Está de risa.
El nivel de participación será a lo sumo el 20 por ciento de la lista nominal, dos de cada 10 credencializados habrían participado en la consulta de revocación mandato y el resto por múltiples razones decidieron no hacerlo.
Fue un fracaso y se busca una salida graciosa, es como cuando se hace el gasto en una comida con invitados y se monta la mesa para 10 comensales y terminan solos los anfitriones.
Ahora, habrá que quemar 80 millones de boletas que no se utilizaron y que no sirven para un carajo… y eso que estamos hablando de un gobierno que se dice austero.
Pero, volviendo a la comida, al día siguiente en lugar de preguntarse porque la gente no llegó se dice que la comida fue un éxito y que habrá comida para todo el mes.
Así parece que lo ven los dirigentes obradoristas cuando afirman “pero, hombre, nos fue mu, bien de cada 10 que votaron nos apoyaron nueve”. No importa que sea dos de cada 10.
¿Habrá mejor manera de presentar la percepción psicológica del vaso medio lleno y no medio vacío?
No, seguramente no.
Claudia Sheinbaum exultante lo dice más claramente cuando afirma que con ese 20 por ciento de participación en la Ciudad de México los capitalinos “quieren” a López Obrador y de alguna forma a ella y es que implícitamente está en el inconsciente, el deseado, “ya se les olvidó por lo que votaron en contra en los comicios de 2021”.
Pero hay que ser optimista, para que volver la vista hacia el enorme abstencionismo del 80 por ciento si “ya ves como es la raza”, es tiempo de vacaciones, de estar en familia y era Domingo de Ramos.
¿Para qué aguar la fiesta?
Mejor ver para adelante.
Que las cosas no están tan mal.
Que son rollos de la oposición y, diría en ese tenor el presidente López Obrador, saqué la mitad de los votos de 2018 con un tercio de las casillas, imagínense que hubiera pasado si se hubieran puesto el 100 por ciento.
¡Multipliquen!
Es más, aun con todas las trampas del INE, dirá satisfecho, obtuve más votos que Felipe Calderón, Ricardo Anaya y José Antonio Meade, claro, cada uno por separado.
No está tan mal, ¡está muy bien! —lo dice seguramente mirándose en el espejo de cuerpo entero.
Vamos, a lo que sigue.
¿Qué es? La reforma electoral, hay que quitarles el INE a los conservadores, esos que no quieren la democracia, ganan mucho dinero, más que el presidente de la República, son unos fifís, viven como ricos.
Oiga, señor, pero eso está en chino, no tenemos mayoría y no hemos sacado la reforma eléctrica.
¿No siente usted que es inoportuno plantearlo?
¿Cómo? Si, inoportuno —responde el interlocutor.
¿Qué te pasa, ya te me estás haciendo conservador?
Que no sabes que la política nunca duerme y hay que imponer la agenda para que la gente hable de los temas que le interesa al movimiento ¿Por qué crees que idee las conferencias mañaneras? No fue para salir hacer ejercicio. Mira, no importa el resultado, lo que importa es el medio, el momento y verlo con optimismo.
¿O qué?
Imagínate cómo me vería hablando del abstencionismo y los votos nulos. No, hay que hablar de la participación, y cómo nos favoreció, de ese 90 por ciento, es lo que quiere ver la gente, que haya presidente super apoyado con el 90 por ciento.
Ya tengo el apoyo para cerrar el sexenio.
Y luego, para irme a Palenque, a La Chingada pues, jaja.
¡Que se chinguen los aguafiestas!
Hay que seguir con la transformación de México y acabar con los conservadores.
El político siempre querrá ver el vaso medio lleno, es el resorte para seguir en el ánimo, en la percepción, la gente no tiene tiempo para estar obsesionado con lo público y le gusta que su alter ego, si lo tiene, le trasmita buenas noticias.
Y ahí está el ejemplo, al presidente le basta la simplificación de lo sucedido, el “ganamos”, “vamos bien”, “continuemos con la transformación”, ¡Viva la 4T!, no tiene tiempo, ni quiere entrar en berenjenales; y lo que sorprende es que Claudia Sheinbaum, mujer de ciencia, como es la doctora en las ciencias duras, haga lo mismo, que su pensamiento complejo se convierta en simple, binario, emocional, como esa sonrisa que ha aparecido desde que le dijeron que podría ser la buena, la próxima candidata de Morena a la Presidencia… y ahora no para de sonreír a la menor provocación.
Ya veremos, mientras, está de risa, y sacar miel de donde no hay.
Artículo publicado el 17 de abril de 2022 en la edición 1003 del semanario Ríodoce.