Se supone que el nepotismo es una práctica deleznable en el pensamiento de la izquierda. Nadie que sea de izquierda puede aceptar que un dirigente político o representante popular, beneficie a miembros de su familia con cargos de representación política o encargo administrativo. Que se le incluya en una nómina pública.
Lo escribimos durante la pasada elección cuando señalamos los casos notorios en la coalición Por Sinaloa al Frente, cuando Héctor Melesio Cuen Ojeda, dirigente del PAS, promovió a su esposa Angélica Díaz Quiñonez para que estuviera en segundo lugar en la lista plurinominal al Congreso del Estado; denunciamos el caso de Carlos Felton que promovió también a su pareja, Sylvia Treviño Salinas, para que fuera compañera de fórmula al Senado con Cuen Ojeda, incluso los propios panistas lo cuestionaron llevando el asunto a las altas esferas judiciales del país.
Ahora nos enteramos de que Merary Villegas, la dura y cuestionadora parlamentaria incurre en lo mismo. Algo pudiera haber hecho para que su madre Victoria Sánchez Peña, haya sido candidata y sea futura legisladora de Morena en el Congreso del Estado; también nos enteramos de que la futura parlamentaria federal Mariana Rojo es esposa de Iván Bautista Sánchez primo de Merary; no acaba ahí, Baltazar Rendón Sánchez, diputado local en funciones es también primo de Merary , incluso su hermana Bertha Villegas Sánchez, de no haber sido impugnada y derrotada hubiera sido regidora en el Cabildo de Culiacán. Todo un caso de nepotismo con bandera de izquierda, donde no parece haber rubor alguno, por el contrario, existe un aire de satisfacción, de tarea cumplida. Hay detrás de todo esto un control familiar de las asambleas de Morena para designar candidatos que es materia para otro artículo o, mejor, de una investigación sobre democracia interna. Llama la atención, por cierto, el silencio de los morenistas.
O sea, en ello hay algo, al menos sospechoso, si no es que sucio en estas designaciones. La reacción de Merary es la misma que esgrimió la esposa de Felton cuando salió al paso de la crítica por nepotismo diciendo: “Para nada es nepotismo, el estar yo aquí no se lo debo a mi mamá, y el estar ella allá, no me lo debe ella a mí”, para rematar afirmando: “que tanto la de ella, como la de su mamá, son carreras completamente diferentes”.
Cierto en Morena vemos gente que nunca había sido visible en la vida pública sinaloense y hoy tienen flamantes cargos de representación política. Pero, creo es hasta ahora el único caso de nepotismo de Morena Sinaloa; resultó lista la muchacha y promueve a la familia. Ya en medios de comunicación y redes sociales se le está cuestionando severamente. Porque es más de lo mismo.
La explicación de esta desviación política, por usar un eufemismo, se encuentra por un lado en la ambición de Merary que ha hecho efectiva en el peor sentido de la premisa “a la familia se le apoya” y la débil institucionalidad de Morena Sinaloa que, como sabemos, no cuenta con una estructura partidaria que genere sus propios contrapesos internos. Al no haber una dirección estatal y tampoco órganos de poder municipal, la mayoría de las decisiones no se toman dónde deben tomarse democráticamente, sino son personas específicas, aunque la decisión pudiera estar en otra parte, en otros dirigentes o personas cercanas a AMLO, se dice que esto pudo haber sucedido.
Cómo sabemos, Raúl Elenes es el Presidente Estatal de Morena en Sinaloa y eso significa un gran poder, seguramente por sus manos pasó parte de la decisión de palomear a quienes fueron candidatos, tanto en el estado como en el ámbito federal. Habría que saber cómo se decidieron estas postulaciones. Pero, eso no será ahora, quizá con el tiempo logremos saber lo que sucedió con estos actos de nepotismo. Ahora, lo que es preocupante no es que Morena esté acéfalo de estructura en el estado sino que los futuros representantes populares “se manden solos” y lo que vemos con Merary se repita en forma exponencial. Que sería una desgracia en todos sentidos.
En definitiva, quienes hace unos días criticaban todo lo habido y por haber, ahora ante estos casos hacen el silencio, “acuachan” como se dice vulgarmente, sólo gracias a los medios de comunicación independientes podemos decir que sabemos de ellos, y que estos serán los que vigilarán que la oferta del cambio sea con responsabilidad y plazos finitos.
Al periodismo, cómo el de Riodoce, le esperan grandes tareas en este proceso esperanzador que por ningún motivo debe ser para que familias resuelvan sus problemas económicos y de reconocimiento social.
Eso la izquierda durante mucho tiempo lo señaló con severidad y es el momento de hacer efectivo ese proceso de purificación nacional, empezando por casa.
Artículo de opinión publicado el 22 de julio de 2018 en la edición 808 del semanario Ríodoce.