Resistencia en las filas a la imposición de Morena

Cuando Torres Blanchet anduvo a pie tierra promocionando a Andrés Manuel López Obrador y su entonces efímera campaña proselitista aspiraba al fin del cacicazgo y a un gobierno emanado del pueblo, pero ocho años después y ya con su líder en el poder, las viejas prácticas que repudió lo arrollaron, retornando con más fuerza al nuevo partido al que le metió sudor, suela y dinero.

Su sueño de que el país fuera gobernado por una clase política emergente, salida del pueblo se truncó de golpe y porrazo. Priistas, panistas, perredistas y toda la escoria política lo abordó desde la cúpula, y ellos, los que creyeron en el cambio verdadero pasaron a ser los tontos útiles, los utilizables, los de la talacha, los que ponen el rostro, y los otros, los advenedizos, en los que gobierna.

“Ya no más engaño, no más simulación, no más prestarse para que los mismos ladrones de siempre continúen gobernando. Todos los que creíamos en el cambio verdadero y en la Cuarta Transformación nos desengañamos. Lo aceptamos con vergüenza, Morena es un mugrero, una cochinada. Los nuevos directivos no representan a las bases, porque llegaron por la imposición, la compra de votos, con el acarreo, con engaños y traiciones”, aseguró Idelfonso Torres, miembro del colectivo Germinación Morena.

“Vimos que el proceso de la asamblea distrital estuvo viciada de origen porque se violaron los estatutos en la convocatoria y, por ello, los morenistas no participaron, porque se negaban a legitimar acuerdos fraudulentos. No reconocemos a los consejeros, por el circo maroma y teatro que se armó. Merary Villegas y su gabinete no debieron ser elegidos porque se trataban de funcionarios federales, estatales y municipales, impedidos por los estatutos. Aquí, tenemos el caso del alcalde, Gerardo Vargas Landeros que renunció a ser consejero, pero envió a su familia, amigos y empleados”.

Torres Blanchet aseguró que continuarán en la lucha por recuperar un partido que transite por el camino de la legalidad y la democracia, y expulsar de las decisiones partidistas al gobernador, Rubén Rocha Moya y a los legisladores, que por estatutos deben ser ejecutivos y legislativos, no partidistas.

Lucio Antonio Tarín, dirigente de Fuerza Social Bachomo, reconoció que Morena no es la mejor forma de democracia y que las asambleas distritales y los congresos debieran ser anulados por el Tribunal Federal Electoral por las graves violaciones a sus estatutos.

“Debemos expulsar a la corrupción que llegó y a la manipulación que se resiste a irse. Todos sabemos que hay desacuerdo en lo sucedido y desaprobación en los que dirigen, pero, en estos momentos, no hay una opción de cambio político al país, o sacamos a los espurios de Morena o regresamos al viejo PRI, son las opciones que tenemos”, opinó.

Daniel Humberto Ibarra Rodríguez, el primer candidato a la alcaldía de Ahome por Morena, opinó que la lucha para dignificar al partido debe darse desde adentro. “Mostrar que las imposiciones no van a ganar una elección, pues al final, ellos sólo representan un voto, y la colectividad muchos. O nos respetan, o nos respetan”, consideró.

Sergio, es un morenista de cepa, de esos que se la partían con cualquiera defendiendo a AMLO y sus representantes. Fue de los que gastó suela, que anduvo casa por casa, sin aspirar a nada. Ahora ya no quiere saber nada de ese partido, que dice, se pudrió antes de arrancar. Él que lo defendió, ahora la define con cinco palabras. “Cagada, Morena es una mierda”.

Un salón repleto… de los mismos y una dirigente novata

El salón estaba más que a reventar. Gente sentada, parada, afuera, en las banquetas, en las calle, y seguían llegando.

Muchos fueron armados con cartulinas de apoyo… a su acarreador, el alcalde en turno. Otros llegaron porque sus jefes en el ayuntamiento de Ahome se los exigieron. Allí estaban de todas las dependencias, servicios públicos, tesorería, presidencia, deportes, de adicciones, de todos lados.

A uno de ellos se le salió decir que les habían pedido 50 personas por dependencia para llenar el salón, que parecía un horno y que sirvió para burlarse de las frases de la Cuarta Transformación “austeridad republicana “y pobreza franciscana”.

Ella estaba en los asientos acomodados para presenciar el primer encuentro regional con las bases de Morena. En el presídium estaban los nuevos dirigentes, Merary Villegas presidía. Eran igual como muchos congresos priistas, sólo que con otros actores.

Al frente de la muchedumbre sentaron a sus cuadros valiosos: alcaldes, diputados federales, legisladores locales. Atrás de ellos, los funcionarios principales de cada gabinete, luego sus mandaderos y achichincles, los operadores de las colonias y finalmente la tropa, la militancia. De 100, uno era simpatizante, los 99 restantes, acarreados.

Ella reconoce que hay un resentimiento justo en las militancia por cosas que no debieron haberse hecho, como el abrir la puerta a tricolores, azules, amarillos y a las personas que no comulgan con los principios básicos de no robar, no mentir y no traicionar.

Y anticipa, que una vez puesto en marcha el proyecto de partido, estos deberán salirse o serán expulsados porque antes deberán obtener un cargo o una candidatura deberán de aprobar la escuela de cuadros, o bien, su hoja partidista será analizada en la Comisión de Honor y Justicia.

Así, ella se metió a la boca del lobo, para escuchar a las bases… una base a modo para la dirigenta, armada por los alcaldes en funciones, sin detractores, sin militantes, porque estos, los fundadores, en realidad, poco les importa lo que ocurra en Morena.

Artículo publicado el 11 de septiembre de 2022 en la edición 1024 del semanario Ríodoce.