El perdón sin justicia, no resuelve el reclamo de paz social: Rosy Laura Castellanos

ROSY LAURA CASTELLANOS.

Los intentos para recuperar la paz social en México, así como los está llevando y con quienes se está apoyando el Presidente electo Andrés Manuel López Obrador, no van a funcionar porque están partiendo de un paradigma equivocado, haciendo creer que con el perdón se va a regresar la paz y la tranquilidad a los mexicanos, afirma la Presidenta del Instituto de Investigación y Estudios en Cultura de Derechos Humanos, Rosy Laura Castellanos Mariano.

No hay una paz que se construya a partir de un supuesto perdón si no va acompañado de la justicia, de un análisis de contexto y de una serie de actores que no solamente son las víctimas. Es remover la estructura de todo un sistema bajo la que se construyen las desigualdades. El perdón como instrumento para alcanzar la paz social no existe, dice.

En opinión de la investigadora, plantear la recuperación del tejido social en un país que está destrozado y con un manejo desastroso en la política de los derechos humanos, desde la perspectiva de la izquierda exige remover las estructuras que dieron origen a esa desigualdad económica, social y política, que es el primer obstáculo que niega una cultura de los derechos humanos con una lectura más crítica y menos utilitarista.

Explica que la izquierda contemporánea no está en contra de la riqueza; se opone a que haya pobreza. Se resiste a una acumulación de la riqueza a costa de un pueblo empobrecido. Se trata de que esa riqueza pueda ser distribuida socialmente y que tenga límites de tal forma que la ganancia que se genera desde lo privado también rinda cuentas y apoye para el desarrollo de los derechos humanos en este país.

En un modelo neoliberal como el nuestro, agrega, necesitamos poner límites a este capitalismo voraz, porque lo que hoy tenemos es una riqueza desbordante, acumuladora, acomodaticia.

“Si me preguntas como una mujer de izquierda, te diría que necesitamos poner límite a esta riqueza desbordante, acumuladora, acomodaticia, mercantilista y podríamos generar otros modelos económicos como el que plantea la gestión crítica, que parte de estos modelos de economía social y solidaria donde existan empresas comprometidas con el mejoramiento del medio ambiente, que devuelvan a la comunidad algo de lo que da al consumir sus productos y eso cambia la idea de esta economía donde el mercado determina todas las relaciones.

—Y en este modelo de gestión crítica que refiere ¿qué tendría que hacer el Presidente Electo para arribar a un nuevo escenario de economía social?

—Tendría que reformular desde la raíz a la administración pública, preparar a su equipo desde la izquierda; cambiar lo mecanismos de recaudación, desde los impuestos hasta la recaudación de consultas y opiniones. Esto implica cambiar lo lógica del mercado a una de economía social y solidaria. Y López Obrador no da señales de que vaya a haber un cambio en este sentido, pero todo está por verse porque la administración no empieza, no conocen el Plan Nacional de Desarrollo y sería una falacia anticipar.

Tecnócratas al gabinete

La especialista menciona que le genera polémica las personas que está nombrando para su gabinete. Pero todo se verá hasta que entren en operación. Lo que si adelanta es que el perfil de los que ha nombrado no concuerda con el discurso que él plantea “pero hay que darle el beneficio de la duda”.

Pero hasta ahora el gabinete que ha elegido tiene un perfil más empresarial, más tecnocrático y con cuadros políticos del ITAM, de la Ibero, de la Anáhuac —que se han formado en una lectura tecnocrática de los derechos humanos, con una visión más pragmática— y en menor grado de la UNAM. Pero lo más preocupante es que está nombrando tecnócratas para dirigir la política de derechos humanos.

Sin embargo, confió en que en este lapso y asimilen este discurso y den la sorpresa: “hay que dejar que entren en funciones y entonces sí opinamos”.

Lo interesante sería revisar que el Presidente Electo de México, una vez en funciones no incurra en una lectura pragmática y tecnocrática de los derechos humanos, como también pugnar porque abunden las visiones sin crítica y que tenga un gabinete de contrapesos para mejorar los actos de gobierno, como pueden ser la transparencia y rendición de cuentas y demás asuntos públicos, de tal forma que esos cambios se vean proyectados en la vida cotidiana de los mexicanos.

Considera que de manejarse la política de los derechos humanos con un criterio pragmático, se corre el riesgo de seguir utilizando mecanismos jurisdiccionales y tener más de lo mismo “porque el cambio no viene por decreto”.

Artículo publicado el 4 de noviembre de 2018 en la edición 823 del semanario Ríodoce.

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