Gira presidencial, con derechos reservados

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La gente buscaba una oportunidad de acercarse al presidente Andrés Manuel López Obrador. Los más de 40 grados centígrados y una alta incidencia en contagios de Covid-19 no impidieron que se remolinaran sobre el pavimento para buscar un breve encuentro.
Pero no se dio. La gira presidencial fue únicamente para tratar temas de seguridad con el gobierno estatal y municipal en Culiacán y posteriormente al interior de un complejo de golf privado para supervisar una obra.
A primera hora, el presidente López Obrador se reunió con el gabinete de seguridad y posteriormente la conferencia “mañanera”, de la que medios locales fueron marginados debido a la pandemia y para abonar a la sana distancia.
Mientras el presidente López Obrador y el gobernador Quirino Ordaz Coppel intercambiaban elogios por los buenos resultados en seguridad, un agente de la Policía Estatal era asesinado a tiros en un motel al sur de la ciudad.
El sitito fue acordonado. De manera simultánea la “mañanera” culminaba y el séquito presidencial se trasladaba al norponiente de la ciudad al evento de supervisión de la obra del dren Bacurimí en el interior del complejo Álamo Grande.
El sitio es propiedad del empresario local Antonio Sosa y en donde se efectuara en febrero de este año la boda de una de las hijas del capo Joaquín Guzmán Loera.
Amurallado y cercado, al sitio tampoco se permitió el acceso ni a medios y mucho menos al público en general. Pero afuera la gente se remolinaba. Unos con peticiones de ayuda, otros criticando la ausencia de programas y otros brindando apoyo con los típicos cánticos de “es un honor estar con obrador”.
Viudas de policías exigiendo becas, maestros sin salarios y con trabajo detenido, trabajadores de la salud exigiendo mejoras laborales, grupos de productores acuícolas con temor por la exportación del camarón, camioneros sin prestaciones, deudores de la Comisión Federal de Electricidad y vecinos del dren Cerritos. Todos arremolinados.
Con la cercanía del cénit las sombras escaseaban y la sana distancia dejó de serlo. Pero aún con todo eso las pancartas estaban más que listas para recibir al convoy presidencial.
Y a lo lejos, sobre el pavimento, una suburban color negro venía acercándose y a bordo Andrés Manuel López Obrador. La gente intentó cerrarle el paso para entregar su petición, su súplica o simplemente buscar la selfie. Pasó de largo, apenas unos instantes se detuvo.
Detrás de él los demás vehículos. Al alcalde Jesús Estrada Ferreiro y al gobernador Quirino Ordaz Coppel nadie los buscó. Los reflectores con el presidente.
El evento se postergó poco más de una hora. La gente seguía llegando. Más maestros, más trabajadores de la salud, más manifestantes y más simpatizantes de la cuatro te. De todo como en botica.
Poco antes del término del evento, un integrante del equipo presidencial se acercó a la cerca y hasta ahí la gente llega a hacer entrega de sus solicitudes al presidente. Entre ellas las del profesor Alfonzo Gutiérrez a quien no le han resuelto un laudo a favor en la Secretaría de Educación Pública y Cultura. Él es tan sólo uno de las decenas de nombres que buscaron audiencia con el presidente.
Y al concluir el acto al interior de Álamo Grande la gente de nueva cuenta la gente buscando acercarse. Dejaron el pedacito de sombra y corrieron hacia la suburban pero no hubo suerte otra vez.
Entre la sana distancia y el Covid-19, esta gira presidencial estuvo alejada de la gente. Estuvo con derechos reservados.

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