Villarreal, la pieza clave

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Armado Villarreal Ibarra, el hombre de los dineros con Malova, dijo que acudía a la audiencia ante el juez de control como una forma de rendición de cuentas. Y conceptualmente tiene razón, pero le faltó agregar que está en la etapa de un posible castigo a sus acciones. Las etapas en la rendición de cuentas las fue agotando hace mucho tiempo, e invariablemente incumplió en ellas, ahora está frente a un juez por un señalamiento directo: ejercicio indebido de la función pública, un eufemismo legal para llamar la corrupción.

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El tesorero de Malova en dos ocasiones, como Alcalde en Ahome y como Gobernador de Sinaloa, es la pieza clave de la historia 2011-2016. Era el hombre de la absoluta confianza de López Valdez, su amigo, no se movía un centavo si no era con la venia del Jefe. Si se trataba de dinero Villarreal era el número dos.

Fue conocido en aquellos años que el Tesorero decidía cuál de los programas de gobierno se apoyaría, cuál obra recibiría presupuesto y cuál proyecto tendría recursos y caminaría. Él mismo decidía cuáles no recibirían dinero e iban al fracaso. Utilizando la frase hecha: pelearse con Villarreal era pelearse con la cocinera, no habría de comer.

El Tesorero enfrenta esta acusación por el desvío de 293.5 millones de pesos, que según la acusación se transfirieron en 112 operaciones bancarias de fondos federales etiquetados a cuentas estatales, simulando además un ingreso a las finanzas estatales, lo que se considera ilegal. La acusación que enfrenta Armando Villarreal es solo un ejemplo pequeño, y quizás el menos grave, del cúmulo de señalamientos que se le fueron señalando en su función de administrador. De ahí su condición de elemento clave.

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Con Villarreal Ibarra suman tres secretarios de estado del gabinete de Malova sentados ante el banquillo de un juez, por irregularidades durante sus funciones: Ernesto Echeverría, de Salud —que alcanzó un acuerdo con la Fiscalía y cubrió 7.5 mdp—, Rafael Lizárraga, de Turismo —que al final fue exonerado—, y ahora Armando Villarreal. Además hay procesos abiertos contra funcionarios de segundo nivel, como la administradora de Salud, Alejandra Gil; o Ernesto Herrera y Carlos López, de Administración y Finanzas.

Margen de error
(A,B,C) En México tenemos una clase política que se niega reiteradamente a rendir cuentas, aunque diga que siempre lo hace. Los políticos confunden con su discurso un pilar fundamental de la democracia, que es la obligación de informar sobre sus decisiones y justificarlas en público, e incluye además la posibilidad de sancionar a quienes incumplen con sus deberes, es decir el castigo.
Más corto: el ciclo de la rendición de cuentas consta de información, justificación y castigo. E informar no se refiere a una campaña en medios resaltando los logros de una administración pública, sino explicar detalladamente las decisiones que se toman desde el cargo.

La rendición de cuentas es un malentendido a conveniencia. La clase política en general, y en este caso Armando Villarreal en particular, no se confunde diciendo que acudiendo al juez rinde cuentas como lo hizo durante ocho años —se refiere de 2011, cuando asumió la administración de los recursos del estado, a la fecha—, sino que deliberadamente fomentan la confusión.

Si el ciclo de la rendición de cuentas se cumpliera escrupulosamente, muy pocos de los casos terminarían como el del tesorero de Malova, Armando Villarreal. Porque desde el momento en que se vea obligado a informar sobre sus acciones de manera profunda, se atajaría cualquier irregularidad. Sin contar que el intento por justificar esas decisiones sería imposible.

El poder es opaco por naturaleza, y por eso surge la necesidad de exigir cuentas. Pero en esto tenemos urgencia de entender que transparencia y rendición de cuentas no son sinónimos, sino que la primera es consecuencia de la segunda.

Lo que comúnmente tenemos en México es una simulación de rendición de cuentas y una transparencia, ciertamente más avanzada, entendida únicamente como la obligación de entregar la información existente en las instituciones.

Los actos públicos que no se informan, no se justifican y en la mayoría de las ocasiones tampoco se castigan, generan los repetidos actos de corrupción en este país. Frecuentemente quienes tienen el poder de tomar decisiones terminan por obtener un beneficio personal, esa es la corrupción, porque resulta que a estas alturas muchos parecen no entender ni siquiera qué significa.

Mirilla
(Estilo Peje) Otra pieza del complejo sistema de rendición de cuentas, transparencia y anticorrupción, es la Auditoria Superior del Estado. Su titular, Emma Guadalupe Félix Rivera, acudió por primera vez a una comparecencia ante los diputados, obligación que no estaba contemplada en la legislación anterior.

La ASE es una institución nueva en el engranaje institucional de Sinaloa. Ella es la tercera Auditora, sus antecesores no concluyeron en el cargo —el primero, Marco Antonio Fox, porque murió; y el segundo, Antonio Vega, porque fue obligado a renunciar en el relevo de Malova a Quirino.

Félix Rivera es la vigilante, su tarea es fiscalizar a través de un plan de auditorías, pero además revisar el desempeño en los procesos internos de las áreas públicas. A la vigilante la vigilan los diputados, y algunos de ellos, los de Morena, le reclamaron a la auditora el retraso en los resultados de casi 100 demandas pendientes por irregularidades que podrían ser delitos y que la Fiscalía estatal tendría que investigar, pero especialmente dos casos sobresalen —y que apuntan también a Villarreal, de algún modo— los desvíos en ISSSTEESIN y en el Fondo de Pensiones.

Pero hay más, Félix Rivera fue amenazada al estilo Peje por Cecilia Covarrubias, diputada de Morena: “Si usted, señora auditora, no lleva a los tribunales a los responsables de este millonario desvío, no va a comparecer por segunda ocasión en condiciones como ésta…”

Primera cita
(Invitado) Armando Villarreal sobre el edificio de justicia donde acudió a la audiencia: “Están padres, están bien hechas”, refiriéndose a la sala de juicios orales, construida justamente cuando fue Secretario de Administración y Finanzas. ¿Quién le iba a decir que años después acudiría obligadamente a verificar que quedaron bien hechas? (PUNTO)

Columna publicada el 24 de marzo de 2019 en la edición 843 del semanario Ríodoce.

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