El desprecio por los migrantes pobres y no por aquellos que con opulencia llegan al país de negocios o placer, es un síntoma de la aporofobia que manifiesta mucha gente, pero también se ve reflejada en las acciones oficiales.

La salida de la Caravana Migrante para atravesar la República Mexicana es un asunto estructural que tiene como fondo problemas de pobreza histórica, principalmente de Honduras, expuso Omar Lizárraga, presidente de la Asociación Mazatlán Fraterno A. C.

Migrar en caravanas es una estrategia de protección, México es un país muy hostil para los centroamericanos, agregó, y les ha funcionado porque es más seguro.

“Lo que veo es que los gobiernos estatales están como pasando la ‘bolita’, (diciendo) ‘este no es mi problema, los agarro en La Concha y los mando a Navojoa, lo más rápido posible, que no se queden en Sinaloa, viéndolos como un problema, o sea, si se quedan va a ser una carga para Sinaloa’, y se olvidan de darles un trato digno”, consideró.

Y es que ya tienen semanas marchando, viviendo en la calle, señaló, porque si bien esto agilizó de alguna manera el tránsito, no se les dio al menos un campamento donde descansar.

Agregó que sí hay que reconocer que se les dio la atención y presencia de personal de derechos humanos, sin embargo el mensaje fue: “Que no lleguen a las ciudades”.

“Ese fue el mensaje, que no lleguen a Mazatlán, que no lleguen a Culiacán ni a Los Mochis, porque da el mensaje que serían una carga, un problema, algo negativo para la sociedad”, mencionó.

—¿En el caso de Mazatlán, que dan mala imagen?

—Da el mensaje a la sociedad de que ellos son un problema; o sea, este comportamiento de trasladarlos y no lleguen a Mazatlán, el gobierno da el mensaje de que no deben de llegar a las ciudades, de que se convertirían en una carga, siendo que si hubieran llegado a Mazatlán o Culiacán, la sociedad civil nos hubiéramos organizado para apoyarlos y no dejar toda la carga al gobierno, como ellos lo asumieron, indicó.

Estadísticamente, Omar Lizárraga registró que en Mazatlán han llegado grupos dispersos de 10 a 15 migrantes todos los días.

Los datos duros del flujo ordinario dicen que se trata de hombres en edad productiva, pero en esta ocasión, ante los grupos masivos que se han desplazado en el territorio, ya es más común ver mujeres y niños sin acompañantes que por seguridad van en busca de su familia a Estados Unidos.

El especialista en temas migratorios, explicó que este fenómeno es mundial, pues tanto en Europa, Estados Unidos y todos los países por donde transitan migrantes pobres, o colectivos diferentes a la mayoría donde las manifestaciones de odio están a la orden del día.

“Los discursos de odio son un desafío para las sociedades modernas porque no se llega a esa construcción de igualdad, justicia y libertad”, asentó.

El discurso de odio abre la puerta para que la gente trate con hostilidad a personas en estado de vulnerabilidad como son los migrantes pobres.

Omar Lizárraga ve tres escenarios para los migrantes, la primera es pedir asilo en Estados Unidos, pese a que Donald Trump conserve un discurso de odio, hay tratados internacionales que permite que dé asilo político a los centroamericanos que lo soliciten como ya han empezado a hacer muchos de ellos, la otra es que quien no opte por pedir asilo, decidirá asentarse laboralmente a lo largo de la frontera norte, principalmente Tijuana, o bien en los estados de tránsito.

Otros miles, que ya lo están haciendo, se van a regresar a sus países de origen, unos cuantos se van a quedar esperando una asistencia humanitaria o de la sociedad civil, pero creo que el grueso, va a depender del mercado laboral.

Por último el activista sugirió a la población considerar que se trata de personas que son expulsadas por la pobreza que viven en su país, que buscan llegar principalmente a California y todos merecen un trato humano y de respeto, sin caer en generalidades por la desinformación.

Artículo publicado el 25 de noviembre de 2018 en la edición 826 del semanario Ríodoce.