Jesús Vizcarra aseguró después de la derrota de 2010 que nunca más se postularía para buscar un cargo de elección popular, sin embargo en las últimas semanas ha vuelto a reaparecer sonriente en los medios de comunicación ya sea apoyando el candidato de Morena al gobierno del estado de Baja California, o asumiendo un cargo honorífico en la Universidad Autónoma de Sinaloa.

¿Que mueve a este empresario que se dice factura más de 3 mil millones de dólares al año para distraerse en cuestiones tan poco gananciosas como podría ser la política en los tiempos de la llamada Cuarta Transformación? ¿Acaso ha decidido volver después de que tan mal le pagó en 2010?  ¿Qué ha quedado de su militancia en el PRI por el cual llegó a ser diputado federal, alcalde de Culiacán y candidato a gobernador?

¿Y dónde queda algo que seguramente le pesa en su conciencia que vuelva a reaparecer en los medios de comunicación nacionales e internacionales, su presunto compadrazgo con el líder del Cártel de Sinaloa, Ismael Zambada García, el Mayo?

¿Qué podría estar pensando cuando se acerca al candidato morenista bajacaliforniano? o más cerca, ¿al grupo retrógrada que tiene el control sobre la UAS?, ¿se podrá decir que reedita con Morena esa candidatura que se la han ofrecido todos menos ese partido por su insignificancia electoral pero que hoy tiene la Presidencia de la República?

Pero ahora, ahí estaría un mensaje desde las altas esferas de la política nacional para que juegue de frente a las elecciones de 2021. Seguramente los priistas se sienten traicionados con la fuga de una figura como Vizcarra. Que busque otros derroteros políticos e incluso que compita contra quien sea su candidato a gobernador.

Sin embargo, una cosa es clara, estamos en tiempos de transfuguismo acicateados desde el poder lopezobradorista y muchos priistas están haciendo la mudanza, como antes lo hicieron hacia el PAN foxista y calderonista.

El presidente necesita de aliados a empresarios del tamaño de Vizcarra. No le quita el sueño que llegando a ser candidato sea vapuleado nuevamente por ese compadrazgo que lo persigue y por momentos le ha llegado a quitar el buen humor.

De estar firme la decisión, como todo lo indica, ¿cómo queda la alianza de Jesús Vizcarra con Quirino Ordaz? Supongo que igual seguirá teniendo a sus alfiles en la administración estatal para seguir ejerciendo una suerte de cogobierno junto con Enrique Coppel.

Más bien los problemas se presentan en Morena Sinaloa, pues si Vizcarra se mete en la contienda es evidente que los grupos que aspiran a la gubernatura tienen un rival difícil de vencer con los medios tradicionales. O sea, la jugada mueve las piezas del ajedrez y los aliados. Estaría claro que Vizcarra no podría ser candidato de una alianza MORENA-PRI, o MORENA-PAN, sin embargo, perfectamente podría ser MORENA-PAS, lo que pegaría directamente al grupo que lidera el senador Rubén Rocha y daría aire a personajes como son los alcaldes severamente cuestionados.

Y eso podría también tener un efecto directo sobre el proceso de reforma de la ley orgánica de la UAS. Y es que, aunque se está revisando el manejo de los recursos de la casa rosalina, con las nuevas reglas esto adquiere en un sentido político. La UAS tendría que esperar o cumplir la aspiración del rector de dejarla “como está, que está bien, no necesita cambios”.

O algo que tendería puentes entre el rochismo y la mancuerna Vizcarra-PAS: pactar una reforma universitaria lampedussiana de “cambiar para seguir igual”, incluso negociar espacios en un futuro e hipotético gobierno.

Quizá también estamos leyendo mal, conjeturando sobre mensajes mediáticos más de la cuenta y solo estamos ante una jugada de Vizcarra que pretende llamar la atención del centro político y que no tendría por qué tener los efectos que estamos sacando algunos analistas en forma apresurada. La política es de tiempos y ritmos, el tiempo de Sinaloa todavía está lejos y hay que esperar para sacar conclusiones más firmes, más sólidas.

Al periodismo sinaloense le encanta la especulación cuando aparece este tipo de información e inmediatamente van al “análisis” y extraen conclusiones que muchas veces niega el tiempo y la condenada realidad.

Sin embargo, tampoco mensajes como los de Vizcarra son para echarlos por la borda, pero hay que escribir con prudencia y perspectiva sin adelantar vísperas.

Artículo publicado el 26 de mayo de 2019 en la edición 852 del semanario Ríodoce.