La alcaldesa de Guasave, Aurelia Leal, se encuentra muertos en la nómina y sueldazos de lujo en la Junta de Agua que está en números rojos. El de Culiacán, Jesús Estrada, 150 vehículos inservibles en el taller y casi por finalizar el convenio de renta de camiones recolectores de basura porque el Ayuntamiento no tiene propios. El de Mazatlán, Guillermo Benítez, tomas clandestinas de agua y adeudos millonarios por el consumo de años sin pagar. Eso, como botones de muestra de lo que brota hasta ahora. Y no es que anden buscando las irregularidades, se las van topando en el andar. Sería interesante verles la cara cada vez que les llega una nueva sorpresa.
Estos tres y los otros 15 alcaldes y alcaldesas, se encontraron con Tesorerías siempre comprometidas, pues sus frágiles finanzas vuelven inestable cada movimiento. Nadie se atreve a usar la frase que les describe con precisión: en ruinas. Y no se hace porque los Ayuntamientos no se atreven a declarar la quiebra. Aunque basta con darle seguimiento a sus declaraciones: posponen obligaciones urgentes como el pago al Seguro Social de sus empleados, o los impuestos, y además para el rescate tienen que recibir adelanto de participaciones. Es decir, resuelven la urgencia, pero solo posponen el problema que tienen encima. Algunos Alcaldes mejor rechazaron el ofrecimiento del adelanto de participaciones y saldrán como puedan.
Por eso Estrada Ferreiro tuvo que retractarse sobre los descuentos al pago del impuesto predial, que tan obcecadamente defendía y que tanto lo raspó antes de rendir protesta. Una vez que le mostraron números exactos, mejor ofreció el Buen Fin, que se convirtió en un tanque de oxígeno de 70 millones de pesos para sus finanzas y le alcanzó para pagar la luz y el internet.
El modelo de administración pública en los Ayuntamientos está empantanado. Ya no tiene que ver con el orden financiero que intenten imprimirle los tesoreros, incluso ni siquiera con la corrupción —que uno es necesario y el otro un lastre. Se trata de una loza de obligaciones que arrastran los Ayuntamientos, y que administración tras administración se va haciendo más pesada, mientras no se revisen esos gastos no habrá medida que los salve.
Hasta ahora los ciudadanos no conocemos un análisis a fondo de las finanzas municipales. Más allá de las deudas y los ingresos, de las participaciones y las decenas de fondos.
Margen de error
(Sueldos) Sinaloa tiene el sueldo promedio anual registrado en el IMSS más bajo de todo el país: 93 mil 398 pesos al año, algo así como 7 mil 783 pesos al mes, 259.4 pesos diarios (cifras al primer trimestre de 2018). ¿Dónde se gana más? En Ciudad de México, casi el doble: 162 mil 339 pesos al año, 13 mil 528 pesos al mes, 450 pesos al día.
Los promedios siempre son engañosos, pero el último lugar de Sinaloa en el salario de los empleados formales es una constante desde hace mucho tiempo. Son tan engañosos que el grueso de los empleados ya quisiera al menos llegar al promedio diario de 259 pesos.
Ese salario anualizado corresponde a quienes están en la formalidad, poco más de medio millón de sinaloenses, hay otro medio millón en la informalidad —que no en la ilegalidad. Y entre quienes están en la informalidad lo que prevalece es la inseguridad o la sobrevivencia, aunque en otro extremo de la informalidad igual están los privilegiados que sobrepasan el promedio de los formales.
Es en este panorama general donde se discuten los salarios de la clase política, tanto a nivel federal como en los estados, lo que se conoce como la Ley de remuneraciones. No es un tema menor, aunque se trivialice por detractores y defensores: Desde la presidencia por tratarse de una promesa de campaña y colocando al Presidente en la cima y que nadie puede ganar más que él. Y por los detractores porque según estarían desapareciendo a una élite de la burocracia con experiencia y solvencia técnica.
No es fácil asumir posiciones en un tema que está polarizado, además en un país donde la característica principal es la desigualdad —por encima de la pobreza, ésta es consecuencia de aquella. Un empleado del poder judicial federal, por citar a quienes alzaron la voz en contra, nunca podrá ponerse de acuerdo con un empleado de Sinaloa, que tiene el sueldo promedio más bajo del país.
Hasta ahora la mayoría de Morena no ha logrado un punto de encuentro en el tema. Si piensan que es una lucha ganada solo porque la mayoría en México necesita un año para ganar el sueldo de un mes de esa élite están equivocados. Falta más que eso.
Mirilla
(No es el sueldo) Lo peor de la discusión de los salarios de la burocracia es que la clave del ingreso nunca estuvo en las percepciones. Sino en los bonos, el acceso a las firmas para definir compras, la información que vale mucho dinero, las decisiones entre uno y otro proveedor, las facilidades para contrataciones falsas… todo lo que justamente ni siquiera está en la mira.
Deatrasalante
(Participación Ciudadana) La llamó el firmón, y con la campaña pretendía el apoyo a una Ley de Participación Ciudadana, pero su verdadero interés era apuntalar la carrera por la candidatura del PRI a la gubernatura de Sinaloa en 2004. Jesús Aguilar, a la postre gobernador, nunca impulsó la citada ley y la firmas validadas por notario quedaron ahí encajonadas.
Muchos años después, Morena está con las consultas ciudadanas para reafirmar cualquier decisión. Se quedan tan cortos como Aguilar Padilla, la participación ciudadana se impulsa en muchos frentes, no solo asistiendo a cruzar una boleta por este o aquel tema (PUNTO)
Columna publicada el 16 de diciembre de 2018 en la edición 829 del semanario Ríodoce.
