Medina Mora y Sinaloa, aquellos tiempos

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Lo primero que llamaba la atención de Eduardo Medina Mora, al hablar con él en una entrevista, eran sus formas suaves. Una voz casi sin matices, un rostro sin gesticulación como si temiera mover una ceja de más o levantar las manos. Lo siguiente era una blancura extrema, como si en su vida lo hubiera tocado el sol. Lo entrevisté en casa de gobierno –cuando todavía existía, antes de que Malova la abandonara y Quirino Ordaz la pusiera en venta. Cauto hasta el extremo Medina Mora no parecía ser el Procurador General de la República de un país en llamas a partir de 2008.

Lea: Eduardo Medina Mora, un soldado de panistas y priistas es investigado https://bit.ly/2XIdNOn

Medina Mora no traía nada en las manos, ni tenía un plan para los estados mientras recorría el país, pero hablaba como si dominara la situación. El año concluyó con 14 mil 006 asesinatos, ningún año desde ese 2008 han parado de incrementarse los homicidios (una década después de que Medina Mora hablaba de dominar la situación alcanzó otro histórico de 35 mil 964 crímenes, más del doble de una década atrás).

En aquellos tiempos, septiembre de 2008, Eduardo Medina Mora ya no era un improvisado. Había recorrido una buena parte de las dependencias involucradas en la seguridad, y tuvo una manejo privilegiado de información. En esos tiempos, además, un grupo de ciudadanos encabezados por el empresario Alejandro Martí, a quien le secuestraron un hijo y lo mataron, lanzó una consigna de que si no podían renunciaran. Y les daba un plazo de 100 días.

En esos 100 días estaban cuando se cumplió un año del asesinato en Culiacán, Sinaloa, del vocero de seguridad del gobierno de Jesús Aguilar Padilla, el periodista Óscar Rivera. Apenas salió del estacionamiento del palacio de gobierno, donde despachaba el propio gobernador, y lo atacaron a balazos. Murió casi en las puertas de su oficina. Un año después, Medina Mora llegaba a Sinaloa con el retrato hablado de uno de los asesinos de Óscar Rivera. Eso era todo. Un retrato que podría ser cualquier culichi menor de 30 años, con barba de candado.

Casi era una afrenta más que una respuesta. La prueba es que hace unas semanas se cumplieron 12 años del asesinato de Óscar Rivera y la PGR nunca más volvió a hablar de la investigación del caso. Ni tampoco la Procuraduría local, en ese entonces parte del Ejecutivo y del gobernador que se había comprometido a esclarecer el caso.

Margen de error
(De licenciado a Magistrado) La renuncia de Eduardo Medina Mora es más que la extraña declinación de un magistrado de la Suprema Corte de la Nación, en sí misma grave en cualquier país cuando no se explican las causas o no se ventilan. Medina Mora está en la entraña de la historia criminal actual. Todos sus puestos fueron clave: Director del CISEN, el Centro de Investigación y Seguridad Nacional, en la alternancia de Vicente Fox. Después Secretario de Seguridad Pública, al morir Ramón Martín Huerta en un accidente aéreo. Procurador General de la República al iniciar la espiral de violencia con Felipe Calderón y casi la mitad de su mandato. Luego lo enfriaron en la embajada del Reino Unido y después en la de los Estados Unidos. De ésta regresó para ocupar una de las 11 sillas del poder judicial. Era la carta de Enrique Peña.

Una carrera completa para un abogado que antes de entrar al gobierno de Fox, al CISEN, carecía por completo de experiencia en el servicio público y menos en las áreas de seguridad. Con Medina Mora el panista Fox le otorgaba una posición clave al sector empresarial, donde Eduardo Medina había trabajado siempre. El hombre fue de la empresa al PAN, y luego al PRI sin ninguna dificultad.

Mirilla
(Dinero, dinero) Hace cuatro meses apenas, en junio pasado, Eduardo Medina Mora quedó otra vez en la mira. El periodista Salvador García Soto publicaba una serie de documentos donde la Unidad de Inteligencia Financiera investigaba movimientos sospechosos de dinero en las cuentas del magistrado de la Suprema Corte. Hablaba de transferencias millonarias, por encima de sus ingresos declarados, desde México a los Estados Unidos y al Reino Unido, justamente los dos países donde fue embajador de México.

Otro tema que dejaría pendiente de explicar el Magistrado ahora en licencia, pero también las autoridades, tanto la UIF como la Fiscalía General de la República, que según dijo el Presidente López Obrador, tenía al menos una investigación abierta por esas transferencias de dinero.

Primera cita
(“Vamos ganando”) También por aquellos tiempos, septiembre de 2008, Eduardo Medina Mora había declarado unas semanas atrás una frase tan desafortunada que lo obligaba a medir aun más sus palabras. Por momentos parecía que deletreaba. Dijo en una entrevista: “vamos ganando, aunque no parezca.” Un año después Medina Mora dejaría la PGR y sería enviado a un apacible exilio en Londres, una de las embajadas más envidiadas en el servicio diplomático.

Tipo afortunado llegó al servicio exterior igual que al de seguridad pública, sin tener una idea del tema. Casi una década atrás tenía en sus manos la información de Estado más importante del país, sin nunca haber pertenecido a un área de seguridad. Y lo mismo cuando Enrique Peña lo propuso como Magistrado de la Suprema Corte, que alcanzó sin problemas. Llegaba sin haber litigado en su vida, sin haber formado parte nunca del Poder Judicial(PUNTO)

Columna publicada el 6 de octubre de 2019 en la edición 871 del semanario Ríodoce.

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