Hace un año, el 17 de octubre de 2019, el intento de detención de Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín Guzmán Loera y de Griselda López Pérez, desató la ola de violencia más intensa de que se tenga memoria en Sinaloa, sobre todo de violencia de un grupo criminal contra fuerzas del Gobierno. No hay registro previo de un hecho así.
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Según el mismo recuento que en su momento hizo el general secretario de la Defensa, Luis Cresencio Saldoval, durante una conferencia en palacio nacional, los Chapitos tardaron una hora con 20 minutos para someter al gobierno. Habían estado hostigando a las fuerzas de todos los niveles en Culiacán, pero también atacando y sometiendo al Ejército y a la Guardia Nacional en El Fuerte, Cosalá y Costa Rica, en cuya caseta de peaje se aglutinaron más de 150 hombres armados; también amenazaron con atacar bases militares en Durango, Chihuahua y Sonora, donde este grupo criminal tiene influencia y aliados.
La amenaza más sensible, según el gobierno federal, fue que los gatilleros advirtieron que, de no entregar a Ovidio, ellos harían explotar en la unidad habitacional militar de la colonia 21 de Marzo, pipas cargadas de combustible que habían sido secuestradas en la caseta de cobro de Costa Rica.
Pardeando la tarde, el Gobierno cedió. Entregó a Ovidio y conjuró la ira de los Chapitos. Para esto, un miembro de la Guardia Nacional había perdido la vida y al menos una decena de soldados habían resultado heridos. Entre los civiles, se hizo un recuento oficial de 12 muertos, sin contar los cuerpos de los gatilleros que fueron retirados de los escenarios de la guerra por sus propios cómplices, minutos después del acuerdo con el gabinete de seguridad, y para lo cual el gobierno les brindó tiempo y espacios.
A un año de distancia, antes que luz hay sombras sobre los hechos ocurridos, quién es o quiénes son los responsables de los hechos; ya sabemos que las carpetas de investigación siguen inexplicablemente abiertas y que hasta ahora, a pesar de la magnitud y los significados de lo que ocurrió aquel jueves de octubre, no hay un solo detenido ni un solo acusado.
Ríodoce hizo un recorrido por los puntos principales de los enfrentamientos, recogiendo testimonios que no pretenden ser definitivos, pero que aportan luz sobre algunos hechos. Y cuestionó a las autoridades dónde estaban esa tarde, qué hicieron, qué han hecho hasta ahora para esclarecerlos y castigarlos.
Artículo publicado el 18 de octubre de 2020 en la edición 925 del semanario Ríodoce.