Los cárteles, ¿organizaciones terroristas?

terrorismo culiacan (2)

Una cumbre de la ONU sobre terrorismo celebrada en Nueva York en septiembre de 2015 concluyó en una condena: “en todas sus formas y manifestaciones, independientemente de quién lo cometa y de dónde y con qué propósitos, puesto que constituye una de las amenazas más graves para la paz y la seguridad internacionales”. Más aun, explícitamente, señala: “ningún motivo o agravio puede justificar o legitimar que se ataque o dé muerte deliberadamente a civiles y no combatientes” y cierra: “toda acción cuyo objetivo sea causar la muerte o graves daños físicos a civiles o no combatientes, cuando dicha acción tenga, por su índole o contexto, el propósito de intimidar a la población u obligar a un gobierno o una organización internacional a hacer o no hacer algo, no puede justificarse por ningún motivo y constituye un acto de terrorismo”.

Lea: México no puede aislarse en la lucha contra el narco https://bit.ly/2OjPeVD

Seguro México suscribió este pronunciamiento y lo obliga a actuar en consecuencia. Después de los acontecimientos trágicos de Culiacán del 17 de octubre no faltaron voces diciendo que en aquella tarde de perros, los miembros del Cártel de Sinaloa se habían pasado de la raya y eso podría llevar a que esta organización fuera considerada una organización terrorista.

Edgardo Buscaglia, especialista en temas de narcopolítica, llegó a señalar en un tuit al comentar una “disculpa” del cártel que circuló en redes sociales, que ésta era producto del temor a ser considerada una organización terrorista. Destacó que eso implicaría ser perseguido con todos los recursos y en todos los rincones del mundo.

Ahora, después del ataque criminal contra mujeres y niños de la familia LeBarón, en los límites serranos de Chihuahua y Sonora, ha iniciado una campaña mediática y de recolección de firmas en los Estados Unidos para que los cárteles mexicanos sean considerados organizaciones terroristas. Son 100 mil firmas las requeridas para que el Senado le de trámite a la solicitud y deberán conseguirse antes del 24 de diciembre, lo que significa recolectar un poco más de 3 mil diarias.

Quizá no sea difícil lograrlo, sobre todo en la franja fronteriza dónde más directamente son sensibles a este tipo de temas por razones geográficas, pero sobre todo por los vínculos familiares de muchos que tienen sus raíces en nuestro país y sufren al ver lo que está sucediendo al otro lado de la frontera.

El gobierno mexicano reaccionó de inmediato rechazando esta definición, por lo que implicaría de ser aprobado por la cámara alta del poder legislativo estadounidense. Marcelo Ebrard afirmó que catalogar a los cárteles de la droga como terroristas es innecesario, pues “tiene una implicación jurídica internacional” y eso implica que las agencias antiterroristas de Estados Unidos pudieran actuar libremente en nuestro territorio y eso el gobierno no lo permitiría.

El presidente López Obrador argumentó en el mismo sentido, pues significaría “una suerte de gobierno mundial”. No será fácil que la petición de la familia LeBarón prospere y se arme un protocolo de combate no sólo por los Estados Unidos sino por otros países asociados de la ONU.

Este caso evidentemente tiene que ver no solo con la soberanía de México sino también con los derechos humanos que diariamente son afectados por los grupos criminales. O sea, abre un camino para cambiar la óptica soberanista y asumir este tipo de crímenes bajo el concepto de extraterritorialidad.

Vivimos en una sociedad global y el derecho internacional cada día tiene mayores desafíos, sobre todo con aquellos delitos supranacionales, como es el caso del narcotráfico, la trata de blancas o el lavado de dinero.

Ciertamente a nadie nos gusta la idea de una intervención extranjera en nuestro país, cuando vemos la reproducción de las imágenes tremendistas en zonas de conflicto armado, como hoy es el caso de Siria, donde los soldados norteamericanos transitan en medio de edificios destruidos y una población notoriamente asustada.

Yo mismo nunca quisiera ver a los militares estadounidenses transitando en nuestras ciudades.

Sin embargo, en nuestro país se vive una situación de emergencia, la estrategia de seguridad de “abrazos no balazos” no está rindiendo los resultados esperados. Se han calentado regiones enteras y el sentimiento de inseguridad se extiende por todo el país. Y ante esta situación la postura del gobierno es que seguirá con su estrategia hasta hoy fallida, lo que ya significó superar el número de homicidios dolosos del primer año en los gobiernos de Calderón y Peña. Que no es poca cosa. Nuestro país se encuentra entre los más peligrosos del mundo.

Entonces, la postura del gobierno tiende a acotarse, y la de la familia LeBarón seguramente la comparten para empezar la mayoría de quienes han sufrido pérdidas humanas por la violencia criminal y no pocos de los que viven bajo esa atmósfera corrosiva.

Ahora bien, se dice que ello implicaría la intervención armada estadounidense, eso dependerá de la estrategia entre países que comparten el mismo problema. No creo que a Estados Unidos le interese agudizar el problema por las implicaciones bilaterales inmediatas que tendría en el terreno económico y migratorio.

Cierto Trump es beligerante, ha dicho que está haciendo la tarea para que los cárteles sean considerados organizaciones terroristas, sabe que AMLO es hoy su aliado en materia de migración en perjuicio de quienes vienen incluso desde el África profunda con el objetivo de llegar al territorio de la Unión Americana; pero eso no lo detiene, está convencido de explotar la marca México. Aun cuando una iniciativa radical podría no serlo pues son varios componentes, encontrará seguramente el freno de los demócratas de la Cámara de Representantes.

En fin, una definición de terrorismo dirigida hacia los cárteles, con una política específica de intervención armada se ve lejana por no decir imposible. Más, bien, habría que otorgar el carácter de una medida que llevará a reforzar los mecanismos de control territorial y financiero que están en marcha mientras en el ámbito diplomático se mantiene una política soberanista que detenga a los duros de uno y otro lado de la frontera norte.

Quizá peque de optimista, pero algo habrá de pasar, sea por la vía de intervención o la colaboración, porque lo cierto es que la situación tiende a empeorar y lo sucedido en Culiacán y Bavispe, sin duda constituirá un punto de inflexión en la política de seguridad pública. ¡Que así sea!

Artículo publicado el 1 de diciembre de 2019 en la edición 879 del semanario Ríodoce.

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