Peña se va. El hombre emblema del PRI, reencarnación de Adolfo López Mateos, figura del retorno del partido a Los Pinos, llegó al poder con el sueño de la construcción de su Casa Blanca, y al final del sexenio lo que tendrá por tiempo indefinido es un encierro en una caja negra.

Puestas las cosas como están, se ve sumamente remoto que Andrés Manuel López Obrador emprenda una acción legal contra Enrique Peña o alguno del estrecho círculo, por cualquiera de las acciones o yerros de su gobierno. No pretende enfrascarse en una batalla legal y política que termine embarrándolo a él mismo, o a alguno de sus colaboradores. O peor todavía, que la persecución le absorba un tiempo que no tiene y un esfuerzo que demanda en altas cantidades la próxima presidencia.

Por si fuera poco, la experiencia reciente en América Latina obliga a abandonar cualquier intento en ese sentido: los sucesores que han iniciado una cacería contra el presidente saliente o un alto funcionario, como Guatemala, Perú, Brasil o Argentina, terminan paralizados en ese solo objetivo y con un gobierno estancado. Tal como México es un reguero de gobernadores perseguidos o encarcelados, todo el continente está marcado por casos de corrupción gubernamental que incluso tienen a expresidentes en el banquillo de los acusados o presos.

Peña Nieto no correrá esa suerte, y con lo que le queda de poder emprende su última gran cruzada: una campaña mediática para contar su historia de los últimos seis años, se diría la verdad histórica. Y entonces habla de su arrepentimiento del tratamiento que se le dio a la investigación periodística de la Casa Blanca, no de la posibilidad de conflicto de intereses ni de la posible conformación de un delito, solo de cómo se respondió. Lo mismo sobre el caso Iguala y los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, donde recurre a su confianza de que la historia ministerial que se contó desde la PGR es lo que ocurrió, sin atención a cualquier otra investigación internacional que se realizó.

La historia en México es implacable con los presidentes. El ejercicio del poder los desgasta hasta casi extinguirlos, de un altar al sótano, diría el clásico. En algunos países de democracias avanzadas los expresidentes son referente, voz autorizada, una mujer o un hombre activos y no enclaustrados por meses o años, sin derecho a hablar.

Hoy le queda a Peña Nieto hacerse el muerto por algún tiempo. Nadie sabe cuánto. Será su mejor manera de sobrevivir.

Margen de error
(Se va y se viene) Con un presidente que no termina de irse, en un largo adiós; y otro que no termina por llegar, se balancea México estos meses en péndulo. Peña defendiendo la reforma educativa, AMLO dice “va para atrás”, es el ejemplo de una constante.

Solo han pasado dos meses de la elección y parecen una eternidad, López Obrador come ansias por llegar y Peña Nieto deseando alargar el tiempo. Todavía faltan tres meses completos en esta situación, muchas reuniones de gabinetes, muchas fotos, desfiles en la casa de transición de la Roma pidiendo de todo, pero quienes se van ya no quieren mover ni un dedo, y quienes están por llegar no pueden entrometerse más que con buenos deseos.

El arribo de diputados federales y senadores podría modificar esta cruel dinámica de un país que juega a la cuerda, unos jalan para un lado y el otro equipo en sentido contrario.

Mirilla
(Robachicos) Chabelo murió infinidad de veces en noticias que circularon en redes sociales. Ante lo gastado de repetirlo, los creadores de memes optaron por otorgarle la vida eterna, a partir de entonces el presentador añejo de un programa infantil de la televisión mexicana es el personaje perfecto para el ingenio: aparece en una selfie junto a los dinosaurios, o entre los mirones en la emblemática foto donde Villa está sentado en la silla presidencial y Zapata sostiene la mirada a la cámara desconfiado. Pasó de falsa noticia cebada a broma macabra de la omnipresencia.

Las redes sociales obligan a un replanteamiento en las teorías de comunicación, las explicaciones sobre medios masivos existentes están superadas ante una vida en la inmediatez, donde en unos segundos se puede crear una crisis nacional como la que se vive en los últimos días en casi todo México. Los mensajes, principalmente audios, donde se alerta de una banda de roba niños aterran a sectores sociales enteros. En un par de comunidades del centro del país el miedo acabó en tragedia y lincharon a cuatro personas que según ellos eran parte de esas bandas.

Para broma cibernética ya fue demasiado; para ser una campaña orquestada buscando sembrar el miedo a todo el país igualmente suena imposible, un complot demasiado perfecto. Más de una vez la autoridad se ha visto imposibilitada para atajar un mensaje disfrazado de información. Ante el descrédito oficial es mejor darle crédito a quien anónimamente y sin “ningún” interés se atreve a difundir la verdad.

Primera cita
(Amoniaco) La planta de amoniaco de Topolobampo es a Sinaloa lo que el Aeropuerto Internacional de Ciudad de México a todo el país. Ambos proyectos nacieron en medio de la discusión y con sectores en abierta oposición. Los dos sin embargo siguen en marcha contra todo. Son de tal magnitud las inversiones que nada parece detenerlas, es como si un arado se enfrentara a un tractor.

En la planta de amoniaco de los alemanes del Grupo ProMan son 5 mil millones de dólares, la inversión más grande de toda la historia, eso es el presupuesto total de Sinaloa de dos años. Ante eso cualquier argumento de defensa del ambiente será un aradito jalado por mulas (PUNTO)

Columna publicada el 2 de septiembre de 2018 en la edición 814 del semanario Ríodoce.