¡Tetas grandes, na na na!

La modelo veinteañera empieza bailando de espalda suavemente moviendo abdomen, caderas y hombros, un paso hacia adelante y otro hacia atrás, al ritmo de na na na na na, movimiento naranja, da un giro de 180 grados y queda a la vista el frente terso, una pantaleta breve, un rostro sonriente y dos grandes tetas que se mueven gelatinosamente buscando un asidero inexistente en el ojo del espectador.

Es el nuevo tipo de comunicación política que no busca trasmitir una idea programática, estimular razones políticas, construir un argumento sólido, convocar a la reflexión de los tiempos o llevar al voto responsable; todo lo contrario, esas tetas grandes van a lo onírico, a los genitales, al ello freudiano, las pulsaciones más primitivas del ser.

Entonces, la política deja de ser lo que alguna vez fue, confrontación de proyectos transformadores, de generación de riqueza y justicia social, para convertirse en chuchería, basura electoral que tiene como destino la dimensión emocional de cada uno de los individuos. Busca la sonrisa excitante y el morbo de la gente que sucumbe ante tremendas tetas.

Ciertamente, esta comunicación es creativa ante los ojos de los publicistas que siguen patrones convencionales, con mucha apuesta en el candidato, la marca partidaria, las ideas fuerza, la constancia que poco le dicen a quien siempre ha escuchado lo mismo en las campañas por el voto.

Este tipo de propaganda tiende puentes con lo que gusta al común de la gente que ve pornografía, va a los table dance, que gusta del sexo liberador, que goza de la sensación agradable que provoca el consumo del objeto deseado.

Es decir, es subliminal, registra, instala en lo profundo de la inconciencia ese estribillo de na na que luego es difícil de extraer porque se pega como lapa y hay quienes se preguntan por qué, si tiene otras filias, o pese a su apartidismo, su mente se encarga de estar recordándolo y repitiéndolo hasta el fastidio.

O sea, a la larga desaparece la imagen voluptuosa de la chica de las grandes tetas y solo queda el estribillo pegajoso, que se asocia por otras vías a un color, un partido, un candidato, un mensaje, una oferta.

No hay nada extraordinario, solo un cambio de chip mercadológico, ante un electorado fastidiado de promesas incumplidas, retórica, posverdad vamos, la iniciativa de este tipo de mercadólogos, está destinada a ganar el ángulo de las emociones.

¿Quién no se conmueve con la narrativa del niño huichol?, Yuawi el niño de nueve años que inicio el video del na na na, que nos platica el abandono que sufren los niños de su comunidad, de las comunidades indígenas del país, a los que les llega poco o nada de la política pública. Y es que de eso se trata, de pasar de las tetas grandes a los problemas de los marginados, sin antes hacerlo por la aduana de un programa de gobierno.

Estamos entonces ante la banalización de la política, la búsqueda de la activación de los resortes sentimentales de las personas, como mensaje electoral, menos como captura de un voto emocional, nada, pero nada responsable, en un contexto donde no podemos omitir que la coalición donde participa el partido Movimiento Ciudadano, el partido naranja, se trata de la agregación de partidos que renuncian a parte de sus señas de identidad para levantar sus grandes lemas y claudican, como de los demás, ante el mensaje vacío.

¿Qué tanto efecto habrán de tener este tipo de mensajes en una sociedad con franjas importantes de irritación?, no lo sabemos, alguien del PRI decía optimistamente que estamos en la etapa electoral de la irritación y que conforme llegue el periodo de las elecciones aparecerá el de las razones. O sea, para esta visión, al final se impone la cordura, el sentido de responsabilidad, por supuesto por su partido y su candidato presidencial.

Entonces, estamos en el limbo de las tetas gordas, el resto se difumina entre sueños oníricos y masturbatorios.

Y la gente va por ahí, entre los cánticos naranjas y las imágenes voluptuosas, sugerentes, que por cierto en este caso va destinado al público masculino, habrá que ver cómo van a llegar a las mujeres que igual son seres emocionales.

Columna publicada el 4 de febrero de 2018 en la edición 784 del semanario Ríodoce.

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