de ancianos en el que reside su padre Aike (Paul Faßnacht) y en el que trabaja Kim (Anna Unterberger), la actual pareja de su exesposo Lukas (Stephan Luca), deciden revelarse y defenderse de los malos tratos de los más jóvenes.
La idea de que en Los ancianos (Old People/Alemania/2022), dirigida y escrita por Andy Fetscher, el pueblo se percibe desolado, que lo poco que está habitado sea, prácticamente, nada más por adultos mayores y que estos se vuelvan de un momento a otro agresivos y quieran matar a quien se cruce en su camino, lleva inmediatamente a pensar en Juegos de niños (2012), dirigida, escrita, musicalizada y fotografiada por Makinov, esa cinta mexicana basada en el libro El juego de los niños, de Juan José Plans, que es un remake de la española ¿Quién puede matar a un niño? (1976), de Narciso Ibáñez Serrador.
Es cierto que el grupo de edad no es el mismo y que las razones que llevan a unos y otros a acabar con la demás gente tampoco se parezcan, pero, en esencia, la trama de las cintas es similar, además de que, curiosamente, comparten el que sus deficiencias se noten más que sus virtudes y, por lo tanto, terminen siendo un producto fácilmente olvidable.
Al igual que aquella película de hace 10 años, Los ancianos destaca por la manera en que transmite esa sensación de soledad y misterio en el pueblo. Así como en la dirigida por Makinov el espectador muy pronto nota y cuestiona por qué en la historia desarrollada en una isla nada más aparecen niños, en la realizada por Fetscher no pasa mucho tiempo para que se advierta lo deshabitado del lugar y la prevalencia de los más viejos en su población.
En la generalidad, la película disponible en Netflix cumple con la entrega de actuaciones decentemente interpretadas; tiene a su favor mostrar a los más longevos de la familia en un rol completamente opuesto al que se les suele ubicar; ofrece una que otra escena en la que se derrama sangre explícitamente, para quienes prefieren emociones extremas; e intenta provocar la reflexión con respecto al trato que se les da a los abuelos: los ancianos se comportan violentamente a partir de las agresiones físicas y verbales recibidas de sus cuidadores y por el abandono de sus familiares.
Desafortunadamente, las desventajas de Los ancianos pesan mucho y lejos de provocar terror, lo cual se supone que es su propósito, transmite más fácilmente el aburrimiento, principalmente, porque tarda demasiado en llegar a donde pretende, mientras se pierde en escenas secundarias que no abonan al objetivo principal.
Si bien el sentirse maltratados sería suficiente para que los internos del asilo se autodefiendan (adecuada o inadecuadamente), la cinta no es completamente clara en exponer las razones del comportamiento de los adultos mayores, ni si quiera por esa escueta explicación inicial en la que se aclara que un espíritu podría ser el responsable de volverlos salvajes. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.
Artículo publicado el 20 de noviembre de 2022 en la edición 1034 del semanario Ríodoce.