“Bendiciones, gracias”, responde un hombre de aspecto afroamericano que viaja a bordo de la ruta San Joaquín-Sábalo, esa que lleva a la zona turística de Mazatlán a una parte de los trabajadores que le dan servicio a los turistas extranjeros y nacionales que llegan a la ciudad.

El hombre relata a los pasajeros cómo ha sido viajar desde Centroamérica hasta Mazatlán y permanecer varados a merced de la caridad pública para sobrevivir.

Forma parte de un censo no oficial que se estima suma ya alrededor de 300 migrantes que no pueden salir de Mazatlán porque no hay salida de trenes que les permita seguir su viaje hasta la frontera norte.

Desde el jueves 20 de septiembre que llegaron, se enteraron que no hay más salidas de trenes porque las inundaciones del norte de Sinaloa lo impiden.

Aquí en México, se calcula que se internan entre 300 y 400 mil centroamericanos al año con el objetivo de llegar a Estados Unidos principalmente; de esos, un 50 por ciento son detenidos en la frontera sur de Chiapas y Veracruz, expuso Omar Lizárraga, presidente de la Asociación Civil Mazatlán Fraterno.

Otro 30 por ciento de indocumentados son detenidos en el resto de su trayecto por territorio mexicano, agregó, y se calcula que sólo dos de cada 10 llegan a su objetivo que es Estados Unidos.

De las tres rutas que hay en México, la del Golfo de México y la del Occidente para llegar a Texas y la del Pacífico, que cruza Mazatlán para llegar a Tijuana, históricamente los migrantes habían optado por la ruta del Golfo, pero dada la violencia que se registra desde hace una década, prefieren la del Pacífico.

El académico de la UAS explicó que hizo una encuesta en Mazatlán que permita saber de dónde vienen, a dónde se dirigen y su perfil socioeconómico.

Esas encuestas arrojaron que vienen principalmente de Honduras, seguido por Salvador y Guatemala; son hombres de entre 18 a 40 años de edad, pero cada vez se ven más mujeres y menores de edad de entre 10 y 18 años, a veces no acompañados, detalló.

Se ha vuelto común ver a familias enteras que deciden correr el riesgo de cruzar el país para llegar al sueño americano, con bebés en brazos, pidiendo dinero y comida en los cruceros cercanos a las vías del tren.

“Eso es dramático, por la condición son más vulnerables”, acotó.

Otra de las preguntas fue enfocada a las adversidades y peligros a los que se enfrentan al entrar al país en su condición de indocumentados, tienen derechos humanos pero son violentados, dijo Lizárraga.

“Del 100 por ciento, el 85 sufre algún delito en territorio mexicano, como el robo, asaltos, extorsiones, secuestros y algunos más terribles como homicidios, violaciones y tráfico de órganos, delitos que casi en su totalidad quedan impunes porque temen represalias, ser deportados, y es que también el proceso legal es largo y su objetivo es llegar a Estados Unidos, no se detienen a hacer las denuncias”, explicó.

La encuesta indica que se dirigen a Estados Unidos, pero el 10 por ciento ya no quiere hacerlo sino permanecer en México, en parte por las políticas migratorias impuestas por Donald Trump que se agudizaron.

Las entidades preferidas por los migrantes son principalmente Sonora y Baja California, donde se emplean en maquilas, y si se presenta la oportunidad, cruzar la frontera.

Se trata de una migración económica, agregó, que busca tener mejores ingresos, pero también de refugiados que buscan asilo político en México y Estados Unidos.

“Ya no solo huyen de la pobreza, sino también de la violencia, y huyen de la violencia y se encuentran con más violencia en México”, mencionó.

Algunos platican que México es el purgatorio, para pasar a cumplir su sueño americano.

“Y por toda la ruta, desde la frontera sur hasta la frontera norte, se enfrentan a muchos peligros, y las mujeres y niños son los más vulnerables, también los varones, pero sobre todo esas poblaciones”, indicó.

El mal tiempo que mantiene inactivo el tráfico ferroviario no sólo retrasa el viaje de los migrantes, sino que agudiza las carencias y necesidades.

“Ya tiene una semana que no sale el tren al norte y los migrantes siguen llegando, se están estancando, están retenidos aquí en Mazatlán”, lamentó.

Y es en la Parroquia de San Francisco de Asís donde encuentran refugio, alimento caliente, revisión médica…y asaltos.

A través de Mazatlán Fraterno, añadió, se solicitó el apoyo del alcalde Joel Boucieguez, quien mandó a un médico y despensas para ayudar a aliviar las necesidades.

Pero también está Elpidia Amaya Ortega, quien a sus 70 años ya tiene 10 brindando esta labor social para los extranjeros.

Cocina, pero no se da abasto junto con otras cuatro personas para alimentar tantas bocas que llegan en busca de comida caliente.
Por humanidad, expresó la señora Elpidia, todo el día cocina y atiende a las personas que están de paso.

Sobre un comal calienta las tortillas que la fila de hombres espera, mientras otra mujer fríe verduras en una cazuela enorme y otra saca el pan dulce.

Las donaciones de los mazatlecos han sido generosas, pero no suficientes para tanta gente, comentó, siguen faltando huevos, café, azúcar, artículos de higiene personal y verduras.

La expectativa de que el tren saldría los mantuvo toda la semana en vilo, llegar a realizar el sueño americano, a pesar de la pesadilla mexicana, a pesar incluso, de la misma naturaleza… pero llegó el día y por fin el jueves la mayoría trepó a la máquina para continuar su trayecto.