La economía en México durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha sido de romper paradigmas, manifiesta el especialista Gerardo López Cervantes.
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“El planteamiento de política económica es disruptivo en lo social y lo económico-financiero, en su forma y contenido, con respecto al esquema que había venido predominando desde principios de la década de los 80”, explica.
Hay opiniones encontradas de diversos personajes en el tema económico en México con respecto a su crecimiento, expectativas, indicadores y certidumbres.
Esto, señala el investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa, se debe al cambio de visión del mandatario con respecto a anteriores administraciones, que en lo económico orientaban sus políticas al consentimiento de agentes internacionales y nacionales.
“AMLO, invierte esta dinámica y lo que hace es ocuparse de manera primordial en operar con gran rapidez los programas sociales que van directamente a beneficiar a la población que vive en extrema precariedad, no se dedica a estar desayunando, comiendo o cenando con los agentes financieros que mueven los grandes capitales, sino a recorrer el país para verificar que los programas sociales se estén ejecutando, como el apoyo a Adultos Mayores, madres solteras, discapacitados, jóvenes estudiando o que están desempleados”, añadió.
La deuda pública
La deuda pública no se ha elevado según presume Andrés Manuel López Obrador. En nueve meses de administración, gran parte de la atención mediática se ha centrado en ese indicador, y según opina López Cervantes, las políticas federales han tenido un débil crecimiento económico, pero el desenvolvimiento del resto de los indicadores económicos ha sido notoriamente positivos.
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“Te resumo, mi apreciación es que la política económica actual no ha iniciado mal, y en el próximo año se verá reflejado con un repunte del crecimiento económico, único indicador que ahora no tiene una evolución positiva, lo cual se va lograr a partir de que se inicie la liberación de recursos públicos para la inversión física”.
De pactos y nuevos comienzos
Los empresarios y el actual gobierno están por abrir un nuevo capítulo en su relación, tras el acuerdo al que recientemente se llegó con constructoras de gasoductos. En los nueve meses que va del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, la relación entre el mandatario y los empresarios del país se ha distinguido por diferencias, caso más reciente su “affaire” con Carlos Slim, quien recientemente tuvo una reconciliación con el gobierno de AMLO.
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—El “espaldarazo” que le ha dado Carlos Slim al presidente, ¿qué significado puede tener esto?
—Slim es un hombre que a diferencia de los otros grandes acaudalados de riqueza en el mundo, la mayor parte de su fortuna la tiene concentrada en México, no es el gran inversionista internacional, por lo tanto su estrategia política va girar alrededor de cuidar sus relaciones con el poder político en México, independientemente de quien esté gobernando el país. Además sabe muy bien que México es un mercado muy grande y muy diverso, que conforme va creciendo se está volviendo muy apetecible para inversionistas internacionales que le pueden competir a sus empresas, él sabe que para mantener su control cuasi monopólico en varios giros empresariales tiene que seguir invirtiendo, dejar de invertir solo significa dejar de ganar dinero; un escenario inaceptable como lo señala Jorge Zepeda Patterson en un artículo reciente publicado en el Periódico El País.
—¿Por qué Slim dijo que el crecimiento económico no es tan importante?
—Me quedó la impresión de que Slim se refería al crecimiento económico para el presente año, el cual a estas alturas de avanzado el año será imposible lograr una tasa de crecimiento importante. Pero conseguir un crecimiento económico claro que si es importantísimo, es fundamental, si el pastel crece hay más que repartir, se genera más empleo, el país tiene mayor riqueza, se incrementa la recaudación fiscal y por lo tanto el Estado tiene mayor capacidad para invertir en bienes físicos como en bienestar social.
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Gerardo López Cervantes concluye que el Banco de México “en su toma de decisiones se ha enclaustrado en planteamientos teóricos que hoy en día se ha demostrado que no son totalmente vigentes, como por ejemplo, resistirse a que los salarios se incrementaran por considerar que inducían a un repunte inflacionario; con el incremento del 13 por ciento real del salario mínimo en el presente año y que no disparó la inflación nos pudimos dar cuenta que estaban equivocados”.
Artículo publicado el 1 de septiembre de 2019 en la edición 866 del semanario Ríodoce.
