Mapastepec, Chiapas._ Después de tres días de permanecer encerrados en el campo deportivo del Auditorio Municipal de Mapastepec, población chiapaneca ubicada a media hora de la frontera con Guatemala, los migrantes que integran la marcha conocida como la Madre de todas las Caravanas, fueron atendidos por Personal del Instituto Nacional de Migración que desde este lunes por la tarde comenzaron a integrar el padrón de extranjeros centroamericanos y cubanos que ingresaron a México con destino a los Estados Unidos.
El contingente conformado por ciudadanos de distintas naciones, entre estas hondureños, guatemaltecos, salvadoreños, nicaragüenses y cubanos, comenzó a hacer sus tramites para adquirir el documento que les permitirá permanecer por espacio de 30 días en el país, para solicitar un permiso temporal para desplazarse por la república sin que puedan ser molestados y en su caso, deportados por agentes de migración.
El empadronamiento de los extranjeros que permanecen en el albergue municipal en la cabecera municipal de Mapastepec, se inició ayer lunes en la tarde y el registro se inició con niños, mujeres embarazadas y madres de familia que desde el sábado pasado se encuentran en las instalaciones en espera de registrarse para poder recibir el documento y continuar la travesía por el país.
Un portavoz del Instituto Nacional de Inmigración recalcó que este documento no es una visa humanitaria como tal, sino un documento que facilita al inmigrante un estatus legal provisional que le permitirá regularizar su situación migratoria y evitar ser detenido o molestado por la autoridad migratoria en México.
La visa humanitaria, en cambio, la otorgará el país destino al que se dirigen, es decir a los Estados Unidos de Norteamérica.
Hasta la tarde de este lunes se llevaban registrados arriba de 100 mujeres y niños y el padrón continuará aumentando hasta concluir con los inmigrantes centroamericanos que arribaron al país desde la semana pasada, a los que se informó que es muy probable que puedan tener su documento de estancia legal en este país a más tardar en siete días a partir de su registro.
Paralelamente se está levantando un censo de los niños y mujeres embarazadas que se están integrando de ultima hora y que se les seguirá el mismo procedimiento para que puedan obtener su permiso provisional de residencia.
Personal de Protección Civil continua informando a los grupos que permanecen en el albergue y el espacio del Estadio Deportivo Municipal, que ya se encuentra invadido por nuevos grupos de centroamericanos y cubanos que continúan integrándose a la Caravana Madre.
Padecen inmigrantes hambre, abandonan caravana
El Gobierno mexicano no está aplicando los protocolos internacionales para garantizar condiciones de vida dignas a los casi 2 mil inmigrantes concentrados en Mapastepec, Chiapas.
Los inmigrantes duermen en el suelo, toman agua directa, hacen fecalismo al aire libre porque no hay instalados baños para sus necesidades fisiológicas; compran o piden comida porque no hay suficientes alimentos, empiezan a sufrir enfermedades infecciosas y se han volcado a las calles y casas para pedir comida, dinero, ropa porque ni el Estado ni el Gobierno federal ha desplazado ayuda para atender las necesidades del contingente.
El flujo de inmigrantes ha rebasado la capacidad del albergue que dispone el estado de Chiapas en el municipio de Mapastepec y los que se van integrando en los últimos días se colocan en el estadio deportivo porque ya no hay cupo en el albergue municipal.
Por las noches se escucha el llanto de niños –muchos de ellos entre 4 meses y 2 años- que acompañan a sus padres y ya reportan casos de enfermedades respiratorias, de la piel e infecciones gastrointestinales porque no tienen agua de calidad para tomar. Los baños que tiene el estadio los han cerrado y no permiten utilizarlos porque según les dijeron, hay herramienta del municipio resguardada en el espacio.
Por las noches, en el estadio se observa a grupos de familias dispersas durmiendo en el suelo porque no hay colchonetas y su cama son las cobijas o cartones que encuentran a su paso. No hay tampoco servicios sanitarios y las mujeres esperan a que caiga la noche para poder acudir a espacios desolados porque no pueden ya cubrir los 5 ó 10 pesos que les cobran en las casas aledañas por utilizar los servicios.
En el albergue, la situación parece un campo de concentración. Está cercado por una malla ciclónica y durante el día los inmigrantes se acercan a comprar alimentos como pollo, frijol, carne asada o bebidas gaseosas o de frutas naturales que se ofrecen a precios nada amigables con sus bolsillos.
Algunos matrimonios jóvenes que traen dos o tres hijos menores de 10 años, han optado por solicitar un permiso y comprar víveres para cocinarlos al interior del albergue, donde se observan los montones de cobijas simulando casas de campaña, ropa y objetos personales.
La escasa comida que se reparte, apenas alcanza para un mínimo de la población del albergue. La autoridad municipal ha dicho que se envían víveres como pañales desechables, y alimentos, pero los inmigrantes se quejan porque a ellos no les llegan esas ayudas.
Los que permanecen en el estadio deportivo han sufrido picaduras de insectos durante la noche y están expuestos a picaduras de serpientes porque sus dormitorios están muy cercanos a una plantación de palma aceitera que se encuentra en estado de semi abandono.