Qué come usted: Ricolino Kranky

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Es un poco complicado encontrar información de algunas marcas últimamente. Dando un rol por internet podemos ver que no hay página web de Ricolino, pero sí una página empresarial de Facebook que funge a su vez como centro de ayuda, quejas y comunicación y tiene medio millón de seguidores.

En ella se encuentran publicaciones tales como recetas que combinan productos de Ricolino (muy calóricos, por cierto), quejas sobre paletas Payaso que saben a jabón, Panditas deformes, Gomilocas con algo que aparentan ser hongos y una, en especial, que renegaba porque el payaso de la paleta había desaparecido, esto por efecto de la norma que obligó a retirar a los personajes de los empaques. Dentro de todas estas y otras publicaciones hay un común denominador: adultos.

Las interacciones en esta página de Facebook, regularmente, son con adultos, que se quejan de nimiedades como que el pandita está derretido o el payaso salió con el ojo volteado. Y aunque parezca broma, esto es normal. La nostalgia juega su papel, y esta solo existe después de la inocencia, de la niñez.

México es el segundo lugar de Latinoamérica en consumo de dulces y golosinas, donde solo lo supera Brasil, y es el primero en obesidad, donde casi ocho de cada 10 mexicanos tienen problemas de sobrepeso u obesidad.

Es precisamente en la adultez donde radica el problema principal de alimentación que vivimos en nuestro país, mismo que se permea hacia la niñez y la juventud de manera casi condenatoria.

Empaque

El empaque de Kranky tiene como base el color rojo. En la parte superior de la bolsa se exhiben tres sellos de la Secretaría de Salud que abarcan una porción considerable del empaque: exceso de calorías, exceso de azúcares y exceso de grasas saturadas, la primera señal de alerta. Al centro podemos encontrar el nombre de la marca en fuente azul sobre un fondo blanco. Bajo este, una gran “K” que simula transparencia, misma que cae sobre una corriente de chocolate, y en la cual podemos ver la forma del producto al interior de la bolsa.

En la parte trasera encontramos la declaración nutrimental con un total de 226 calorías por empaque. El desglose de los sellos vistos al frente se vuelve más claro de este lado de la bolsa. Las grasas totales equivalen a 9 gramos, de los cuales 8.5 son de grasas saturadas de origen vegetal. Esta pequeña bolsa tiene además 16.5 gramos de azúcar en 50 gramos de contenido, es decir, un tercio de su peso. En cuanto a los carbohidratos, hay 32 gramos en total y de una fuente muy mala, representada principalmente por la gran cantidad de azúcar ya mencionada y harinas refinadas. La conjunción de grasas y azúcares justifican el sello de exceso de calorías.

Como entrega adicional, en la misma parte trasera encontramos una invitación de grupo Bimbo a llenarnos de energía realizando 30 minutos de ejercicio al día. Bueno, en realidad, según un estudio de la Escuela de Medicina de Harvard, ese es el tiempo que se necesitaría correr para quemar las calorías en este empaque; unos ocho kilómetros, aproximadamente.

Ingredientes

Las hojuelas de Kranky están elaboradas con 19 ingredientes,11 para la cobertura sabor chocolate y ocho para la hojuela. En ambos casos, azúcar es el primer ingrediente. La cobertura además contiene grasa vegetal hidrogenada, leche, cocoa, estabilizantes y saborizantes. La hojuela además de azúcar tiene ingredientes como sémola de maíz, cocoa, almidón, harina de trigo, goma arábiga y goma laca, esta última es utilizada como agente de alcalinidad, aunque tiene distintos usos, uno de los más comunes es en la industria de carpintería como cobertura para superficies de acabados naturales.

Normativas para un dulce transgeneracional

No es una teoría, es una afirmación. Soy testigo, todos lo somos. Los más dulceros son adultos. Los niños son menos salados, menos ácidos, y un poco menos picantes, quizás por eso prefieren lo dulce, pero tienen a favor que son impulsivos, que los mueven los sentidos. A nosotros los adultos, se supone que nos mueven los impulsos y los sentidos, pero los filtra la consciencia.

En defensa de las normas, esas que obligan al etiquetado y ofenden por retirar los personajes, lo que se busca es evitar la continuidad del gusto por lo dulce, en especial este tipo de dulce cargado de harinas y grasas y no replicarlo, o hacerlo menos, en las siguientes generaciones. Se busca que los adultos no añoren golosinas de este tipo, que no las promuevan, que no las inviten a sus hijos, que no les siembren el vicio y ellos no hagan lo mismo con sus hijos.

Artículo publicado el 02 de enero de 2022 en la edición 988 del semanario Ríodoce.

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