Cien fuegos en Estados Unidos

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La detención de Salvador Cienfuegos Zepeda, General de División y ex secretario de la Defensa Nacional (SEDENA) durante todo el gobierno de Enrique Peña Nieto, en el aeropuerto de Los Ángeles, encendió inmediatamente las redes sociales y casi todas en dirección de festejo, de que están cayendo, uno por uno, los cómplices institucionales del crimen organizado.

O sea, no hay espacio para la duda, simplemente se da por bueno de que si fue detenido es que algo tiene y debe en los tribunales estadounidenses. La DEA habría sido la agencia que hizo el pedido a los servicios de migración para cuando pisara su territorio fuera detenido.

Las preguntas que inmediatamente asaltan luego de la detención de Genaro García Luna y ahora de Salvador Cienfuegos, es ¿Qué otros exfuncionarios estarán en los sistemas electrónicos de los servicios de migración? y ¿por qué no se sigue la vía del pedido de extradición de quienes pudieran estar comprometidos en juicios abiertos y mejor se opta a qué caigan cuando viajen hacia los Estados Unidos?

Una vía de este tipo no es la convencional y muestra que poner en sobre aviso pudiera significar la protección no del gobierno obradorista, sino de la propia SEDENA, cómo recuerda el periodista Raymundo Riva Palacio, que sucedió con el también ex secretario Juan Arévalo Gardoqui, a quien se le vinculó con el narcotraficante Rafael Caro Quintero y la muerte de Enrique “Kiki” Camarena.

Quien, ante el riesgo de ser detenido y llevado a la justicia de los vecinos del norte, optó por mantenerse en las instalaciones del ejército. Y muere en 2000, sin que haya pisado una cárcel norteamericana, como sí sucedió con otros presuntos implicados en el affaire que terminaron su vida en ellas por este caso que reaparece de vez en vez. Ahora, con la búsqueda con fines de captura, del escurridizo Caro Quintero, quien dice haber pagado ya por ese crimen con 28 años de cautiverio.

Pero, volviendo al punto, la detención no se hizo por la vía diplomática, aunque hasta ahora no se sabe el motivo del viaje a Los Ángeles, que podría arrojar luces si tenía alguna comparecencia judicial de buena voluntad. Que cabe como posibilidad y cortesía. Eso lo sabremos más adelante. O, quizá no.

La detención de un ex secretario del ejército no tiene precedente en la historia de las relaciones bilaterales y, por lo tanto, se eslabona con la ocurrida en diciembre pasado con García Luna, el ex secretario de Seguridad Pública, que dicho de paso son carteras de mucha colaboración con las contrapartes estadounidenses, lo que hace más compleja la explicación de estas detenciones.

Acaso, ¿el expediente judicial de García Luna arrojó el nombre del general Cienfuegos? y si así fue, la detención ¿sería para nutrir el juicio de NY con exfuncionarios mexicanos de primer nivel y evitarse la tramitología en ese nivel? ¿apuntaría hacia Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto?

Es difícil saberlo, pero estas detenciones son claves para, en primer lugar, enjuiciar mediáticamente a esos gobiernos y conforme avance el proceso podría tener un desenlace acorde con el juicio mediático. Sentar en el banquillo de los acusados a los expresidentes. Y eso, cae como anillo al dedo, a la narrativa del gobierno de López Obrador, sería la terminal del incesante juicio mediático de la corrupción en la esfera de los gobiernos del llamado viejo régimen.

Y eso, debilita aún más, a los partidos que los prohijaron y que buscan levantar cabeza en las elecciones concurrentes del próximo año. Y, mejor, en la consulta de la revocación de mandato prevista en 2022 y en las elecciones presidenciales de 2024.

O sea, con esta nueva detención, la oposición del PRI y PAN pierde mediáticamente ¿cómo podrán seguir criticando al gobierno de la 4T, si a sus gobiernos se les está enjuiciando por vínculos con el crimen organizado? No hay manera. Y solo los más fanáticos podrán seguir adelante esgrimiendo corrupción e ineficiencia del gobierno de López Obrador.

Pero, lo cierto, es que cómo país estos escándalos internacionales no ayudan a que la justicia se lleve a cabo en los tribunales estadounidenses. Hasta ahora solo hemos tenido el señalamiento reiterado de las llamadas conferencias “mañaneras” pero, sin efectos en materia de justicia, muy señalados, pero todo en la calle. Mucho ruido y pocas nueces.  Y termino, preguntándome, ¿hasta cuando en materia de narcopolítica seguiremos esperando que las cosas sucedan en México?

Columna publicada el 18 de octubre de 2020 en la edición 925 del semanario Ríodoce.

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