El sorpresivo operativo militar en la avenida Paseo del Atlántico

OPERATIVO DE LA MARINA.

Durante un operativo instrumentado por elementos federales, la mañana del 14 de julio, fueron detenidos  Carlos “N”, José “N”, Bertha “N” y Yesenia “N”, en la avenida Paseo del Real, número 71, del fraccionamiento Club Real de Mazatlán.

Después del cateo que habría empezado desde las 5:30 horas, y terminado pasadas las 18:18 horas, los federales salieron del fraccionamiento llevándose consigo vehículos de modelo reciente: una camioneta Baic, un Mazda Gris, un Mini Cooper, y tres motocicletas deportivas en un camioneta Cheyene Negra.

Asimismo, en una camioneta blanca, aparentemente oficial, pero no rotulada, se observaron bolsas negras, cuyo contenido no ha sido especificado oficialmente.

Para algunos residentes que fueron despertados por el despliegue militar en el fraccionamiento Club Real, ubicado en el Paseo del Atlántico, en Mazatlán, el operativo realizado por elementos de la Secretaría de la Marina Armada de México, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la Guardia Nacional de México, inició desde las 5:30 horas.

“El operativo del cateo tiene todos los signos de que vienen por alguien pesado”, comentaba un vecino “desvelado” con el que sus interlocutores también “desvelados”  mostraban acuerdo, moviendo sus cabezas afirmativamente.

El solo hecho del despliegue militar había atraído como abejas al panal, a un enjambre de reporteros que desde antes de la 8:00 horas, tomaban fotos y tecleaban sus teléfonos celulares con devoción casi religiosa.

Una arista adicional del movimiento militar era que más de un funcionario municipal y/o estatal del gobierno de la 4T que por azares de la “austeridad republicana” y razones de su propia ‘seguridad’ residen en el fraccionamiento privado, justificaba la cobertura por los vaivenes de la política sinaloense.

El ajetreo de los periodistas llamó la atención de tres soldados de la Marina que por disciplina militar se acercaron a interrogar si los portadores de cámaras y celulares en acción pertenecían al gremio de la prensa.

“ Sí, somos prensa…no somos otra ‘cosa’…y cada quien a lo suyo, ustedes hacen su trabajo y nosotros el nuestro”, respondieron los periodistas con notoria dignidad.

Por las dos rúas, de la avenida Paseo del Atlántico, dividida longitudinalmente como por un tajo asestado en el canal de aguas pluviales, circulaban los vehículos veloces y sólo atendían la velocidad reglamentaria para poder atestiguar que la zona arbolada  “verdeaba” aún más con presencia militar.

Dos patrullas de la Guardia Nacional no paraban de circular por la avenida Paseo del Atlántico con las “antenas” bien puestas hacia cualquier movimiento  de transeúntes, motociclistas y/o conductores de vehículos “extraños”.

Justamente frente al escenario del movimiento de los militares hacían parada obligatoria los camiones urbanos de la ruta de Pradera y Cerritos, donde bajaban personas que laboraban en el fraccionamiento Club Real y de otros lugares comerciales distantes del centro y las colonias del puerto de Mazatlán.

“Yo trabajo a una cuadra de distancia, pero me bajé del caminó  aquí porque vi que no era normal todo esto en el fraccionamiento…”, dijo un joven transeúnte que aseguró ser egresado de la Escuela de Enfermería de la UAS.

Y tenía razón, no era “normal” que en la zona exclusiva del Club Real, los residentes, sus visitantes y los proveedores de los diversos servicios comerciales a domicilio, aparte de tener que lidiar con plumas de seguridad y sus operadores, tuvieran que tolerar el interrogatorio de los militares.

“Desde muy temprano cuando me dijeron que los militares tenían un plantón y operativo en el Club Real, me vine en chinga a ver qué pasaba, pero es hora que no puedo entrar a ver a mis familiares”, dijo un visitante inconforme.

A pesar de que las restricciones militares no duraron mucho tiempo, algunos habitantes del fraccionamiento lamentaban que “por cuestiones de seguridad” esgrimidas por los protagonistas del operativo, limitaran su libertad de tránsito al grado de regresarlos para que permanecieran en sus casas.

En el punto del mediodía, el operativo aun no daba señales de finalizado cuando las “viandas” de comida, agua y refrescos llegaron con la misión de saciar la sed y el hambre de los militares bajo el “ataque” directo de los inclementes rayos solares.

Lo jefes editores de los medios de comunicación desde sus “trincheras” sugerían a sus corresponsales que intentaran entrar al Club Real, para que se percataran con sus propios ojos y oídos sobre el qué, quién, por qué y si era posible saber el para qué del objetivo de donde se operaba el cateo militar.

Fue en esos momentos, cuando se escuchó que en virtud de que el objetivo sería uno de los “jefes pesados” de la plaza, se empezó a recordar el 17 de octubre de 2019, día del “Culiacanazo” cuando la capital estalló en llamas.

“Póngase abusado morro, porque si alguno de los detenidos es uno los jefes pesados, sus operadores de la plaza pueden intentar rescatarlo y se puede dar otro ‘culiacanazo’”, aconsejó a su reportero un editor de un diario de Mazatlán.

El operativo militar  había durado aproximadamente 12 horas, pero en la memoria de los vecinos de la casa marcada con el número 71 del fraccionamiento Club Real, permanecerá como si hubiera sido una eternidad.

Artículo publicado el 17 de julio de 2022 en la edición 1016 del semanario Ríodoce.

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