Pobreza y educación en Sinaloa

deserción

En plena revolución tecnológica, no reciben educación, once de cada cien sinaloenses que están en edad escolar.

Ciento once mil personas de entre 3 y 21 años no asisten a la escuela en nuestro estado. 45 mil son niños menores de 15 años y 66 mil son jóvenes, reporta el INEGI.

También padecen rezago educativo el 12 por ciento de quienes tienen entre 24 y 39 años pues no recibieron la instrucción secundaria completa.

De este modo, ochenta y un mil sinaloenses en edad central de su vida no cuentan con la información y habilidades que les garantiza la constitución.

Más profunda es la carencia de educación entre los mayores de 40 años, pues uno de cada cuatro no tienen la primaria completa, un total de 305 mil sinaloenses.

No es justa una sociedad donde algunos de sus miembros no tienen acceso a las condiciones mínimas para desarrollarse.

En Sinaloa se puede dar educación a todos sus habitantes. La situación actual no es el resultado de unas fuerzas inexorables, sino la consecuencia del modo como hemos actuado todos, con mayor responsabilidad de las autoridades de los tres ordenes de gobierno.

Es posible abatir este problema social, de hecho en nuestro estado, de 2018 a 2020, se disminuyó el rezago educativo, a diferencia de lo que ocurrió a nivel federal, donde aumentó ligeramente.

En Sinaloa bajó de 17.9 a 16.8 por ciento el porcentaje de población con esta carencia y nacionalmente subió de 19.0 a 19.2 por ciento.

Diríamos que, contra lo que ocurre en todo el país, hemos dado pasos en el sentido correcto, algo se ha hecho bien, pero vamos a un ritmo muy lento.

Los casos de éxito en este mismo país en estos dos años nos muestran que no es una utopía abatir la carencia de educación.

La inasistencia a preescolar, primaria y secundaria se reduce con la dotación de infraestructura y docentes en donde hacen falta, complementado con el incremento de los servicios especiales a niños y jóvenes con discapacidad.

Debemos aspirar a tener ritmos de reducción de un punto porcentual por año, como Campeche, y reducir al mínimo este problema en seis años.

El presupuesto estatal para obra y mobiliario del nivel básico debe duplicarse.

Es necesario el apoyo, también duplicado, del gobierno del presidente López Obrador.

El presupuesto para infraestructura educativa del gobierno central para todo el país se redujo de mil 107 millones de pesos en 2019 a 246 millones, en 2021 mientras que el programa federal “la Escuela es Nuestra” para mantenimiento de los planteles maneja 12 mil millones aunque sin asesoría técnica ni supervisión sobre la transparencia en el uso de los recursos.

Por otro lado, la inasistencia escolar de los jóvenes de 16 a 21 años aumentó en todo el país de 2018 a 2020. Desertaron 420 mil más para llegar a una cifra Nacional de 4 millones 121 mil.

Las becas del gobierno federal no impidieron que aumentara el problema. Cuando los recursos son escasos no es pertinente que se entreguen a todos por igual como lo hace el presidente.

Las familias mexicanas reportaron al INEGI que los hogares más pobres recibieron 29 por ciento menos recursos de ese programa que los hogares más ricos. La razón es que en los más ricos hay más jóvenes en el bachillerato que en los más pobres, donde suelen desertar antes.

Deben reorientarse las becas para que ayuden más ampliamente a quienes tienen riesgo de desertar por razones económicas y a las decenas de miles que están fuera del sistema educativo para que se reincorporen a él.

Las consecuencias de que los jóvenes abandonen la escuela siempre son graves, que no nos suceda como en Baja California donde en estos dos años pasaron de 96 mil a 125 mil desertores.

En Sinaloa se mantuvo la inasistencia juvenil en el mismo nivel, 41 por ciento. Mejorando el destino de las becas y las opciones educativas se puede avanzar.

En cuanto al rezago educativo de los adultos, Sinaloa registra una práctica exitosa implementada entre 2014 y 2016, con lo que se redujo el número de afectados por este problema de 402 mil a 309 mil. Consistió en un programa especial de movilización de empresas, dependencias y organizaciones como parte de la Cruzada Nacional contra el Hambre.

El sistema educativo puede potenciar la riqueza y el bienestar o puede provocar desigualdad y pobreza.

Metas insignificantes, inercia burocrática y presupuestos ínfimos son elementos que pueden condenar a cientos de miles de sinaloenses a padecer rezago educativo.

La falta de educación seguirá siendo una causa de la pobreza si no se resuelven estos problemas.

Artículo publicado el 29 de agosto de 2021 en la edición 970 del semanario Ríodoce.

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