“‘El norte sobre el vacío’ no es otra película de narcos sino de masculinidades?”: Alejandra Márquez

Alejandra Marquez, foto 3

Con su tercer trabajo fílmico de larga duración, estrenado mundialmente en la Berlinale, y a la espera de que se exhiba este año a través de Amazon, la cineasta mexicana Alejandra Márquez Abella (Las niñas bien, 2018) declara que El norte sobre el vacío no es una película de narcos, sino de cómo se construye cierta masculinidad

Con tres largometrajes en su haber y una fulgurante carrera que la ha colocado en los grandes escaparates del séptimo arte, Alejandra Márquez Abella (San Luis Potosí, 1982) forma parte de una pléyade de mujeres cineastas mexicanas que han captado la atención en los prestigiosos festivales del cine mundial, lo mismo en Cannes que en Venecia, San Sebastián o Berlín, en cuyo festival hace unas semanas se dio el estreno mundial de su nuevo filme, El norte sobre el vacío.

Además de Márquez Abella, en esa lista de cineastas mexicanas destacan Natalia López Gallardo, ganadora del Oso de Plata en la reciente Berlinale, con Manto de gemas; Claudia Sainte–Luce, Cris Gris, Tatiana Huezo, Yulene Olaizola y Fernanda Valadez, entre tantas más, quienes se han decantado por filmar historias complejas, que rehúsan el maniqueísmo y vierten el temple de las mujeres y su modo particular de habérselas con un mundo plagado de violencias, discriminación y desapariciones forzadas y que, por su calidad estética y argumental, atrae la atención del público y la crítica en los festivales.

“Hay una atracción temática, sin duda”, reconoce Alejandra. “México es un país con muchas caras, con mucho terror, pero con muchísima vida, y esa experiencia en el mundo llama la atención y cada vez más consolida la presencia del cine que hacemos en México (…) pero hay algo que tiene que ver también con el oficio y la manufactura, siento que en México se hace ya un cine de muchísima calidad, con un nivel artístico bastante alto”.

El norte sobre el vacío reafirma esta percepción. Además de su extraordinaria factura, el ambiente costumbrista llevado a un culmen estético, con un equipo de filmación encabezado por mujeres, la historia de un héroe campirano asolado por el narco en el noreste de México es el contexto para hablar de una determinada construcción de masculinidades, desde una mirada femenina, en una región específica del mundo, y sin embargo correlativa a otras latitudes, en la que se abordan también el dominio de la otredad, la posesión y disputa por la tierra, y otras violencias que impregnan el aire ya de por sí caliente en la planicie serrana, como las tensiones entre el ser humano y la naturaleza.

Más que una denuncia, un cuestionamiento

Filmada en Villagrán, Tamaulipas, en el rancho La Purísima, El norte sobre el vacío borda la historia de Reynaldo (Gerardo Trejoluna), un cazador orgulloso rodeado de mujeres silenciadas en un típico pueblo de machos, que defiende a muerte su propiedad tras el acoso de un grupo criminal.

La ficción está inspirada en hechos reales que ocurrieron hace más de diez años, allí mismo en Tamaulipas, donde Don Alejo Garza Tamez fue acribillado por sicarios por defender su rancho “San José”. Sin embargo, Márquez Abella aclara que “No es otra película de narcos”.

“No es propiamente una denuncia de la violencia y el narco”, detalla la cineasta potosina. “Por supuesto que eso también pasa, pero está en otra capa. A mí lo que me llama son los temas que están escondidos en las historias. En ese sentido, El norte sobre el vacío se trata más bien de la construcción de ciertos valores asociados a la masculinidad, en una sociedad que oprime muchísimo a las mujeres, pero también muchísimo a los hombres. La pregunta que yo me quise hacer, el motor que me llevó a filmarla, es por qué a los hombres se les educa para sentir que tienen que ser héroes valientes”.

Explica que tampoco se puede dejar de contar esas historias, porque eso es lo que está ocurriendo, y el lenguaje cinematográfico es justamente una manera de ponerlas en el foco sin necesariamente hacer apología de la violencia o contribuir a la reproducción de los arquetipos. “No creo que alguien vea mi película y diga ‘yo quiero ser malandro’, para nada”.

Hay una pegunta que escucha con frecuencia, comparte: “’¿por qué se la pasan llevando estos temas de violencia a los festivales, como si en México no hubiera otra cosa?’. Me siento hasta agraviada, porque no se trata de eso; para entrarle a esos temas hay que pensar y desmenuzar la realidad”.

Es un asunto estructural

En el colorido paisaje de El norte sobre el vacío se avizoran elementos que remiten a muchas formas de violencia estructural que permean en la vida de las personas: la relación de los humanos con la tierra, con la naturaleza, la necesidad de emigrar, la pérdida de horizontes y oportunidades, el despojo del territorio, la marginación de los pobres en las periferias urbanas.

“Lo que la película intenta plasmar es que la violencia no es sólo la que está en los titulares, nuestra vida implica una serie de actos de violencia que van desde cómo educas a tus hijos, bajo qué cánones construyes su identidad, hasta cómo nos alimentamos y cómo llega la comida a nuestra mesa”, cierra la cineasta.

La directora anticipa que El norte sobre el vacío estará disponible este año a través de la plataforma Amazon, aunque no precisa la fecha.

Artículo publicado el 20 de marzo de 2022 en la edición 999 del semanario Ríodoce.

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