Fe, esperanza y caridad

EL PRESIDENTE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR.

Agradezco a Ríodoce su hospitalidad y amabilidad.

Se insiste en que la oposición en México carece de una narrativa, de un discurso, de un relato que le permita reconectar con ese electorado, que veleidades aparte, mantuvo fidelidad al PRI, luego al PAN y de nuevo al PRI, con una querencia que parecía no tener fin.

No coincido con quienes sostienen esa carencia absoluta de discurso, porque es un hecho que la oposición está ahí; se ve; en 2021 ganó media Ciudad de México y logró despojar a Morena de la mayoría calificada en la Cámara de Diputados. Gracias a ello es que todavía existe el INE y por lo mismo no ha podido pasar la regresiva propuesta de reforma constitucional en materia de energía eléctrica.

¿Entonces qué pasa? ¿Por qué esa percepción de “desvanecimiento” opositor?

La respuesta son dos grandes factores: la popularidad del Presidente y la poca efectiva forma en que PAN, PRI y PRD, pretenden minar dicha aceptación, utilizando el discurso de la corrección política y los llamados “datos duros”.

Andrés Manuel acostumbró a la gente al discurso político, duro, directo, ofensivo y cargado de adjetivos por lo que las respuestas “correctas” que recibe de los opositores a nadie le llaman la atención.

Los “datos duros” sobre crecimiento, aumento de la pobreza, devaluación, inflación y corrupción, los utiliza la oposición para exhibir lo que califica como pésima administración gubernamental, pero esos indicadores, por más sustento que tengan no compiten con “los otros datos”.

La razón es que desde su campaña y el púlpito mañanero, Andrés Manuel entró y se mantiene en lo más recóndito de las creencias de gran parte del electorado.

Sí, ¡En las creencias!, en el dominio de lo subjetivo; no en esos campos de la evaluación material con datos de INEGI, del CONEVAL y del Banco de México, sino en esa psique profunda del mexicano que quedó atrapado entre la mitificación de la pobreza y el avance a una modernidad inequitativa y con grandes brechas de desigualdad.

A partir de las virtudes teologales del cristianismo: Fe, Esperanza y Caridad, pareciera que AMLO construyó, no solo su discurso, sino toda su estrategia para entrar y permanecer en ese espacio del inconsciente personal de muchos mexicanos.

Despertó la fe, al presentarse como un ser humano al que le tocó la sagrada misión de reivindicar al pueblo y ha seguido alimentando esa devoción con su tendencia a la victimización y con clichés como el de “yo ya no me pertenezco”.

Deposita en el inconsciente de sus seguidores, la imagen de un hombre colosal, una especie de semidiós, en vías de la consagración absoluta que a diario se ve acechada por los “conservadores”, los “neoliberales”, los “chayoteros” y todas esas “fuerzas del mal” que quieren destruirlo.

Generó esperanza de una vida mejor y ofreció el triunfo a quienes, por real marginación o producto de su propio resentimiento estuvieron siempre excluidos del poder.

La caridad, la practica como acción política con la esencia del cristianismo y la condiciona a que guarden sus mandamientos para permanecer en su amor, de ahí su publicidad de que “si quieres que siga habiendo becas, que se quede AMLO”, “Estás conmigo o estás contra mí” y demás frases similares que van direccionadas a dejar el mensaje de que todo el que “en la arena deje su barca” y lo siga, recibirá de su caridad y tendrá un espacio a su lado, sin importar su pasado de corrupción y “pecado”.

Realismo mágico, religión y asistencialismo (bien aprendido en Tabasco, cuna de la “industria de la reclamación”), aunado a la frivolidad y corrupción del Gobierno de Peña Nieto, fueron el campo fértil para el sembrado y germinación de esas creencias que con habilidad se reafirman diariamente desde La Mañanera.

Pareciera entonces que la oposición no la tiene fácil para vencer ese sincretismo entre religión y política, sin embargo, las últimas mediciones arrojan números a la baja en cuanto a aprobación presidencial, sobre todo en las clases medias e ilustradas, como el propio presidente lo ha reconocido y reprochado motejando a esos ciudadanos como aspiracionistas.

A ese sector del electorado no lo puede atrapar con la caridad, salvo a quienes tiene en la nómina del gobierno o con jugosos contratos publicitarios o de obra pública.

Si algo de esperanza logró transmitirles, a estas alturas ya la perdieron, porque leen, se informan, cuestionan, creen en los datos duros y no se van a ciegas con los otros datos.

¿Y la fe?, la fe nunca fue tal. Lo votaron por el hartazgo de la frivolidad y corrupción del peñato y ahora están convencidos que apoyaron el retroceso.

El domingo 10 de abril habrá jornada electoral de “revocación de mandato” y en junio elecciones en seis estados, el Presidente se mantiene en su estrategia de las “virtudes teologales”, pero como dijera el clásico: no es lo mismo Los Tres Mosqueteros, que Veinte Años Después…

El autor es Notario Público.

Artículo publicado el 03 de abril de 2022 en la edición 1001 del semanario Ríodoce.

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