Óscar Blancarte, medio siglo de vida ‘iluminando’ la pantalla grande

ÓSCAR BLANCARTE. Profeta en su tierra. Foto ISIC.

Sostiene el cineasta Óscar Blancarte que hacer cine es la única manera de exorcizar a la muerte

“Cuando yo era joven en un día como hoy, murió mi abuela la mamá de mi padre que eran de San Ignacio, y le pregunté un día a mi padre: papá qué es la muerte; y él como buen ateo, como buen agnóstico, que yo le quise poner así, digo dudas, dudas que exista Dios. Le pregunté qué es la muerte. Y me contestó: es la nada, es la oscuridad”.

“Hacer cine es la única manera de exorcizar a la muerte, y desde entonces, por eso hago cine”, dijo el cineasta Óscar Blancarte Pimentel, homenajeado la noche del 1 de abril, por el Instituto Sinaloense de la Cultura.

“Cuando yo era joven, hace ya algunos años, me pusieron a mí en el homenaje medio siglo, ¡puf! dije yo, qué cosa ya me voy a morir, dije, bueno, me gustó, me gustó medio siglo, porque no cualquiera vive medio siglo, menos haciendo cine”, expresó.

Esa noche en el Museo de Arte de Mazatlán no sólo fue de nostalgia (regresar atrás), sino también de mitos, leyendas, cuentos de hadas, y la magia del cine, donde Blancarte, de memoria, sin utilizar acordeón, recordó una anécdota del eclipse de la muerte, pero que lo iluminó y decidió su vocación de cineasta.

“Yo muy triste ese día me fui al cine Ángela Peralta que era mi segundo hogar, y me senté en la séptima butaca donde siempre me sentaba yo de niño, porque era mi butaca selecta para ver películas, y de repente se hace la oscuridad, dije: la muerte, la muerte”.

De pronto, como ocurre en el dos veces milenario Génesis, donde alguien dijo hágase la luz y la luz se hizo, un haz de luz surgió detrás del entonces joven cinéfilo y se iluminó la pantalla y Óscar Blancarte dijo: “¡la vida, hacer cine es la vida!”.

“Me salí pensando que tenía que hacer cine” ese día había una tormenta muy grande aquí en la ciudad y me refugié debajo de una amapa (árbol) que estaba por la avenida, y protegidos el árbol y yo de la tormenta y de los relámpagos, los rayos que caían sobre Olas Altas me iluminé y sentí que tenía que hacer cine y dije: es la única manera de exorcizar a la muerte; y desde entonces por eso hago cine”.

Cuando emigró a la ciudad de México con su maleta cargada de ilusiones, nunca pensando en reconocimientos, en premios, pero sí pensando en su pasión y en su deseo de lograr hacer cine, que era su más grande pasión.

“Ahí conocí al Indio Fernández, a María Félix, a don Alejandro Galindo, a Matilde Landeta, la primera directora de cine en México, a Marcela Fernández, todos me dieron oportunidades de estar con ellos”.

Blancarte Pimentel recuerda muy bien que Marcela Fernández le dijo: “te voy a dar la oportunidad, chiquito, de hacer cine, muchacho.”

El muchacho con vocación de cineasta se sentía muy orgulloso, porque vería cómo se hacía cine y en se veía en el futuro haciendo películas y se entusiasmó cuando otro joven ayudante le informó que le habían encargado “jalar” cables dentro del Set donde en la vida real vería cómo hacer cine.

“Yo dije voy jalar cables, voy a estar dentro del set, voy a ver cómo se hace cine, siempre he sido muy positivo, no me pagaron pero siempre fui positivo; y desde entonces me he sentido muy protegido por mis maestros de cine que me enseñaron los trucos y la magia de capturar y fabricar imágenes en movimiento”, recordó.

El director de cine, dijo que ha hecho muchas películas en Sinaloa, y conoce tanto Sinaloa, como toda la república mexicana, porque hizo muchísimos documentales para el Instituto Mexicano del Petróleo, el Canal 22 y el Canal 11, que tienen su sede en la Ciudad de México.

“Sinaloa es un semillero de talentos y de oportunidades, también un lugar de mucha desigualdad social, pero también donde hay muchos Pedros Infantes, muchos Élmer Mendoza, muchos Leónidas Alfaro, muchos Inés Arredondo, a la cual conocí, muchos Óscar Liera, muchísimas Rebecas Llamas (Rebeca Llamas, oriunda de El Rosario), muchísimos Ferrusquillas”, dijo.

Desde esa perspectiva, Blancarte Pimentel insiste: “cientos de talentos que hay en Sinaloa y que en nuestra labor nos obliga a luchar porque la cultura sea una parte importante de todos los sinaloenses”.

Y es que el artista tiene una convicción: “La ignorancia es el peor de los males, creo que la ignorancia conduce a la desigualdad social, creo que la ignorancia no permite salir de las cadenas de la esclavitud”.

El cineasta agradeció a sus hijos León y Camila, “porque ellos tuvieron un padre un poco ausente, haciendo películas yo en diferentes partes de la república”, pero también, quiso agradecerles porque son el espejo de su alma.

En esa tesitura, antes agradeció tanto al gobernador del estado Rubén Rocha Moya, como a Juan Avilés Ochoa, y Miguel Ángel Ramírez Jardines, ambos funcionarios del ISIC, por haberlo homenajeado en su tierra natal Mazatlán.
El cineasta, quien lucía barba cerrada, como un profeta en su Sinaloa, dijo:

“Mazatlán me lo llevé no con nostalgia a la ciudad, sino como un estado del alma, y desde entonces ese cachito de cielo lo llevo en mi cielo, lo llevo en mi corazón; yo no sé si el cine es mejor que la vida, pero lo que sí puedo decir es que sin el cine no sé si valdría la pena vivirla; muchas gracias”.

El director de La Promesa, Princesa, El Jinete de la Divina Providencia y Dulces Compañías, entre otras películas, ha denunciado la desigualdad social en Sinaloa, pero también, durante su paso por el Instituto Municipal de Cultura, Turismo y Arte (IMCTAM) de Mazatlán, denunció la presunta corrupción de éste.

No hay que olvidar que en 2018, Blancarte Pimentel ayudó con la famosa “yo tengo la fórmula”, al alcalde Luis Guillermo Benítez Torres, el “Químico” Benítez, a llegar al poder, por lo que éste lo nombró director del IMCTAM, pero su paso fue efímero porque su jefe político le dio al espalda, cuando intentó desmantelar la supuesta estructura corrupta del centro cultural mazatleco.

Por ello, aunque en su discurso no nombró al “Químico” Benítez, quien fue el gran ausente en el Museo de Arte de Mazatlán, Blancarte Pimentel expresó:

“Que la honestidad como principio básico de la humanidad es un poder moral, por encima de todo, quien no es honesto no vale la pena que le llamen hombre; la traición que es un derivado de la deshonestidad, hace al ser humano condenado, como decía Dante (el poeta autor de la Divina Comedia), en su infierno, a las cadenas de toda la eternidad”.

-¿El gobernador Rubén Rocha Moya, lo “apapachó” con un homenaje, pero el “Químico” Benítez lo desdeñó a usted durante su paso por el IMCTAM?- preguntó Ríodoce al homenajeado.

El cineasta se separó de familiares y amigos que le deseaban muchos días de esos, para responder tajante y sereno:

Así es, pienso que cada quien en su lugar, cada quien en su lugar. Hay que olvidar, tirar a la basura a la envidia…olvidado. Hay que darle vuelta a la página”.

Artículo publicado el 03 de abril de 2022 en la edición 1001 del semanario Ríodoce.

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