Sinaloa debe ser incluyente

aula de computo

El día que el triunfo alcancemos

ni esclavos ni hambrientos habrá,

los odios que al mundo envenenan

del mundo lanzados serán

El hombre del hombre es hermano

derechos iguales tendrán

la Tierra será el paraíso,

patria de la Humanidad

 

Estrofa de “la Internacional”.

 

Las sociedades más exitosas de la historia son aquellas que han logrado hacer colaborar a mucha gente, que organizan eficazmente la acción colectiva.

En algunos tiempos esa colaboración se conseguía por métodos coercitivos, como la esclavitud.

Los métodos coercitivos provocaron terribles injusticias y miseria por lo que fueron insostenibles.

Las actuales sociedades exitosas basan su prosperidad en la inclusión.

La inclusión consiste en garantizar, al menos, un mínimo de condiciones básicas para que sus miembros puedan llevar el tipo de vida que deseen.

A esas condiciones mínimas les llamamos “derechos” y significan la base para el acuerdo social.

Las próximas elecciones en Sinaloa son un buen momento para reflexionar sobre nuestra capacidad de garantizar derechos pues las sociedades que no lo son, pagan un alto precio: no solo un crecimiento más lento y un PIB menor, sino incluso más inestabilidad, una democracia más débil y una menor sensación de equidad y justicia.

En otros momentos ya nos hemos referido a la inclusión económica y social, los derechos al acceso a la salud, a la educación, etc. Ahora señalaremos algunos pendientes en derechos de reciente generación que la próxima administración deberá atender como prioridad.

Respecto a los derechos personales y a la propiedad, Sinaloa tiene el 54 por ciento de sus viviendas con escrituras, que lo sitúa en la posición doce nacional; registra 225 días para cumplir contratos, lugar 10; sostiene cuatro espacios de participación ciudadana en el gobierno, posición 20; 89 por ciento de inclusión de personas con discapacidad, lugar tres y 45 por ciento de legisladoras mujeres en el congreso estatal, por lo que ocupa la posición 10 en la clasificación del país.

Aquí debemos hacer hincapié en dos rezagos importantes que deben ser abordados.

El primero de ellos es la inclusión digital.

Actualmente el acceso a Internet es un prerrequisito para el desarrollo humano en el siglo XXI. Sin conectividad, las personas y organizaciones pierden posibilidades para participar en las redes económicas y sociales de las sociedades modernas.

El 46 por ciento de los hogares de Sinaloa cuentan con computadora por lo que ocupamos el lugar 15 en el país y el 63 por ciento tienen acceso a internet eso nos ubica en el lugar siete.

Hay tres líneas de política pública a realizar. En primer lugar, la conectividad de los centros educativos. En segundo, el desarrollo de aplicaciones y contenido en línea orientados a atender a grupos de baja conectividad, como adultos mayores y personas con discapacidad. Por último, la inversión en capital humano a través de subsidios de conectividad focalizados en hogares de bajos ingresos con niños en edad escolar.

El otro gran rezago de la capacidad inclusiva de la sociedad sinaloense es la falta de respeto a los derechos de lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI), comprendiendo que el matrimonio civil entre personas del mismo sexo, se coloca en el ámbito de los derechos humanos.

Miles de sinaloenses piden que sus relaciones sentimentales sean sancionadas igual que las de quienes tienen preferencia heterosexual. Ahora, muestran como en los estados del país donde se hace así no ha sucedido ningún perjuicio.

De acuerdo con las normas internacionales, denegar el derecho a casarse, basándose en el sexo de sus parejas, viola los derechos a la no discriminación, a la igualdad ante la ley y a casarse y formar una familia.

Sinaloa debe actuar unido, de forma cooperativa, si queremos resolver nuestros problemas. El gobierno es la institución oficial a través de la que actuamos juntos, colectivamente.

Las personas discrepamos sobre lo que se debe hacer. Esa es una de las causas de que la acción colectiva sea tan difícil. Es necesario que haya compromisos, y el compromiso se basa en la confianza. Tiene que existir la confianza en que todo el mundo va a ser justamente tratado.

Actuar colectivamente resulta más fácil si los intereses y las perspectivas de los integrantes de la sociedad están alineados, por lo menos en términos generales; si todo el mundo está, por así decirlo, en el mismo barco.

La inclusión es la contraparte de la coerción y es el cemento de la acción colectiva, de la capacidad de juntarse para resolver los problemas comunes.

Un aumento de la equidad (y de la percepción de equidad) incrementa la productividad sostiene Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía

Preocuparse por los demás no solo es bueno para el alma; es bueno para los negocios, sostuvo Alexis de Toqueville

Columna publicada el 15 de noviembre de 2020 en la edición 929 del semanario Ríodoce.

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