Militar pierde la razón por el estrés severo al que lo sometió la Sedena

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LUIS ALBERTO. Cuando ingresó a la milicia.

El joven hidalguense y soldado encuadrado en el 89 Batallón de Infantería, Luis Alberto Hernández Hernández fue desechado de la milicia cuando perdió la razón, y en la actualidad constituye un litigio más en donde la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) se desatiende de sus obligaciones como patrón.

Luis Alberto vive en el cerro Juricahui, al fondo de la sindicatura de San Miguel Zapotitlán, y en su fantasía dice estar dedicado a salvaguardar la vida de su hermano Guillermo Nicolás, un ex militar también. Asegura ser un soldado de élite, y que su casa es un fortín que es la mira de los enemigos. Para evitar que sea tomado por transgresores de la ley, él monta guardia de día y de noche, y ocasionalmente le da por patrullar la zona, en incursiones que pueden durar días y extraviarse, como ya sucedió.

Luis Alberto no es agresivo, pero desvaría.

Guillermo Nicolás, el hermano menor, forzado por la situación, dejó su hogar en el natal estado de Hidalgo, y perdió su empleo.

Hoy vive de la caridad y del poco dinero que los condiscípulos secundarios le envían, mientras espera que un abogado pueda vencer la cerrazón de la Sedena para que se haga cargo de los cuidados médicos y manutención del soldado, como habría ocurrido con el sistema de salud civil. En la casa se carece de todo, y se sufre por lo más mínimo.

LA SEDENA. Pretende abandonarlo a su suerte.

No pagan renta, porque la vivienda es prestada, pero requieren de agua potable y energía eléctrica, costos que para un desempleado al cuidado de un enfermo mental es toda una aventura satisfacer. La alimentación diaria es otra penuria que se sortea a la buena de Dios.

Los hermanos no tienen conflicto vecinal, y ocasionalmente son socorridos, pero los costos fijos son un alud que los aplasta.

Aún y con todo adverso, Guillermo Nicolás asegura que no abandonará a su hermano y mientras dure el litigio estarán en la localidad, pues la Sedena busca cualquier pretexto para cerrar el asunto sin tener responsabilidad.

Para desatenderse de su obligación patronal, la Sedena utilizó diferentes garlitos, desde ignorar el caso y perder documentación oficial, hasta abandonar al trabajador, o peor aún, hostigarlo para que desertara del servicio, como sucedió con éste y otros casos similares.

“Una última explicación para lavarse las manos fue que había perdido la razón por causa de una mujer, nada más infantil, aunque los dictámenes médicos afirman lo contrario”.

Guillermo Nicolás cuenta que su hermano pasó dos años encuadrado en el batallón local, y había participado en cinco misiones en la sierra.

Aseguró que no tiene certeza de la fecha en que su hermano comenzó a desvariar porque el Batallón nunca le informó, y en la actualidad aún le niega información y documentos. Pese a todo, sostuvo que no dejará de luchar en contra de la institución que debió protegerlo y ampararlo pero de la que sólo recibió desdén.

De acuerdo con el juicio de amparo 747/2017 que se desahoga en el Juzgado Sexto de Distrito y que fue resuelto el siete de febrero del 2018 con negativa de suspensión definitiva, el soldado fue diagnosticado con otro trastorno psíquico agudo con predominio de ideas delirantes, pero el general Gonzalo Corona González pretende darlo de baja simulando un procedimiento de retiro sin derecho a la seguridad social militar, según el oficio SGB-20418.

En el juicio que fue desechado por el magistrado y que actualmente se encuentra en revisión en un tribunal de alzada, el general alega que el padecimiento fue contraído en actos fuera de servicio, cuando en documentales públicas se acredita que éste inició el 25 de abril del 2018 en el puesto de vigilancia militar “Huites”, como consecuencia del cansancio y estrés emocional ocasionado por los constantes ataques del crimen organizado.

GUILLERMO NICOLÁS. En juicio para que su hermano sea atendido.

Posteriormente fue evacuado e internado en unidades médicas de Mazatlán y ciudad de México, en donde los médicos militares Damián Pantoja Villagómez y Eduardo de la Cruz Honorato certificaron que no era apto para el servicio activo de las armas, en primera categoría, pero le negaron la atención.

Pero aún, para evitar otorgar el retiro y garantizar su seguridad social militar, lo empezaron a presionar para que desertara. Esto sucedió el domingo 8 de julio (2018) cuando el soldado salió del batallón sin que nadie lo cuidara, caminando sin rumbo por la carretera federal hacia el norte sin comer ni beber, quemándose la piel por el sol.

Ocho días después, el 16 del mismo mes, llegó al batallón todo sucio y barbón diciendo que fue a una misión y que lo andaba persiguiendo el enemigo, pero nadie lo quiso recibir ni atender. Un compañero se lo llevó a su casa y avisó a sus familiares, iniciándose el peregrinar actual.

Dos años para enloquecer

2015, Luis Alberto Hernández Hernández se encuadra en el 89 Batallón de Infantería
2017, Luis Alberto enferma
2018, Sedena desatiende al militar.

Artículo publicado el 19 de agosto de 2018 en la edición 812 del semanario Ríodoce

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