La pobreza en Sinaloa fuera de cifras


El estado se ubica entre las entidades que más abatió indicadores de carencia social: CONEVAL

Sentada bajo la sombra de una lona ve la tarde pasar. Acalla a los perros que ladran al ver gente en las proximidades. Ahí, a un costado de las vías del tren, María del Rosario espera la llegada de su hija Martina.

Con 62 años a cuestas y sin formar parte de algún programa de asistencia, María del Rosario se encuentra convaleciendo por una caída que le ha dejado lesiones en sus dos piernas. Apoyada sobre una andadera, apenas puede caminar.

El Informe Anual sobre la Situación de Pobreza y Rezago Social en el estado de Sinaloa y sus municipios destaca la reducción consistente de la población en condiciones de pobreza y de la población en condiciones de pobreza moderada en el periodo comprendido entre 2010 y 2016.

Los datos están basados en cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), que mide la pobreza en México y evalúa programas y políticas sociales del Gobierno Federal.

A fines de marzo, el Gobierno del Estado y el CONEVAL firmaron el convenio de colaboración para abatir la marginación, principalmente en municipios que rebasan el 50 por ciento en pobreza extrema.

La pobreza se mide con siete elementos: el ingreso de las familias, el acceso a la salud, a la seguridad social, educación, vivienda, servicios en la vivienda y alimentación.

Y el caso de Martina y María del Rosario contrasta con lo presentado por la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL) y el CONEVAL.

El director de COVEVAL, Gonzalo Hernández Licona, mencionó que en Culiacán y Mazatlán los niveles de pobreza son mucho menores a los de otros municipios como Choix, Sinaloa y Badiraguato.

La información fue apuntalada por Eviel Pérez Magaña, titular de la SEDESOL a nivel federal, quien en entrevista a medios de comunicación locales insistió en que la pobreza ha bajado en un nivel considerable en Sinaloa.

“Es el primer lugar Sinaloa, de acuerdo no a lo que diga yo, (sino) el CONEVAL, Sinaloa fue el estado que más pudo combatir la pobreza extrema. Esto va de la mano de una serie de acciones que genera la inclusión social y la participación de todo el Gobierno Federal, el Gobierno Estatal y los gobiernos Municipales, atendiendo las carencias que se nos están señalando hoy, que en el caso de Sinaloa se logró abatir de manera importante el tema de salud, el tema de educación”.


Sin embargo las cuentas no salen. Martina y María del Rosario viven en la sindicatura de Costa Rica dentro de un vagón de tren abandonado. La localidad es una de las sindicaturas más pobladas de la capital sinaloense. Ahí, a un costado de las vías sobre la calle 17, sin drenaje y sin electricidad, Martina y María del Rosario obtienen agua potable mediante cubetas. Cumplen con cada uno de los siete elementos que determinan una situación de pobreza.

Y sobre el terreno entre las vías del tren y el vagón abandonado llevan ya un año. El predio es prestado y había un adeudo muy fuerte de agua. Se debía poco más de 8 mil pesos y mes con mes Martina abona a la cuenta.

Un señor trabajador del área les dio chance, según explica Martina. Aprovechan el vagón abandonado para pernoctar y durante el día hay que buscar el sustento. Ninguna de las dos tiene seguridad social y viven en condiciones de pobreza extrema: con muy bajos ingresos, sin acceso a la salud ni a seguridad social, sin educación, en una vivienda con muchas carencias y de la alimentación mejor ni hablar.

“Ya cumplimos un año. Antes pagábamos renta aquí por la Camarena, pero ahora no tenemos. Él me dijo que podíamos estar el tiempo que quisiéramos pero que aquí podíamos estar. Antes estaba otra familia, otra gente nomás que se fueron porque rentaron, sabe para dónde se iría, no sé”.

Sentada sobre una silla de plástico, María del Rosario calla a los perros, los corre. Luego interrumpe a Martina. “Me llevan al centro a pedir porque qué quieres que haga, no tiene uno ni pa’comer, ni medicinas ni nada”.

Martina tiene 39 años y se gana la vida limpiando casas. Gana entre 50 y 80 pesos diarios y a veces lleva a su madre, María del Rosario, al centro de la sindicatura. Ahí pide ayuda. Unas pocas monedas para el litro de leche y algo qué comer.

Durante unos años se dedicó al trabajo en el campo y en las empacadoras. Martina explica que ahí ganaba entre 180 y 200 pesos. Y hoy día, limpiando casas, no le alcanza lo que gana. Se le cuestiona sobre sus necesidades y ella responde que solo quiere trabajo. Nada más. Un trabajo donde le paguen bien.

“Pues trabajo, nada más trabajo, de cualquier cosa en el campo o limpiando, no le hace. Y tener seguro, que me atiendan”.

EVIEL PÉREZ. Titular de la Sedesol.

Hace siete años perdió a su marido víctima del cáncer. Desde entonces tuvo que mantener tanto a su madre como a sus dos hijos. El mayor ya tiene 20 y se vale por sí mismo, pero su hija menor se fue a vivir con la familia de su esposo.

Explica que en el pasado fueron beneficiarias del programa de inclusión social federal “Prospera”, sin embargo perdieron el beneficio. Martina comenta que debido a que no tiene condiciones para criarla en su actual vivienda, la niña vive ahora con sus abuelos.

“Ella está viviendo con su familia en la colonia Obrera porque no la puedo tener aquí, ella vive allá con la familia de su papá. Él murió ya hace como siete años, murió de cáncer”.

La cuota que recibía era por 3 mil pesos mensuales. “Ya vinieron ellos (de Prospera), vinieron y checaron, ya lo tenía yo por la niña de la escuela pero me lo quitaron porque no me hallaron en donde vivía antes, dijeron que tenían que volver a venir pero ya no volvieron”.

Antes de despedirse Martina hace una pausa y luego hace una pregunta. “¿Ustedes nos pueden ayudar? Lo único que yo les pido es trabajo, que me den trabajo, nada más”. Luego apunta a unas láminas de cartón. “La síndica procuradora me las dio pero yo lo que quiero es trabajar, no esas cosas”, añade.

Luego se despide. Su madre hace lo mismo. “Dios los bendiga”. Los perros ladran otra vez y la tarde vuelve a su normalidad. En Costa Rica junto a las vías del tren. Con el vagón abandonado y las cubetas de agua buscan la sombra de una lona.

Artículo publicado el 6 de mayo de 2018 en la edición 797 del semanario Ríodoce.

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