Como volver a nacer, como un milagro. Así lo explican los hermanos González Villarreal en sus reiterados agradecimientos, luego de haber pasado poco más de 10 años en una prisión en Malasia y regresar en pleno Día de las Madres a su tierra natal.

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La estrecha calle central de la colonia Loma de Rodriguera se colmó de carros. Ahí, en una casa color rojo la gente se arremolinaba. Todos con una sonrisa de oreja a oreja. La visita era obligada a José Regino, Luis Alfonso y Simón, los hermanos que volvieron a nacer.

“Pues gracias a Dios nos sentimos muy contentos y gracias a Dios que todo salió muy bien, y pues primeramente agradecer al sultán de Joho que gracias a Dios nos dio la dicha de volver, se le agradece mucho, estamos eternamente agradecidos con su alteza que pues le dio la felicidad no nomás a mi familia sino a toda la comunidad de aquí de la Loma”, explicó José Regino.

Aún conmovidos, los tres hermanos regalan unos minutos a reporteros que esperaban en las afueras de la casa que los vio nacer. Sus palabras fueron más reiteraciones en agradecimientos a aquellos que hicieron posible el milagro de volver a nacer. Así lo reflexiona Regino.

“Mi madre muy contenta, el puro día de las madres y pues gracias a Dios todo salió muy bien”.

Fueron condenados en marzo de 2008 por presunto tráfico de drogas en Malasia y a partir de ahí su destinó se selló con una eventual condena a la muerte por ahorcamiento. Pero en su historia ni siquiera el destino fue definitivo y el sultán de Johor les perdonó la vida.

El inicio del milagro

Los hermanos fueron detenidos el 4 de marzo de 2008 en una fábrica en la ciudad de Johor, acusados de narcotráfico, y a partir de ahí inició la crónica de una muerte anunciada, pero la muerte no llegó. Fueron perdonados.

En septiembre de 2018, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) informó que los tres hermanos sinaloenses se salvaron de morir en la horca. Luego de una década de haber sido detenidos en Malasia, donde fueron acusados de posesión, producción y tráfico de drogas. Sin embargo tendrían que purgar 30 años en prisión.

Y así lo explica José Regino en sus agradecimientos. “Y pues también muchas gracias al embajador Carlos Félix Corona que nos apoyó incondicionalmente, estuvo muy al pendiente de nosotros y también nos comentó que también la SRE estuvo muy al pendiente de nosotros”.

Carlos Isauro Félix Corona es embajador mexicano en Malasia al momento de la detención de los hermanos González Villarreal y luego ratificado en el puesto en 2013, y según explica Luis Alfonso, siempre se encontró apoyándoles.

“Él fue el que habló con el sultán, es el único que hablaba con él y pues es el que nos brindó, nos dio la… pues habló por nosotros, a favor de nosotros y resultó que sí, que nos dieron la libertad, es un milagro, esto es un milagro”.

Los tres culichis declararon que sólo trabajaban como personal de limpieza y desconocían que en la fábrica se procesara droga, sin embargo fueron sentenciados a la horca en abril de 2015, debido a la política de cero tolerancia en el tráfico de drogas del país asiático.

Pero los nacidos en la colonia Loma de Rodriguera tenían un último recurso, y era ir ante el sultán Ibrahim Ismail Ibni Almarhun Iskandar Al-Haj, el único con la autoridad para conmutar o perdonar los delitos.

Y el milagro no quedó completo al conmutar la pena de muerte. Meses más tarde recibieron la noticia. Fueron trasladados de la prisión donde estaban reclusos y una vez ingresados al nuevo penal recibieron la noticia de que recuperarían la libertad.

Por ello la emoción de José Regino, quien repite y repite las gracias a Dios y al sultán.

“Primeramente Dios, fue un milagro porque primeramente nos perdonaron la vida, y luego nos dieron 30 años y nomás pasando un año se nos concedió la libertad que fueron, nos vinieron perdonando 19 años y de nuevo muchísimas gracias al sultán”.

Los tres hermanos trabajaban como ladrilleros. Es un oficio común de ese sector de Culiacán, de la Loma de Rodriguera. Incluso sobre la avenida Obregón hacia el margen izquierdo del río Humaya, predios enteros sirven de guarida de los camiones que transportan los tabiques. La tradición la tomaron de su padre y luego de una invitación de amigos fueron a parar a Malasia a trabajar.

El primero en reportar el hecho fue el periodista Víctor Hugo Michel, quien en su libro Morir en Malasia consigna algunos hechos de la detención. A partir de ahí la historia fue un reguero de pólvora y medios locales y nacionales narraban los hechos.

Pero nunca una fecha para la sentencia mortal. José Regino explica que según el sistema condenatorio del país asiático, serían avisados 24 horas antes de la ejecución. Y desde 2008 en que fueron condenados, los días se volvieron más largos.

Pero regresaron. Un milagro sucedió. Eso lo afirman ellos en sus agradecimientos a personalidades religiosas de la Iglesia Católica Apostólica Romana. José Regino muestra un rosario que fuera consagrado por el mismo Papa Francisco y lo besa, “muchísimas gracias al Papa Francisco por los regalos, por el apoyo que nos brindó”.

Luego, los hermanos coinciden en otra cosa. “Uno no aprecia la libertad hasta que la pierde”, señala Regino. Y luego Luis Alfonso agrega:

“Nos dio esta oportunidad más, y como dicen mis hermanos y reitero una vez más gracias al sultán que fue misericordioso con mis hermanos y conmigo y gracias también al embajador Carlos Félix”.

Y en el ocaso del Día de las Madres, Carmen Villaseñor vio la luz de nuevo. Sus tres hijos, condenados a morir en la horca en un país lejano, volvieron.

Artículo publicado el 12 de mayo de 2019 en la edición 850 del semanario Ríodoce.