¿Y el gobernador Quirino?

 

Bastante se ha hablado de la nueva distribución del poder en el país, en el estado. Del daño ocasionado por el 5 de 5 masivo a los partidos que todavía forman mayoría en esta legislatura y los cabildos municipales. Menos se menciona lo que viene para el gobernador Ordaz Coppel, que de tener una cómoda mayoría muy pronto la composición del Congreso del Estado será diametralmente distinta.

Morena tendrá seguramente mayoría relativa y el PRI será una segunda fuerza lánguida en gran medida de representación proporcional. Y el resto, serán migajas distribuida entre los partidos sobrevivientes en este varapalo electoral.

Quizá, lo que alarma en el tercer piso del gobierno estatal, es además de no tener mayoría en el Congreso, el gran número de diputados que llegarán sin experiencia legislativa y el costo de su curva de aprendizaje para la gobernabilidad y la estabilidad del estado.

No sabemos quienes serán los coordinadores de las fracciones parlamentarias y eso es todo un desafío para la estabilidad política. Más, cuando el grupo parlamentario de Morena no se la deberá más que a sus votantes que buscaron a través del voto que se “haga justicia”, ante el atropello del gobierno federal y los poderes fácticos.

Y esos diputados de nuevo cuño habrán de actuar en función de esa percepción colectiva, sin duda fundada en los abusos que se han cometido, sobre todo por quienes cometieron graves delitos contra el patrimonio público y a casi tres años de distancia no terminan por ser llamados para dar cuentas a la justicia.

Quizá si Quirino lo hubiera hecho previo a la jornada electoral, otro gallo le hubiera cantado a su partido, pero decidió no hacerlo, vox populi, por un presunto acuerdo de impunidad con Malova.

Ahora tendrá que responder a la presión que ejerza la nueva mayoría que trae como principal bandera la lucha contra la corrupción y bien haría el gobernador tomar decisiones en esa dirección, de aquí a la instalación de la siguiente legislatura para bajar presión opositora y garantizar una buena relación con la nueva mayoría legislativa.  De lo contario es previsible una tensión innecesaria entre ambos poderes, que pudiera tener un costo en la aprobación de la ley de ingresos y el presupuesto de egresos y sobre todo en la aprobación de las cuentas municipales del año siguiente.

La Auditoría Superior del Estado, la Secretaría de Rendición de Cuentas y de la Transparencia, el Sistema Estatal Anticorrupción, la Vice fiscalía anticorrupción, más la actuación del recién creado Comité Ciudadano Anticorrupción, pudieran devolver la credibilidad perdida a un gobierno que muchos sinaloenses perciben, permisivo, cómplice de las trapacerías cometidas durante el gobierno malovista.

Los acontecimientos obligan y es el momento de enderezar el rumbo del gobierno. No leer bien el mensaje abrumador que han enviado los ciudadanos es contribuir a que la segunda parte del sexenio sea de una gran inestabilidad. Y eso no lo merecemos los sinaloenses. Ha cambiado el escenario y eso en política siempre llama a adecuarse a las nuevas circunstancias, olvidándose, si lo hubo, de pactos de impunidad.

Es un buen momento para hacer valer la ley, inyectar decencia a la política, y terminar bien este gobierno que ha hecho un gran esfuerzo de manejo y gestión de recursos financieros, que lo vemos en la gran obra pública y que es bien valorado por la gente.

Igual, es importante recordarle a la futura mayoría legislativa, el compromiso que tienen con quienes le respondieron masivamente a AMLO con el 5 de 5 y que tienen altas expectativas en el corto y mediano plazo. Quizá, más en el gobierno estatal que en el federal. O sea, tienen una oportunidad histórica de hacer realidad con responsabilidad los anhelos que hoy se expresan en las distintas voces organizadas de la sociedad civil.

En definitiva, Quirino se dirige a un campo que ni en su peor pesadilla imaginó, en función de su proyecto sexenal dio posiciones políticas a todos los grupos y pensó que esa era la clave para garantizar la cohesión partidista y el triunfo en las elecciones, nunca le dio la importancia al sentido de las encuestas de intención de voto, en su imaginario no veía como podría perder la coalición gobiernista, sus asesores quizá le ratificaron esa idea, es decir lo engañaron, pero lo cierto es que llegó la derrota y tendrá que asumir que ahora sí habrá contrapesos a las decisiones que tome el encargado del Ejecutivo.

Es cuestión de tiempo.

Artículo publicado el 15 de julio de 2018 en la edición 807 del semanario Ríodoce.

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