La política económica, principal fracaso de AMLO: Luis Miguel González

luis miguel

A siete meses de gestión, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador no ha cumplido su promesa porque la economía de la 4T no ha despegado y el país requiere con urgencia una reingeniería en el gabinete para que garantice confianza en los próximos años porque por lo menos en materia económica todo apunta a una recesión, sostiene el director editorial del periódico El Economista, Luis Miguel González.

En su opinión el gobierno de López Obrador tiene algunas piezas del rompecabezas muy acertadas como la necesidad de impulsar al sur-sureste que es una región muy pobre; la preocupación por mejorar el salario mínimo; la justicia laboral versus democracia sindical; los compromisos para marcar su autonomía del Banxico y el equilibrio fiscal, e incluso un presidente con el perfil de AMLO es muy favorable en la política económica porque pone mucho énfasis en el combate a la corrupción.

Sin embargo, la parte errática de su gobierno en estos primeros seis meses del año, es el no reconocer que las cifras no le favorecen, y para que un Presidente se quiera pelear o confrontar con las estadísticas y las desafíe, es preocupante. Es como alguien que se quiere pelear con la báscula o el examen médico, dice el especialista en temas económicos del país.

—Pero ¿hay básculas que están alteradas o manipuladas, no pudiera ser el caso?

—No. El asunto es que todas las estadísticas con las que se pelea son elaboradas por el sector público. La estadística que no le gustó es la del empleo y la presentó el IMSS, la de producción petrolera que refutó es la de Pemex; la de crecimiento económico la genera el Banco de México complementada con Hacienda y cuando esto ocurre, es de preocuparse.

Cuando se le pregunta sobre el momento que vive la economía mexicana, responde: “México necesita crecer más y creo que por el momento el no traía la receta. Diría que AMLO no es lo que la economía del país necesitaba”.

En su afán de ser ecuánime en sus declaraciones, considera que hay gente que reconoce que la política económica que dirige López Obrador es decepcionante porque no ha crecido en estos seis meses y una pregunta central es qué tanta responsabilidad  tienen los rezagos económicos de los gobiernos anteriores y qué tanto se le adjudica al actual presidente.

Responde: “Yo diría que el Gobierno no ha sido capaz de revertir la desaceleración y en algunos casos la ha acelerado con la cancelación del nuevo aeropuerto y la cancelación de las subastas petroleras. Y han sido malas decisiones porque frente a un proyecto como el nuevo aeropuerto que era modificable, lo resuelve con algo que ni siquiera está resuelto en el papel”.

En el sector petrolero ni está claro el fortalecimiento del sector privado ni el Gobierno parece entender que necesita la inversión privada para poner al sector energético a la vanguardia y en una posición rentable, sostiene.

Otro tema es el empleo, hay muchas cifras que están bailando y lo cierto es que en este sexenio se nota cada vez más la debilidad del mercado laboral.

El gobierno de AMLO tiene hasta ahora muy buenos logros en materia de justicia laboral, que creo es su gran proyecto. Tiene muchas cosas buenas como el tema de la democracia sindical y justicia laboral, pero sucede que la reforma que impulsa AMLO, como tal no es una reforma enfocada a generar empleo y no es que esté mal pero se requieren políticas más agresivas para generar empleo y este rol lo desempeña la iniciativa privada como el principal generador del empleo, no el estado.

Ocupar a los jóvenes y demás son programas muy interesantes y bondadosos que valen la pena, pero es muy distinto a la generación de empleos. Lo que AMLO genera es ocupación y esto es lo que se opone a no hacer nada, dice. El empleo se asocia con condiciones legales y económicas donde el que te pague es el que te emplea y te hace ser productivo. Por eso en el empleo las cifras no van bien,  pero hay partes cualitativas como la reforma laboral que pueden ser detonador de justicia.

Asegura que en la parte de la generación de empleos, los números eran regulares y van para malos, y no hay que maquillarlos, ni hacernos tontos. No hay país en el mundo donde la generación de empleos bien remunerado y con prestaciones —empleo digno— no sea uno de los grandes retos sociales.

—¿En qué siente que ha fallado o ha tocado fondo la estrategia de gobierno de AMLO?

—En las relaciones con el sector privado están muy mal. Es una relación muy complicada y creo que su intención de separar el poder político del económico fue un error. Él envía un mensaje de que no está subordinado a los dueños del capital pero… por momentos parece que más que haberse emancipado puso una barrera entre el sector privado y la Presidencia. Y lo digo porque no hay un diálogo fluido, hay mucha confusión respecto a cómo serán las cosas y hay asuntos que no son culpa de AMLO cuando señala prácticas de corrupción y quiere romper el círculo vicioso.

En teoría es perfecto pero en la práctica la fórmula es abatir la corrupción y mantener la inversión  para generar empleos. De lo contrario, si reduces la corrupción pero no logras que el sector privado invierta, la tarea queda a medias.

Pero ¿no será acaso una estrategia del sector privado por ese discurso agresivo contra el neoliberalismo y sus aliados  que son el sector privado?

—Sí, digamos que el problema no es una discusión teórica, sino un tema de negociación. No me refiero a negociar con los corruptos sino con el sector privado.

—Pero ¿con quién sería?, ¿con Claudio X. González, Bailleres, que son los que se acusa en esa mafia que se enriqueció a costa de la corrupción?, se le cuestiona.

—Sí, pero por ejemplo AMLO no tiene una política de Pymes para fortalecer a la pequeña y mediana empresa, pero además tampoco sostiene un diálogo con los pequeños y medianos empresarios y menos con esos grandes empresarios que citas están metidos en la maraña de intereses. Y para establecer estos diálogos se requieren diferentes cajas de herramientas y es lo que el Presidente y su gabinete no tienen a la mano.

Diría que en lo que va del sexenio, buena parte del diálogo entre el sector privado y el gobierno está siendo simulación porque no le está dando resultados productivos. En teoría el Consejo Mexicano de Negocios anuncia nuevas inversiones pero en la práctica hay menos inversiones que el año pasado. Y esto significa que van, se toman la foto con el Presidente y hasta ahí, y esto denota la relación tan deteriorada entre la iniciativa privada y el Gobierno.

Pero además, no cree que se tenga que tratar al sector privado de forma diferente ni excluyente porque es un actor social que tiene derechos y obligaciones. Si el gobierno tiene elementos para meter a la cárcel a esos empresarios corruptos, que los meta, pero a los que no tienen expedientes ilícitos que los deje trabajar porque lamentablemente hasta ahora no hay un solo pez gordo en la cárcel, asegura.

Lo cierto es que pecadores e inocentes andan con mucho miedo y esto se asemeja más a las guerras floridas de los aztecas, que en realidad se aplicaban no con la intención de matarse sino capturarse, una especie de teatro, argumenta.

—¿Que lectura le das al gabinete de AMLO en estos primeros seis meses?

—De muy bajo perfil. El Secretario más poderoso es Marcelo Ebrard, pero hay áreas completas que han tenido un perfil demasiado bajo como la Secretaría de Bienestar, que si la encuentro en la calle no la conozco, y lo mismo ocurre con la Secretaría de Economía.

—¿Les falta más presencia?

– Para mí sí, y no presencia mediática, necesariamente. Es con los sectores con los que les toca tener interlocución y a eso me refería cuando hacía hincapié en ese diálogo débil con los empresarios. Creo que eso es muy evidente.

El periodista justificó que al principio muchos empresarios votaron en contra de López Obrador como Presidente, pero el 2 de julio se convencieron del triunfo de Morena y aceptaron trabajar con AMLO. Pero a partir de ahí el diálogo tomó otro rumbo porque los empresarios tradicionales aunque no sea López Obrador el santo de su devoción sí se apegaron al pragmatismo y trabajar con él, pero no fue así con el Gobierno.

Y no es que haya faltado operación en el gabinete sino que el propio AMLO tiene sentimientos encontrados. Un día quiere tener un sector privado que invierta y otros tiene la idea de una economía al margen del sector privado y con el protagonismo del Estado, concluye.

Artículo publicado el 30 de junio de 2019 en la edición 857 del semanario Ríodoce.

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