Los aguinaldos de la austeridad republicana

flora

Algunos diputados morenistas federales y estatales han sufrido la gota gorda para justificar la recepción de sus aguinaldos de seis dígitos, los 210 mil de los diputados federales y los 153 mil de los diputados locales.

Primero, porque no tienen nada que ver con la austeridad republicana que su líder ha esgrimido como patente de corzo y que al aceptarlo muestran que si bien es una operación administrativa, tiene efectos de orden político, de frustración entre quienes esperaban un comportamiento distinto en su relación con el dinero público.

Segundo, ¿cuántos de ellos desde la oposición no criticaban, mejor despotricaban, contra los excesos que se cometían con el dinero de los contribuyentes? Ahora resulta que es lo mismo. La diferencia es la camiseta partidaria, pero no el bolsillo cargado.

Tercero, y no es que no tengan alternativas, que sea sí o sí, bastase que en lo individual dijera cada uno de los que tienen cargos de conciencia decir ‘yo no vine a enriquecerme con el cargo’ y regresar ese dinero a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público o a la Secretaría de Finanzas del Estado, para contribuir con ese dinero a uno de los programas sociales de la 4T, pero la ambición se impone y lo caido, caído; estaría loco, diría uno de ellos, si pensara regresarlo.

Y se entiende no sólo es el dinero, que no es nada despreciable, todavía se pueden comprar muchas cosas, un carro sencillo, por ejemplo, también involucra el sentido de cuerpo político, de “todos coludos o todos rabones”, porque esto no se acaba hasta que se acaba (Pete Rose, dixit), muchos de estos legisladores están pensando en la siguiente elección, se ven algunos reelectos, otros promocionándose en las elecciones municipales.

Y para eso se necesita la “disciplina”, que en muchos no es otra cosa que renunciar a la austeridad que se ha defendido frente a cualquier micrófono, u otras posturas programáticas, éticas si se quiere, acorde con las sensibilidades del electorado, pero no se necesita ser un tonto para indisciplinarse e ir contra marea, o rayar en la locura pensando que el triunfo del verano del 18 esta confirmado en el 21, que se puede ir por la libre.

Entonces, como en esto no hay locos, impera la racionalidad, lo políticamente correcto, votar, sin preocuparse por sus efectos, o mejor preocuparse poquito, para tener algo de la enjundia tan necesaria en el ejercicio de la simulación, y además no es de gratis, un cheque de seis dígitos bien la merece.

La verdad es que se les fue la mano, en un país de pobres en aumento, según el último informe del Coneval, que no les alcanzará esta Navidad ni para un pollo. Dónde queda aquella frase marmórea obradorista de “no puede haber gobierno rico, con pueblo pobre”, pues sí lo hay y con creces, aunque con espíritu minimalista, así lo sentí con un diputado federal que buscaba convencerme con una tablita elaborada por el Congreso de la Unión, donde se justificaba el mismo ingreso inmenso de 2019 para 2020; “pero si es lo mismo, que no ves”, me explicaba con cierto desespero, encabronado, pero es que son 210 mil pesos de aguinaldo, es mucho, son, para decirlo con el nuevo salario mínimo para 2020, prácticamente 2 mil salarios mínimos, no les pasa ni por un momento por la mente cuestionarlo, aceptar con humildad que es mucho, lo defienden y lo defienden, y ese es el drama, la frustración por estos diputados y diputadas que no tienen ningún prurito para rechazarlo.

De los 500 legisladores federales, que se sepa, ninguno lo rechazó. En Sinaloa, en cambio Flora Miranda, la exdiputada morenista, ha decidido dar el paso en doble sentido, primero renunciando a su militancia en Morena y segundo también al aguinaldo de seis dígitos, declarándose diputada independiente; otro es Pedro Villegas Lobo, el diputado que se encuentra en su serio predicamento por el affaire sexual en que presuntamente lo han metido los cuenistas.

El ha dicho que el no renuncia al aguinaldo pero que lo va a repartir “en colegiaturas escolares, hasta que se le acabe”, la verdad no le creo, y no le creo porque será discrecional, y sin otra supervisión que la suya. Tan sencillo hubiera sido donar el aguinaldo a una organización social establecida que pueda emitir una factura fiscal por donación. Transparentar el destino del recurso. Queda la duda. Y mejor no les doy más armas a sus enemigos.

En definitiva, los aguinaldos de los legisladores de todos los partidos mostraron especialmente de que están hechos, que se cubren con ese halo de decencia que termina transformándose con este aumento, unos productos de una pieza para hacer un ajuste que se dejó para conservar sus altos ingresos y el otro más ruin producto de una componenda en las filas de Morena parlamentaria.

Artículo publicado el 22 de diciembre de 2019 en la edición 882 del semanario Ríodoce.

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