¿Qué político sinaloense ha sido capaz de convocar una caravana de cientos de vehículos para que sus ocupantes vayan a su domicilio y felicitarlo en su cumpleaños?
Reviso la historia de nuestros políticos más carismáticos y no recuerdo alguno de ellos que lo haya logrado, forzado o no, atraer una caravana de esa extensión —Claro, me atengo a lo publicado por la prensa y los escritos de plumíferos que sin rubor alguno aplauden y exaltan al festejado sin ninguna consideración o matiz siendo el poder tras el poder en la UAS.
Y, aclaro lo de forzado o no, porque cuando había movilizaciones políticas del PRI no eran cientos sino miles los vehículos que salían de todos los municipios para que sus ocupantes estuvieran en un acto político presencial de un candidato a la Presidencia de la República o el destape del elegido a la gubernatura del estado.
O sea, el PRI sabía apretar la cuña a través de los llamados sectores del partido para que las masas estuvieran en tiempo y forma en el lugar indicado y lanzar vítores al elegido, ese mismo que al abandonar el cargo, era olvidado rápidamente bajo la máxima de la monarquía francesa: ¡El rey ha muerto, viva el rey!
Pero ¿cómo explicar una movilización que algunos medios de comunicación calcularon en mil 500 vehículos a favor de un político sin cargo público que tiene un partido que busca ser nuevamente bisagra y que utiliza en cada proceso electoral para conservar algunas de sus prerrogativas y canonjías?
Sea el derecho legítimo a tener diputados y regidores, de representación proporcional, por supuesto, porque no da hasta ahora para mayoría relativa, o para que su grupo mantenga el control de la principal universidad pública del estado.
No es poca cosa, es mucha ganancia.
Claro, los efectivos no han salido de la escasa representación que en estos momentos tiene el Partido Sinaloense (PAS), una diputada y un puñado de regidores, que solo podrían movilizar en el mejor de los casos a sus familias y algunos de sus amigos más incondicionales, más dispuestos a hacer el favor.
Entonces, esa movilización solo pudo haber salido de las “querencias” y el “respeto” que puntualmente es recordado y que, sin duda, se tiene por el exrector de la centenaria casa de estudios.
Y es que así como en este cumpleaños, es como se moviliza a miles en tiempo electoral, llamando a la disciplina y volver por el voto a las comunidades rurales o colonias, donde un día dieron una consulta médica o técnica, arreglaron una muela, llevaron cobijas y barbijos gratis para protegerse del Covid-19 o tramitaron el acceso de un alumno a una escuela de la UAS.
O sea, este singular “culto a la personalidad” a un personaje con tintes providenciales, es más producto de las dádivas que de la generosidad, de la coacción que, del convencimiento, de miedo que del amor por el prójimo o del agradecimiento sin más.
Por eso resulta raro este tipo de manifestaciones, no porque en tiempo electoral “todo sirve” para generar percepción positiva, sino lo sorprendente, lo inaudito, es que en este tipo de movilización no es cualquier sector de la sociedad.
Es de un sector cultivado que proviene la llamada “inteligencia” sinaloense, sí, la que gracias a los contribuyentes abreva al conocimiento científico y tecnológico, a través de las licenciaturas, maestrías o doctorados que deberían ser ejemplo de decoro e independencia, lejos del halago fácil y de la pena de tener que hacer este tipo de manifestaciones, caravanas, que ponen a los universitarios en un estado constante de pena ajena, sumisión y rendición.
Sé que a muchos les molestará que se les recuerde que los universitarios nada deben y que no tienen que realizar actividades que no correspondan a sus funciones específicas en la institución, donde alguna vez abrevaron personajes de la estatura de Rafael Buelna Tenorio, José Luis Ceceña, Jorge Medina Viedas, Liberato Terán y tantos otros estudiantes y académicos que con su quehacer cotidiano cambiaron a la universidad que hoy lamentablemente se encuentra capturada y que con este tipo de caravanas, lo único que demuestra, es que la captura no fue del espacio sino de las conciencias de una franja de esta generación que se rinde ante singular poder en una universidad.
Columna publicada el 01 de noviembre de 2020 en la edición 927 del semanario Ríodoce.