¿Qué hay detrás del cogobierno Ordaz-Rocha?

ROCHA EN PALACIO. Quirino a la orden.

¿Alguien ha notado la incorporación del gobernador electo en actos y tareas institucionales de gobierno cuando todavía faltan tres meses para que asuma el poder? La semana pasada comentaba su presencia en los actos del presidente de la república, desde que arribó al aeropuerto de Culiacán, hasta el evento de San Ignacio, en una presencia que hacía par con el gobernador Quirino Ordaz Coppel. No parecía haber distingos. Por lo menos Andrés Manuel López Obrador no los hacía. Se trata, dijo –luego de una reunión que sostuvo con el gobernador sobre temas de seguridad, donde también estuvo Rubén Rocha–, de que haya una “transición ordenada, reconciliación”. Días después vino el director general del IMSS, Zoé Robledo, y el gobernador electo estuvo en todos los eventos. Y un día antes, ambos gobernadores –el gobernador constitucional y el gobernador electo– se reunieron con los familiares de las dos jovencitas asesinadas hace más de un año en Sanalona…por petición del presidente.

Y no es que esto sea malo. Es atípico y por eso hay que leer sus significados. La cercanía de Rocha con Quirino no fue desconocida para nadie. Fue su coordinador de asesores y años antes habían coincidido en la administración de Jesús Aguilar Padilla, pero ya durante la campaña los dos tenían que asumir su papel, por eso de pronto pudimos ver esos desencuentros. Y aunque nunca fue priista, Rocha ha estado durante al menos 15 años muy cerca de círculos importantes de ese partido. Así que, peleado a muerte con ellos, no está.

Hay algunos antecedentes de esta situación que vale la pena recuperar. Uno es que desde que Rocha fue ungido candidato se habló de que algunos acelerados –no precisamente él—ya le estaban proponiendo a Quirino instalar una mesa de transición. No iniciaban todavía las campañas y ya daban por hecho su triunfo. Se lo pregunté a alguien muy cercano al gobernador y lo negó. Pero luego trascendió el escándalo que le fue a hacer Polo Palafox al fiscal Juan José Ríos Estavillo para que fuera entregando la oficina, también antes de que arrancaran las campañas. Entonces, algo de cierto traían esos ruidos.

Ahora todo es institucional, pero es evidente que la entrega se ha estado acelerando al grado de que se puede hablar de un cogobierno de facto. Nunca se había visto algo así. “Es que nunca había perdido el PRI”, me dijo alguien. Pero no es eso. Y sí había perdido cuando le ganó Malova a Jesús Vizcarra en 2010. Y no ocurrió lo de ahora; los equipos se atuvieron a los tiempos normales de entrega-recepción. Eso sí, la parte que entregaba, lo hizo con una disposición que sorprendió incluso a los que recibían. ¿Quién estuvo a cargo de la entrega? Quirino Ordaz Coppel, que había terminado en la administración de Jesús Aguilar Padilla como secretario de Administración y Finanzas.

Ahora Quirino Ordaz no solo está entregando el gobierno: se está entregando él. Y lo está haciendo por conveniencia, porque la derrota descomunal que le infringió Morena el 6 de junio lo descobijó. Se quedó sin Congreso, con un partido en hilachas donde los dirigentes voltean más a ver a Rocha que a él y sin asideros políticos a nivel nacional debido a la gran derrota que sumó su partido en las elecciones pasadas, que vino a agudizar aún más la crisis que ya vivía. De tal modo que, bajo esas condiciones, no es posible ponerse moños.

Con respecto a Rocha, el tema es otro: qué va a hacer con el pasado. No fue casual que el gobierno de Aguilar le facilitara tanto las cosas al gobierno entrante encabezado por Mario López Valdez. Si hubiesen querido meten a varios de los funcionarios salientes a la cárcel. Pero no llegaron con esos afanes. Su prioridad era robar y así se ha demostrado hasta en los tribunales.

Por ello, tanta miel en este periodo de transición, solo puede sugerir que habrá borrón y cuenta nueva. Y hasta en eso Rocha estaría emulando a López Obrador, que ha hecho del tema de la corrupción un discurso hueco. La única que ha pagado con cárcel aquí se llama Rosario Robles y, puede afirmarse sin lugar a dudas, que es más bien por una venganza personal.

Bola y cadena

A PRINCIPIOS DE AÑO ALGUIEN ME DIJO que, durante la visita de AMLO a Sinaloa, en diciembre de 2020, en un desayuno privado que se llevó a cabo en una suite de El Cid, el presidente le preguntó a Quirino qué pensaba hacer ya que dejara el gobierno. Voy a necesitar que me ayudes a cabildear con los diputados priistas de la próxima legislatura, le habría dicho. Se lo pregunté al gobernador poco después y lo negó. “Eso lo inventó… fulano”, me respondió. Pero después de los resultados de junio y ver cómo el propio presidente ha impulsado el cogobierno Ordaz-Rocha, la especie cobra mucho sentido. Al final, como dice un buen amigo, Quirino nunca fue priista. Y, por si fuera poco, se quedó sin nada.

Sentido contrario

ROCHA TIENE EL COMPROMISO de impulsar los preceptos centrales de lo que ellos llaman la cuarta transformación, y eso se entiende. Está convencido de ese proyecto. Por ello no sorprende que, al ser ungido como líder de la mayoría morenista de la próxima legislatura, Feliciano Castro declare que reformarán la constitución para aterrizar en Sinaloa la revocación de mandato para el gobernador, e instituir las consultas como una forma habitual de la democracia participativa. Pero hay cosas que no está obligado a emular, porque también tiene un compromiso con los sinaloenses. Con todos.

Humo negro

DESPUÉS DE UN AÑO Y MEDIO DE PANDEMIA, mucha gente ya aprendió que vale más guardar distancia, usar el cubrebocas, lavarse las manos constantemente, no tocarse el rostro cuando se sale a la calle. Ahora hay que machacar que, si se contrae el virus, hay que atenderse inmediatamente. Pero atenderse bien, hacerse estudios y ponerse en manos de un médico. Dejar correr el virus por el organismo, por desidia, por ignorancia o por miedo, está resultando mortal. En casi todos los casos mortales que conozco, el cuadro es el mismo. O mueren en casa o llegan al hospital cuando ya no hay mucho qué hacer. Cuídese.

Columna publicada el 08 de agosto de 2021 en la edición 967 del semanario Ríodoce.

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