El Gobernador Quirino Ordaz accede a finalizar conflicto étnico

Una sección de policías estatal preventivos fue acantonada en la caseta de peaje de San Miguel Zapotitlán con la misión de evitar la toma por yoremes que ya habían advertido al Gobierno de Sinaloa que se manifestarían en su contra por la intromisión a su gobierno tradicional para minimizar la oposición a lo que consideraban “la planta de la muerte”, como se refieren a la fábrica de amoniaco, metanol y urea que se pretende construir a orillas de la bahía de Topolobampo.

El contingente fue dividido en cuatro escuadras, una por caseta de cobro, y desplazado el resto a los flancos. Sobre la carretera, apostaron dos patrullas como vigías.

En el papel era una emboscada.

Pero la información, la inteligencia para esos casos era torpe, porque nada sabían de los indígenas, que a unos metros, en Choacahui, se reagrupaba procedente de Baymena, San Javier, Nuevo Huites y Baca, de Choix; Jahuara y Mochicahui, de El Fuerte; Bacorehuis, San Isidro, San Miguel Zapotitlán, Vallejo, Lázaro Cárdenas y Ohuira, de Ahome.

Cuando los yoremes aparecieron en el horizonte, ya era tarde para disuadirlos, por lo que la sección de policías formó una fila.

Los nativos reaccionaron entrelazando sus brazos y formaron una cadena humana. Ambos grupos chocaron. Los insultos policiales calentaron el ambiente, que era enfriado por cánticos tribales al ritmo del tam tam tam del tambor y rich, rich, rich de los guajes.

Una y otra vez chocaron, y pareció que la cosa terminaría allí, pero los yoremes desintegraron la retaguardia de la vanguardia, rodearon a los opositores y por los flancos descubiertos les arrebataron las casetas de peaje, que tomaron izando el banner de la Nación Yoreme-Mayo.

Cuando la policía descubrió que habían sido vulnerados por la retaguardia, lanzaron su contraofensiva en escuadras, y luego en pelotones pero todos los intentos fracasaron porque fueron replegados por un mayor contingente. Bravatas, zipizapes, forcejeos, careos se sucedieron consecutivamente en diferentes casetas como teatro de operaciones, pero los yoremes no cedían un metro de carretera.

La policía estatal pidió refuerzos a los municipales, pero estos fueron insuficientes para contener a los nativos que estaban más que resueltos a mantener el frente intacto.

Mientras el sol subía en el cielo, los choques elevaron de violencia.

Fue tal la situación que al sitio llegó un espontáneo. Era Gerardo Vargas Landeros, el aspirante a la gubernatura de Sinaloa que un día se pone la camisa de Morena y el otro la de Redes Sociales Progresistas, que comanda Elba Esther Gordillo. Trató de cruzar a “güevo” la línea yoreme, y fue replegado simple y llanamente. Ofuscado llamó “pendejo” a un manifestante y hasta lo retó a los madrazos. Luego abordó su camioneta y puso pies en polvorosa. Tras él, los yoremes mantuvieron la posesión de la caseta.

Todas las negociaciones para disuadir la toma se estrellaron. Fracasó como gestor, Marco Antonio Osuna, Subsecretario de Gobierno.

Los yoremes fueron firmes: sólo el gobernador, Quirino Ordaz Coppel, podría tener un compás de espera, siempre y cuando resolviera sus demandas ocasionadas por la intromisión oficial en los usos y costumbres de los pueblos.

Cinco horas después de la escaramuza, Julio César Romanillo Montoya, Director de Gobierno, José Joel Bouciéguez Lizárraga, Subsecretario de Gobierno y Ricardo Madrid Pérez, se comprometieron a que Ordaz Coppel los atendería. Los yoremes, aceptaron. La escaramuza terminó oscureciendo. La noche además de sosiego, trajo sorpresas también: los yoremes desenmascararon a un traidor que había aceptado un soborno de miles de pesos para boicotear la protesta. Este fue exhibido y obligado a confesar la felonía en público.

La entrevista con el gobernador duro 15 minutos, el miércoles, y obtuvieron un nuevo compromiso: estaría en el centro ceremonial Virgen del Carmen de Ohuira el lunes 23 de noviembre, y resolvería el pliego petitorio a la usanza de usos y costumbres.

Felipe Montaño Valenzuela, el cobanaro que logró unificar a 15 pueblos originarios y encauzar una rebelión tras un intento de derrocarlo como gobernador tradicional, fue claro, muy claro con las peticiones: respeto, reconocimiento y justicia al gobierno tradicional por el gobierno Yori, cese o desconocimiento de Librado Bacasegua Elenes y sus coordinadores, Emeterio Torres Llanes y Simon Ruiz Lerma como intermediarios entre pueblos originarios y el Gobierno por traidor a las causas y costumbres yoremes, cese de Rosario Peñuelas Castro de Copasi y auditoría a la institución por perpetrador de una conspiración contra los pueblos originarios, reconocimiento oficial para 13 gobernadores tradicionales desconocidos por Librado Bacasegua Elenes y nombramiento de nuevos enlaces institucionales.

Este lunes, Quirino Ordaz Coppel acudió al jinna bakka yoreme, teniendo a Jesucristo y a la Virgen del Carmen como testigo de los acuerdos entre los hombres, y aceptó crear la mesa de justicia indígena que acabe con las pugnas y logre consensos para el desarrollo de los pueblos originarios.

El gobernador ofreció también realizar el enroque de Rosario Peñuelas Castro en la comisión de asuntos indígenas y aceptará propuestas de las etnias para el cargo; y gestionará apoyos médicos y responsos para los comuneros, entre otros derechos, pero lo principal será el respeto y reconocimiento oficial a las nuevas propuestas de autogobierno.

Acepto también desconocer a Librado Bacasegua Elenes como enlace con el gobierno de Sinaloa, y a reconocer en el cargo a las propuestas de los yoremes.