Experta de la ONU pide investigar al príncipe saudí por asesinato del periodista Khashoggi

pricipe saudi

La relatora especial de la ONU sobre ejecuciones extrajudiciales, Agnes Callamard, implicó a la cúpula de Arabia Saudí en sus investigaciones sobre el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, columnista del Washington Post.

En un informe de 101 páginas, la experta de Naciones Unidas pide ampliar la investigación a los máximos escalafones del reino del desierto. Callamard ha concluido que la responsabilidad de la muerte del crítico saudí, en el consulado de su país en Estambul en octubre de 2018, recae más allá de la actual lista – anónima – de 11 procesados en Arabia Saudí, informó El Mundo.

En el dosier, Callamard se refiere al suceso macabro, que levantó una ola de indignación global por el tipo de asesinato y la forma en que EU zanjó el escándalo – Donald Trump pasó página subrayando las compras de armas hechas por su aliado saudí -, como un “asesinato extrajudicial” que “posiblemente incluyó tortura”.

Además de responsabilizar a la monarquía saudí, la investigadora cree que las autoridades de ese país participaron en la destrucción de pruebas.

Una de las admisiones cruciales de la investigadora es que las autoridades turcas no transmitieron a la prensa todas las pruebas recopiladas, algunas de ellas realmente sádicas. “Por ejemplo, en base a las grabaciones”, la experta “no puedo llegar a una conclusión firme sobre lo que, se le dijo, era el ruido de una ‘sierra’ actuando”. Lo que parece desprenderse, a partir de las conversaciones mantenidas especialmente antes de la llegada de Khashoggi al consulado saudí, es que el objetivo era matarlo.

Según el informe, 13 minutos antes de que Khashoggi entrase en la legación diplomática, Mahir Mutrib -persona cercana a Mohamed bin Salmán, y uno de los 15 presuntamente enviados por Riad para acabar con el articulista- discutió con otro enviado, el forense Salah Tubaiqi, sobre cómo desmembrar el cadáver. “Las articulaciones irán por separado”, supuestamente se oye cómo Tubaiqi explica a Mutrib. “Primero corto en el suelo. Si traemos bolsas de plástico y lo cortamos en pedazos, estará acabado”. Todavía más explícito en el informe es cuando se explica que Mutrib se refiere a Khashoggi como el “animal a sacrificar”, antes de su llegada.

El texto, fruto de meses de trabajo sobre el terreno – sólo Arabia Saudí le prohibió pisar el país para realizar entrevistas – y de citas con funcionarios implicados en la investigación, relata cómo se acabó con la vida del columnista que había acudido al consulado para tramitar los papeles necesarios para su próxima boda. Según el mismo, Khashoggi fue sedado y sofocado con una bolsa de plástico puesta en su cabeza. De nada sirvió que, según se pudo escuchar, el articulista advirtiera a los funcionarios saudíes de que su prometida le esperaba afuera.

“Tendremos que traerte de vuelta (a Arabia Saudita). Hay una orden de la Interpol”, se oye decir a un individuo saudí, a lo que Khashoggi replica que “no hay ninguna causa en mi contra”. Luego, Khashoggi es ordenado escribir un mensaje para su hijo. “Hay una toalla allí. ¿Me drogarás?”, pregunta el crítico. “Te anestesiaremos”, le responde un hombre. Luego parece desatarse una trifulca, que acabará con Khashoggi muerto: “Empuja, no levantes tu mano; sigue empujando”, se oye.

Lo que ocurrió después sigue siendo un misterio. Los investigadores creen que el cuerpo del articulista, que había expresado reiteradamente su temor a sufrir represalias del Gobierno saudí por su disidencia, fue desmembrado. Sus restos fueron posiblemente disueltos. Pero faltan pruebas. Riad primero negó toda implicación en el caso, para luego definirla como una “operación fallida” de la que su cúpula no tuvo noticia alguna. Algo de lo que numerosos funcionarios y observadores, conocedores de la rígida jerarquía real, dudan. Fuentes saudíes han informado de que 11 individuos, cuyos nombres se desconocen, han sido procesados en su país por su implicación en el asesinato. Algunos, incluso, podrían enfrentarse a pena de muerte.

En su investigación, la misma Agnes Callamard reconoce que no hay ninguna “pistola humeante”, o sea, prueba irrefutable de la implicación del heredero al trono saudí, el explosivo Mohamed bin Salmán. No obstante, en sus conclusiones, Callamard “demanda” al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, una investigación criminal sobre el caso Khashoggi que alcance hasta el nivel máximo en palacio. Esto es, tanto bin Salman como su asesor, Saúd Qahtani, que ha quedado a salvo de toda investigación.

“No se llega a ninguna conclusión en cuanto a la culpabilidad”, precisa Agnes Callamard, sobre estos dos nombres. “La única conclusión a la que se llega es que hay pruebas creíbles que merecen una investigación más profunda por parte de la autoridad apropiada, en cuanto a si se ha alcanzado el umbral de la responsabilidad penal”. Una cuestión de “extrema sensibilidad”, tal y como acepta la misma experta en ejecuciones, que lanzó esta investigación motu propio y que incluso, en sus conclusiones, sugiere que “no hay razón para la que no podrían imponerse sanciones contra el príncipe heredero y sus activos personales”.

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