El olor de la derrota

Cuando leí El olor de la guayaba, libro de Gabriel García Márquez no me gustó, o se me hizo un libro menor comparado con Cien años de soledad. Es de ahí de donde retomo el título de este artículo.

La derrota de los candidatos presidenciales de las coaliciones que integran tanto el PRI como el PAN ya se huele, se palpa en el ambiente. Los analistas políticos serios lo dicen de mil maneras, unos en forma directa y otros en forma velada. Hasta los corifeos de Televisa lo aceptan, y eso ya es mucho.

José Antonio Meade tiene asegurado su trabajo futuro como empleado de alguna corporación financiera internacional, actividad para la cual fue educado, donde se mueve como pez en el agua.

El PRI ya perdió interés en su candidato presidencial, y busca salir lo mejor librado salvando lo que se pueda salvar: tener una buena presencia en el Congreso de la Unión (Cámaras de Diputados y Senadores) y prepararse para una buena negociación con el próximo Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador. Se preparará para volver a competir dentro de seis años. El PRI seguirá como propiedad del grupo Atlacomulco en el país, y en Sinaloa como propiedad de los Coppel.

Mala estrategia siguió el PRI lanzando un candidato sin carisma, o con más carisma un ladrillo que la que tiene su candidato presidencial, como escribió Diego Fonseca en un artículo titulado El Colapso del PRI, en el periódico New York Times. Mala estrategia siguió el PRI, como lo dijo el historiador norteamericano John Womack: “Meade no usa el logo ni es priista. Impresionante. El PRI abandonó su propia marca”.

Los nuevos spots del PRI  y del PAN están hechos con el hígado, la inteligencia se les esfumó, el olor a la derrota les nubló la razón.

Ricardo Anaya sigue estancado, la estrategia que trazaron algunos empresarios, entre ellos Enrique Coppel, de que el PRIAN tuviera un solo candidato no les funcionó. El voto útil  y poner la esperanza en los debates presidenciales ha resultado un rotundo fracaso. No tiene ideas el converso, quien fuera miembro del Partido Comunista Mexicano (PCM) y ahora asesor de Ricardo Anaya, me refiero a Jorge Castañeda. El perdedor en el segundo debate presidencial se llama Ricardo Anaya. Ahora todo México sabe que es un tipo al que no se le puede tener confianza.

Mientras tanto la coalición “Juntos Haremos Historia” sigue trabajando, las encuestas ya hablan de la posibilidad de tener hasta mayoría en el Congreso de la Unión, y de ganar la mayoría de las gubernaturas.

En Sinaloa  ganará Andrés Manuel López Obrador, se trabaja para tener más de 400 mil votos, éste será un hecho inédito, pues la presencia de la izquierda en el norte del país ha sido escasa, ahora ya no lo es. Nuestros candidatos al Senado, Rubén Rocha Moya e Imelda Castro siguen punteando en las encuestas, y el desempeño de Rubén Rocha Moya en los dos debates que se han organizado en Sinaloa, ha sido muy bueno.  Hay calidad en la argumentación, la diatriba está ausente en sus discursos. Quien se ausenta en los debates manda un mensaje de que no es competitivo.

Con mucho ánimo y fervor los candidatos de Morena recorren sus territorios, sus recursos económicos son pocos y su  propaganda es muy escasa. Lo que les sobra es ánimo y una moral muy en alto. Ejército que se desmoraliza, ejército que será derrotado, según Sun Tzu. Mientras tanto, las coaliciones del PRI y del PAN ya huelen la derrota.

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Artículo de opinión publicado el 27 de mayo de 2018 en la edición 800 del semanario Ríodoce.

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