Roberto Cruz y sus derrotas

EL ENFRENTAMIENTO.

El caso de Roberto Cruz es patético. Presidente del Congreso del Estado durante el periodo 2016-2017. Aspirante a ser nominado por la coalición Por México al Frente para el Senado de la República y quien luego de decir que “Cuen no la tiene segura”, se queda en el intento.

Luego, ante las preguntas de algunos periodistas dijo que no hablaría en tanto no se pronunciara el Comité Ejecutivo Nacional del PAN, cosa que terminó con la ratificación de Héctor Melesio Cuen Ojeda, a la nominación a la también llamada Cámara alta.

Busca entonces la nominación por el Frente del distrito federal electoral 02 correspondiente a Ahome pero, a decir por él mismo, no lo logra pese a que en las encuestas panistas supera con 27 puntos a Zenén Xóchihua, quien resultó ungido candidato a esa posición política.

Acusa que eso se debe a un veto que viene del líder del Partido Sinaloense (PAS), y de ser cierto mostraría lo que se sabe: que este Frente electoral antes que una alianza programática de partidos, es de personalidades con mayor o menor influencia en las decisiones políticas con todo y sus humores personales.

Es claro que el diputado Roberto Cruz durante su paso por la Presidencia del Congreso del Estado pisó callos, se confrontó con el PRI y con Víctor Antonio Corrales Burgueño, líder de la fracción del PAS, y en algún momento calificó las alianzas legislativas de ser “perversas”.

Se dice frecuentemente que en política “las venganzas se sirven frías”, que saben mejor, y esto pareciera que está sucediendo con Cruz, a quien le están cobrando las facturas que dejó su paso legislativo aun cuando en la desesperación pide infructuosamente a “Anaya frenarlo”.

Eso no va a suceder porque Anaya tiene hoy demasiadas broncas para volver la vista a Sinaloa, a Ahome, y porque está en la idea de ir con los más rentables, aun cuando no necesariamente garantice que los votos de un aliado van a ser en cadena para su candidatura.

Eso habrá de suceder en Sinaloa, al tiempo.

Lo sorprendente de todo esto es cómo el PAN sinaloense se desdibuja como oposición, y todo por una dirección política pragmática y sin escrúpulos, que negocia no para hacer que su partido crezca, sino para que unos cuantos sobrevivan en el negocio de la política.

Los golpes que le asientan a Cruz son en realidad a las voces discrepantes, aquellas que todavía piensan que el PAN es otra cosa, que no es una camarilla de oportunistas, y que puede prestar servicios a Sinaloa, a México.

Ya lo vimos en 2016, cuando los mismos que hoy orientan las decisiones en el PAN, algunos de ellos con señalamientos duros por corrupción en la gestión pública, llevaron al PAN a porcentajes de los años ochenta con solo 17 por ciento de los votos para su candidato a gobernador.

O sea, a ellos más allá de las rasgaduras de vestiduras, no les interesa otra cosa más que extraer dividendos personales y eso los garantiza Cuen para ese puñado de panistas.

Frente a esto hay rebeliones que tienen semanas manifestándose en el blanquiazul. La más reciente es la de mujeres panistas que han criticado severa y acremente a Esteban Zamudio, líder estatal del partido —que alguna vez postuló a Manuel Clouthier—, por su falta de liderazgo.

No sabemos si esta protesta es organizada y si está estructurando una corriente de opinión que podría traer problemas de imagen al Frente electoral donde está Roberto Cruz, el joven Fernando Gómez Bórquez y ahora este grupo de mujeres azules.

Lo que escribe el joven panista y analista político Juan Ordorica en el diario digital El Afiche, es que este malestar va en crecimiento y esto podría provocar un desplazamiento de las clientelas de su partido a favor de otras opciones electorales y en el caso específico de la fórmula al Senado, por razones de marca, identidad ideológica, favorecer la que encabeza Manuel Clouthier y la primera batalla legal será por la primera posición de las candidaturas plurinominales estatales.

A Roberto Cruz solo parece quedarle cómo únicas opciones en el estado —a reserva de que funcione aquello del “freno” de Anaya que es inalcanzable—, encabezar el descontento interno y sembrar a futuro, porque todo indica que el presente no es de él, o bien, que sea llamado por Ricardo Anaya para una responsabilidad en la campaña presidencial que necesita gente con una fuerte identidad partidaria. Y Roberto la tiene.

Artículo de opinión publicado el 4 de marzo de 2018 en la edición 788 del semanario Ríodoce.

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