El dato del PIB para el 2019 es malo porque decrecimos 0.1 por ciento, pero merece otros adjetivos cuando nos vamos al detalle, después de todo 0.1 por ciento es un promedio. Para el comercio electrónico, fue un año espectacular, mientras que para la construcción se trata de un año espantoso, el peor desde la Gran Depresión del 2009.
Dentro de México caben muchos méxicos. ¿Sabían que Tlaxcala trae tasas de crecimiento asiáticas? Allá están creciendo a un ritmo superior a 9 por ciento, en buena medida por la puesta en marcha de la planta automotriz de Audi. En el otro extremo está Tabasco, que decrece 8 por ciento, una tasa que podemos adjetivar como venezolana, en alusión al desempeño reciente de la economía del país bolivariano.
Decir menos 0.1 por ciento sirve porque ofrece una visión panorámica de la economía nacional. La fotografía muestra un tropiezo. Quedarse con el promedio es hacer caso omiso de la diversidad de situaciones que vive una economía tan compleja como la mexicana. Los estados que integran la región de la frontera norte incrementaron su PIB 2 por ciento en datos hasta el tercer trimestre, mientras que los que están en la zona sur-sureste traen un descenso de 1.2 por ciento, en el periodo enero-septiembre. Con estos datos a la mano podemos afirmar que el arranque del gobierno de AMLO amplió la brecha entre el norte y el sur.
El uso de promedios también obstruye la visión de lo que ocurre al interior de los sectores. Los servicios crecieron 0.1 por ciento, pero dentro de ellos las actividades de información en medios masivos cayeron 0.5 por ciento y los servicios de apoyo a los negocios crecieron 5.2 por ciento, ahí se encuentran la venta e instalación de soluciones informáticas. Si hacemos un close up en actividades de ciberseguridad, el crecimiento registrado es cercano a 40 por ciento.
Las actividades industriales, en promedio, tuvieron una caída de 1.7 por ciento. Eso no quiere decir que fuera un año malo para todos los que se dedican a la industria. Los productores de camiones y transporte pesado traían un ritmo de crecimiento de 18 por ciento hasta octubre. Esa prosperidad no se contagió a la industria minera, que está al fondo de un negro pozo, porque registra una caída de 6.6 por ciento hasta el mes de noviembre.
En el comercio tenemos dos realidades. El electrónico creció más de 35 por ciento en un año en el que el comercio “físico” no llegó a 2 por ciento. Los participantes del e-commerce, podrían decir: “Crisis? What crisis?”, como si fuera portada de disco de Pink Floyd. Ayuda el empuje de las empresas de referencia, como Amazon, Mercado Libre y Alibaba, además de la conversión al credo digital de millones de mexicanos.
La caída de 0.1 por ciento de crecimiento económico se ve más fea cuando se mira a la luz de la tasa de crecimiento poblacional de México, de 1.3 por ciento. Esto implica que el PIB per cápita decreció 1.4 por ciento. Si la economía mexicana fuera un pastel, ese decrecimiento del PIB per cápita significa que a cada uno de los mexicanos nos correspondió una rebanada de pastel más pequeña. Para los que necesitan encontrar la forma de ver el vaso medio lleno, esta Caja Fuerte les tiene un premio por llegar al final: existe la posibilidad de hablar del PIB en dólares. Una caída de 0.1 por ciento se convierte en un alza de 3.8 por ciento, porque el tipo de cambio del peso frente al dólar se apreció 3.9 por ciento en el 2019. Aunque usted no lo crea, el PIB de México creció en el 2019, si se mide en dólares. Por favor, no se lo digan a AMLO.
Artículo publicado el 02 de febrero de 2020 en la edición 888 del semanario Ríodoce.
